CULTURA
crítica

Tan solo los chicos

Esta colección de Gris Tormenta, que antes tuvo a Margo Glantz recortando autores que narraban el olvido y a Enrique Vila-Matas con la locura, son textos libres que sintonizan escritores con sus maneras de leer y escribir. En el caso de Barrera, estos retazos podrían acompañar a la novela Línea nigra y a Literatura infantil, de Alejandro Zambra.

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La infancia, para algunos la patria del hombre, para otros el infierno de muchos, a partir del siglo XX será el tiempo a conquistar de las sociedades de consumo capitalista. Un reducto imprevisible y de experiencias, en un presente adulto cegado por el shock cibernético, que los autores seleccionados por Jazmina Barrera (foto) vuelven para deslindar al subversivo Nunca Jamás, en papeles el viento, y que “no se te olvide cómo ser niña”. Para que no se olvide que la imaginación creadora proyectada venidera es un campo de juegos de picos de pollo y muñecos de barro.

Así aparece la voluntad de la escritora mexicana de niña de anotar notas que recuerden “el cansancio de andar con la mano alzada para tomar la de mi madre mientras íbamos por la calle”. Una tarea que los escritores elegidos por la editora y autora de La reina de espadas, una biografía collage de su compatriota Elena Garro, atraviesan en ficciones, cartas o ensayos. De J.M. Barrie tendremos el célebre primer capítulo de Peter y Wendy, la caja de Pandora estallando en la asfixiante sociedad victoriana, en tanto que de Verónica Murguía y Jean-Paul Sartre extractos de sus artículos invaden realidades en las cuales la niñez encuentra que “en nuestras sociedades en movimiento a veces los retrasos dan ventaja”.

Esta colección de los aztecas editores Gris Tormenta, que antes tuvo a Margo Glantz recortando autores que narraban el olvido y a Enrique Vila-Matas con la locura, son textos libres que sintonizan escritores con sus maneras de leer y escribir. En el caso de Barrera, estos retazos podrían acompañar a la novela Línea nigra y, subterráneamente, a Literatura infantil, el diario de paternidad de Alejandro Zambra, su pareja. Los momentos oscuros, incómodos y desconcertantes de ambos pueden reconocerse en el capítulo de Helen DeWitt presente en esta compilación. En El último samurái, la norteamericana DeWitt, madre del niño prodigioso Ludo, trasciende “la voz dulce de la Razón” trasluciendo la cultura del Japón medieval a la mente infantil, y se emparenta con el obtuso texto de un filósofo alemán del novecientos, que avizora traduce incompleta al primer intento, “de modo que algo también esté algo podría algo al principio algo”.

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De agujeros negros e inocencias interrumpidas, principios de algo, va el texto de Memoria por correspondencia de la pintora colombiana Emma Reyes, duro pasado bogotano, y quien vivía “con el ojo pegado al hueco para ver lo que pasaba en la calle y para consolarme del miedo”. En estas líneas tensiona el concepto benjaminiano de la infancia inanticipable y soberana, que recupera la ritualidad, el misterio y la experiencia, antes que la funcionalidad de los objetos y el lenguaje.

Queda al final el perfume de Marosa Di Giorgio, que se atrevió armar misas de luz lila y ratones dorados, allende a los alaridos y silbidos del mundo. La invitación a un lector-autor de Jazmina Barrera que gire de nueva la cuerda, sin añorar al niño explorador perdido, sino que recupere la fe en la lejanía.

Cinco miradas sobre la infancia

Autores: J.M. Barrie, Helen DeWitt, Verónica Murguía, Emma Reyes, Jean-Paul Sartre. Jazmina Barrera (selección)

Género: antología

Editorial: Gris Tormenta, $ 20.500