CULTURA
Arte, mercado, pandemia

Puntos suspensivos

Con ferias, vernissages e inauguraciones canceladas, el ecosistema del mundo del arte se ve afectado no solo en su exhibición y su comercio tradicionales, sino también en su producción y crítica. ¿Qué hacer?

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Efecto coronavirus. El nuevo mercado del arte. | Pablo Temes

Si se quiere reconstruir con literatura un pasado inmediato, de esos que casi se tocan con el presente, en lo que refiere a la dinámica, configuración y prácticas del arte contemporáneo, el género que mejor se adapta es el de la ciencia ficción. Con ese relato del futuro puesto en pasado, como lo ha definido Daniel Link, que “a diferencia de la utopía, que habla del futuro pero en presente, y de la futurología o el discurso profético que ponen el futuro en futuro”, las grandes inauguraciones de ferias de arte, muestras en galerías y museos, cócteles, besos y abrazos, copas compartidas, coqueteos y secretos dichos al oído, apretones de manos, entrevistas, amontonamientos serán las conductas de unos seres que habitaron la Tierra hace… ¡apenas unos meses! Porque si hay un espacio que la pandemia que estamos transitando modificó de manera sustancial es el que está relacionado con la apreciación, la compra y la venta de las obras de arte.

No sabemos aún cuánto impactará en los artistas en términos creativos pero podemos sospechar que esta manera de estar en el mundo tendrá sus consecuencias. Por lo pronto, la idea de la internacionalización del arte, por citar un ejemplo, viene con jet lag y muchos sellos en el pasaporte de los creadores, de los coleccionistas, de los feriantes. A fines de febrero se realizó ARCO en Madrid y quizá fue la última vez que todos los actores del sistema del arte se vieron las caras. Al regresar a sus países, los que lo lograron en tiempo y forma, tuvieron que someterse al aislamiento obligatorio, ese eufemismo usado por cuarentena que suena a contagio y desgracia. Se paró el planeta y ningún avión volvió a levantar vuelo, como si hubiera querido cumplir el deseo (lunático) de Greta Thunberg.

Ni opening, ni vernissage, ni cocktails, ni save the date por estas pampas y tampoco allende los mares. Por su parte, para muchas de las galerías argentinas, los eventos internacionales son un porcentaje importantísimo de ventas anuales; y si la feria queda  en Palermo, mucho mejor y más cerca. Esta vez no hace falta ir bien vestido en tanto atuendo elegante o fashionista. La paradoja de la peste, en su versión más inocua y minúscula, es la de poder asistir a la inauguración de ArteBA, si se quiere en calzones o pijama. Porque toda la reconversión de la realidad misma y tangible a una virtual y en plano de experimentación impactó, también, al corazón de sistema.

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Sin embargo, como actividad compensatoria del encierro, podemos peinarnos y entrar en la plataforma provista por Artsy para ver ArteBA Special Edition y recorrer con el mouse cada una de las obras que la centena de espacios exhibe. Ordenados de la A a la Z, por nombre de galería o artistas, por grupos de afinidades (“artistas mujeres”, “galerías nacionales”), con su título, características físicas y presencia de precios no en todos los casos, la edición es la posibilidad de mostrar de alguna manera lo que hubiéramos podido ver en vivo y directo: “En este momento estamos realizando una edición especial de ArteBA en el sitio de Artsy, que ha tenido gran adhesión de las galerías participantes y un tráfico inédito de público, 60 mil visitas los primeros tres días y más de 100 mil en esta primera semana. Por otra parte, con Meridiano-Cámara Argentina de Galerías de Arte estamos emitiendo por el canal Instagram videos seleccionados por curadoras invitadas y actualizando permanentemente la página web. Estamos prontos a sacar el número 7 de la revista, un anuario de arte argentino contemporáneo”, explican Julia Converti y Amalia Amoedo, gerenta general y presidenta de ArteBA.

Los galeristas argentinos son, a su modo, guerreros de muchas batallas. Aun con las crisis económicas que asuelan a este país con una puntualidad horrorosa (cambios monetarios, hiperinflación) como algunos eventos catastróficos internacionales del pasado (atentados, terremotos), desde Orly Benzacar con su galería que cumple 55 años  hasta las más nuevas como Constitución, Isla Flotante y Pasto, las especializadas como Rolf y de trayectoria como Mauro Herlitzka (Herlitzka-Faria), Marina Pellegrini (Vasari), María Casado, Nora Fisch y Aldo de Sousa coinciden en que esta crisis no se puede comparar con ninguna otra. En palabras de Abelenda, se puede resumir un pensamiento generalizado sobre la gravedad y también sobre la posición frente al fenómeno: “Esto recién empieza, y puede durar dos años la recesión en la economía mundial, es único, no comparable con ninguna otra crisis que recuerde, porque aun la crisis fuerte no empezó. Sé que hay gente que la está pasando muy mal. Hay que ser muy solidarios, y pensar que estaremos viviendo una economía de posguerra”. Sin tremendismo pero con cautela, Nora Fisch cree que “el mercado del arte a nivel global tal vez se achique: algunas ferias internacionales menores que hoy cancelan tal vez no vuelvan a reabrir (había un exceso), algunas galerías quedarán en el camino (había un exceso), algunos artistas deberán resignarse a trabajar de otra cosa (posiblemente haya un exceso a nivel global). Es darwiniano y posiblemente un poco cruel, pero tampoco vislumbro un achique tan radical.  Básicamente creo que todo se va a acomodar y seguir”. En su análisis, Hertlizka concuerda con Fisch en el achique del mercado y la producción artística e introduce lo que se espera “una expansión para ver muestras, subastas, comercio, etc., online y, por ende, la experiencia de ver y apreciar arte se modificará. Cuando se termine… –leí de forma virtual, por supuesto– ¡volveremos con la fuerza de la venganza!”.

