Una vez, Marcelo Bielsa encontró una definición que le permitió ahorrarse un montón de conceptos: “Se rompió el partido”, dijo, a propósito de una jugada que había cambiado el rumbo de una noche de la Selección que dirigía. Anoche, en Sarandí, no hubo ni tiempo para eso: Arsenal-Racing nació roto.
¿De qué otro modo puede entenderse un juego en el que la mitad de la cancha era una zona de libre tránsito, sin alguien capaz de dominar esa franja, justo donde habitualmente empieza a torcerse el equilibrio? Es verdad que Arsenal fue más activo de inicio, pero también lo es que atrás los locales no daban garantías. En esos primeros 45 minutos hubo de todo: dos penales –uno anotado por un arquero, el otro desviado–, errores conceptuales para repartir, tres goles de Arsenal señalados desde el área chica de Saja y hasta intervenciones decisivas –y correctas– de los dos asistentes del árbitro.
En Racing, sólo Rodrigo De Paul le daba esperanzas a Merlo de que algo bueno podía pasar. Porque en el medio, el tándem Zuculini-Cerro era lo mismo que un alambre caído: por allí pasaba todo Arsenal. Y cuando el local llegaba al área de Saja, también ganaba. El gol de Echeverría, el primero de la noche, fue una muestra: el defensor remató desde el piso después de dos pelotas sueltas ganadas por sus compañeros.
La velocidad de Carrera y Cardozo por las bandas le alcanzaba a Arsenal para desbordar con facilidad a Racing. Era, apenas, una de las tantas diferencias a favor del equipo de Alfaro. Cuando Zelaya tiró el penal al travesaño, Racing sintió que ni siquiera así podría revivir. Estaba 3-1 abajo en el resultado y hundido en la cancha.
En el segundo tiempo, el trámite no varió demasiado. Merlo probó con Viola en el ataque para hacer pareja con Vietto y retrasó a Hauche. También colocó a Camoranesi, a ver si con el volante le daba más control de pelota a la Academia. El problema es que Racing iba a remolque, y en ese terreno Arsenal se mueve cómodo. Tanto que se tiró unos metros atrás para administrar las energías y el resultado a favor, y así y todo era el que más cerca estaba de anotar el gol siguiente.
Arsenal, después de un mal arranque de año, empieza a parecerse a sí mismo. El triunfo en Bahía Blanca le permitió salir de la racha de cuatro derrotas seguidas que arrastraba; anoche, además de ganar de nuevo, volvió a ser confiable.
A Racing ya no le queda nada del verano, cuando un par de buenos rendimientos le habían creado ilusiones a sus hinchas. Tres derrotas en continuado duelen en la tabla, pero mucho más le va a pesar a la Academia la certeza de para ser un equipo le falta como de acá a la China. Ida y vuelta