CULTURA
GALARDÓN

Mariana Enríquez ganó el Premio Celsius en la Semana Negra de Gijón

La escritora argentina obtuvo el premio que se concede en el marco del festival de literatura policial que se realiza en la ciudad española por "Nuestra parte de noche", una obra que, según el jurado, "aúna las mejores virtudes de la literatura gótica con la contemporánea"

Mariana Enríquez 20200710
Mariana Enríquez | Cedoc Perfil

Mariana Enriquez, una de las escritoras argentinas con mayor reconocimiento crítico que se manifiesta en ventas, acaba de recibir el  premio Celsius de la Semana Negra de Gijón por la novela Nuestra parte de noche, que el año pasado mereció el premio Herralde junto con la publicación por parte la editorial española Anagrama. El jurado, de manera unánime y desde la plataforma virtual del Festival, anunció el galardón destacando que esta obra se inscribe en la tradición de Roberto Arlt, Bioy Casares, Ernesto Sábato y Silvina Ocampo (autora, ésta última, de quien Enríquez escribió una biografía, La hermana menor) reunión cumbre de las letras argentinas que tienen como hilo constructor referencias históricas de una Argentina reciente que extiende sus sombras hasta hoy.

La recientemente designada directora ad honorem de Letras del Fondo Nacional de las Artes, ha publicado las novelas Bajar es lo peor (1995), Cómo desaparecer completamente (2004), Este es el mar (2017) y la premiada en Gijón. Como cuentista, publicó la ya célebre colección Los peligros de fumar en la cama (2009) y Las cosas que perdimos en el fuego (2016), esta última también en Anagrama, España. La autora pasó su infancia en el convulsionado sur del conurbano bonaerense, más precisamente la ciudad de Lanús, entre el Riachuelo y la marginalidad más profunda, territorio que guarda una leyenda negra que coronó durante los años de la dictadura militar. 

Tal vez, como fuente inspiradora del género literario verdaderamente dark en Enríquez, Lanús fue un territorio del terror en acto, por ése margen que le corresponde a la orilla del Riachuelo (y que aún hoy conserva el interrogante de cuántas víctimas guarda en su lecho) y se extiende hasta casi rozar la oscura cinta asfáltica conocida como Camino General Belgrano, tradicional tierra de nadie del conurbano sur. Desde la década del 60 fue una mezcla de barrio obrero, villas miseria, talleres metalúrgicos, cruzado por toda gama de delitos entre clubes de barrio, punteros políticos y grupos de extrema derecha vinculados a las dictaduras. Por su constitución siniestra, esta localidad fue una especie de maqueta predictiva de lo que hoy son los asentamientos marginales más conflictivos del país, hoy desplazada por fracciones inquietantes de la descomunal La Matanza o las afueras de Rosario.

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Destacados estos rasgos de constitución imaginaria, Enríquez refiere a sus lecturas como formadoras de un estilo propio: de Lovecraft a Emily Brontë, supera al homenaje arrastrando al lector hacia situaciones imaginarias, no por ello menos verosímiles. Por caso, en esta road movie premiada, un padre y un hijo atraviesan el país así como el control del aparato represivo, en un universo de paranoia y verdadero peligro físico, donde las derivas fantásticas llevan a un pandemónium de lo siniestro, estigma de lo humano que también es germen del mal expandiéndose, algo que Edgar Alan Poe advirtió y le costó la vida.