Ninguno de los dos equipos se apartó del libreto. Se presagiaba una final trabada donde Boca fuera quien asumiera las mayores responsabilidades (por ser local) pero fiel a su estilo austero y seguro. Se esperaba que Corinthians propusiera un encuentro luchado, con mucha presión en el medio y con pocos espacios, y así lo hizo. Por eso ni Boca ni Corinthians sorprendieron, por eso brindaron lo esperado: un partido cerrado. El empate deja abierta la final, ninguno tiene ventaja. Está demostrado que no hay más chances de llevarse una serie de Copa por disputar el segundo partido en condición de local, luego de un empate cerrado en el primer partido. La presión de la hinchada sobre su equipo para ir a buscar la victoria puede incitar a cometer errores.
En algún momento se mencionó que el Corinthians no parecía un equipo brasileño, cuando en realidad es un fiel reflejo de la “escuela” que predomina hoy en Brasil. Tite, su entrenador, es gaucho al igual que algunos de los últimos conductores de la selección verdeamarela: Luiz Felipe Scolari, Dunga y el actual Mano Menezes. Es cierto que existen diferencias tácticas: no es igual el 3-4-2-1 que planteó Felipao en el mundial de Corea-Japón 2002, al 4-2-3-1 de Dunga en Sudáfrica, pero mirando los rasgos importantes hay muchas semejanzas. Este tipo de entrenadores sufren ciertos prejuicios por una parte del ambiente del fútbol por su marcada preferencia por priorizar el orden defensivo y apostar al contraataque como principal arma ofensiva pero terminan siendo los más solicitados en los equipos importantes y en la selección nacional.