Acostumbrarse a lo virtual parece ser la clave. En la mayoría de los casos se actualizan las páginas, se modernizan las plataformas, la tecnología está más presente, desde “los medios con los que contamos habitualmente, FB e IG, contacto con clientes a través del correo electrónico y el WhatsApp” como en Vasari hasta “una nueva plataforma digital comercial online, nos asociamos a Artsy y estamos desarrollando  la primera muestra virtual de la galería”, en el caso de Rolf.

Las que ya tienen experiencia en esto son Lucrecia Cornejo y Angie Diderot con el sitio www.diderot.art completamente virtual de venta de arte. Para ellas, la crisis es una oportunidad, aunque las complicaciones existen como para la mayoría, la de entregar obras vendidas, cobrar cheques, bancos cerrados, brecha del dólar, pero con un recorrido ya realizado: “Imaginamos un complemento entre la experiencia digital y la física. Ambas tienen sus ventajas y desventajas. De ninguna manera lo físico va a desaparecer. Simplemente que la industria de las artes plásticas no está exenta a la digitalización. Es una tendencia que se viene consolidando, hay cientos de plataformas de arte digitales que funcionan muy bien en el mundo, y se complementan con la experiencia física. La situación actual solo está acelerando la adopción de estos nuevos paradigmas”.

Una vez que termina el recorrido por el sitio de la feria, que estará habilitado por un mes, y cerramos la página, se instalan las preguntas. Por las ventas (“ArteBA es el 60% de mis ventas anuales y por ahora vendí un 15%”, me manda por WhatsApp Nora Fisch; algunos no vendieron nada aún y hay pocos “sold”, el equivalente al punto rojo en la pared, debajo de las obras); por un sector que viene bastante golpeado desde antes de la crisis (“las galerías son pymes y micropymes con ventas de gran valor pero ocasionales, por lo tanto hay que tener regulaciones adaptadas a la actividad. Como con los artistas que tributan. Además, el campo involucra a trabajadores eventuales como fotógrafos, montajistas, curadores, asistentes, críticos de arte que son muy vulnerables ante el parate y la crisis”, me cuenta por teléfono Gabriela Barolo, de Meridiano); por la próxima edición de ArteBA (“estamos en diálogo continuo con todas las galerías participantes de la edición 29 de ArteBA y con Meridiano para acordar el plan conveniente”, contestan por correo electrónico Converti y Amoedo).

En general, pareciera que noviembre no sería una buena idea para programar la feria porque será una fecha que coincidiría con la agenda prevista por el hemisferio norte para retomar actividades, porque la crisis es global, porque los costos son altos, porque no se sabe si se podrá viajar. Básicamente, nadie sabe muy bien cómo sigue la cosa.

Solidaridad, trabajo conjunto, alianzas, unión, estrategias y conversaciones con las autoridades gubernamentales vienen del lado de las especulaciones, en las que hay destellos de moderado optimismo. En los directivos de Meridiano: “Hemos hecho peticiones y recibimos respuestas y buena aceptación de parte de los ministerios de Ciudad y Nación; en María Casado: “Somos parte de un sistema que le agrega valor simbólico al simple hecho de vivir y lo debemos demostrar juntos. Finalmente todos somos socios”, y también en Pablo de Sousa: “Soy optimista en cuanto al futuro del sector, creo que va a ayudar a que los diferentes actores miremos puertas adentro y armemos una nueva escena, mejor que la anterior. Hay que refundar el sistema del mercado del arte y es una buena instancia para empezar. ¡El arte siempre sana!”.

Entonces, sigamos en la buena senda de la literatura, una forma del arte para pensar  utopías, incluso, hacer profecías. Hacer casa es hacer mundo; no es sinónimo de encerrarse sino de prepararse para volver a salir. Soñemos con el día en que podamos sacarnos el barbijo, recuperar el control de nuestro cuerpo, dejar de lado la distancia (social), mirarnos y mirar las obras sin aplicaciones ni cámaras de por medio.