Hasta cuándo puede aguantar el cuerpo de un tenista? ¿Cuál es el límite? ¿En qué momento, en qué diente del engranaje se rompe la máquina? Rafael Nadal no se lo preguntó de ese modo, pero fue el primero en advertir que algo estaba fallando, y que lo que fallaba no eran ni él ni sus colegas, sino el sistema que los reúne, ese hábitat en que los jugadores viven desde la adolescencia hasta la adultez, que impone partidos y torneos semana tras semana, viajes y más viajes, cambios de clima y de superficies y una dinámica que en algún momento de sus carreras –o de sus vidas– pasa factura.
A varios de los mejores tenistas de esta década, esa factura les llegó antes y les está saliendo más cara de lo imaginado. El serbio Novak Djokovic puede dar fe de eso: estuvo parado toda la segunda mitad de 2017 por una operación en su codo izquierdo, volvió en el Abierto de Australia, se resintió y tuvo que parar de nuevo. Ahora, sobre el cemento de Indian Wells, intentará que su regreso perdure. Será justo en un torneo en el que faltan muchos por diversas lesiones en la zona baja del cuerpo: codos, rodillas, caderas, muslos. Todo síntomas de que algo no anda bien.
El de Nadal es el caso más emblemático, y también el más resonante: en enero, luego de que abandonara en los cuartos de Australia contra Marin Cilic, el español ensayó su primera crítica hacia los organizadores del circuito: “Si cada vez se juega más rápido, si cada vez se golpea más fuerte y se juega en superficies tan duras, pues hay que plantearse por qué ocurren tantas desgracias, por qué hay tanta gente que sufre de las caderas, por qué hay tantos problemas en general”. Mientras lo decía, con la voz entrecortada, Nadal había entrado en trance: miraba a la nada, como haciendo un flashback de todas las lesiones que tuvo desde que empezó a sorprender al mundo por su despliegue. Rafa sufrió al menos una lesión en todos los años de su carrera: de 2003 a 2018 (ver aparte). Ahora, su dolencia es en la pierna derecha, la misma zona que se había resentido en Melbourne.
“El tenis se ha vuelto muy agresivo. Y ante esta exigencia física, lo único que te defiende es la técnica –le explica a PERFIL Martín Vasallo Argüello, ex tenista y actual entrenador–. Federer hace menos desgaste porque tiene una técnica muy pulida. El riesgo de lesiones por una mecánica mala es mayor. Y la contracara de Federer es Nadal, que a sus eventuales desajustes técnicos los suple con un esfuerzo extraordinario”.
Humanos, no máquinas. Andy Murray pasó de ser el mejor tenista del mundo a entrar en una suerte de ostracismo pasajero, por una lesión en la cadera que lo alejó del circuito desde el año pasado. Su histórico fisioterapeuta, Jez Green, encontró una manera brutal de explicar su situación, y la de tantos otros: “El cuerpo humano no está diseñado para jugar al tenis”. Green, que ahora trabaja con otro top ten, el alemán Alexander Zverev, fundamentó su tesis: “El cuerpo está hecho para correr en línea recta, no para correr lateralmente durante tres horas, apoyando fuerte en un lado y en otro y cambiando de ritmo. Los ligamentos se dañan gravemente. Lo mismo en hombros y muñecas, que tienen que amortiguar servicios a más de 200 kilómetros por hora con efecto”.
Martiniano Orazi fue preparador físico de Juan Martín del Potro durante buena parte de su carrera. Ahora es el PF de Diego Schwartzman y de Guido Pella. Desde hace años, Orazi se encuentra con todo tipo de lesiones, y asegura que hay dos factores que inciden: “No hay dudas de que en superficies duras se resienten más las articulaciones, sobre todo tobillo, rodilla y cadera. Pero hay otro factor que aumenta el índice de riesgo, que es el cambio de superficie y el poco tiempo para adaptarse que tienen los jugadores. Hay muchos que juegan una final y al otro día cambian de piso”, le explica a este diario.
Nadal fue más allá del presente y pensó cómo será el futuro –inmediato o lejano– de él y de sus compañeros. “La gente que maneja el circuito debería tener un sentimiento hacia los jugadores, al menos de salud, de bienestar. Estamos hablando de que somos personas y hay vida más allá de nuestra carrera deportiva”, dijo. Orazi cuenta que la faceta sentimental, muchas veces, puede ser otro de los factores de lesiones. “Hay un desgaste a través de los años. No es lo mismo vivir sin ver a la familia o a los amigos. El jugador tiene una vida propia, no es una máquina”. Porque, como dijo Nadal, aunque parezcan máquinas, tanto él como Federer, Murray o Djokovic son personas.
Delpo coincide: no es normal
Juan Martín del Potro sabe, quizá mejor que nadie, lo que es sufrir una lesión y estar apartado del circuito. Por eso mismo, cuando en estos días le preguntaron por la inusual cantidad de lesionados que hay, y que queda evidenciado en el cuadro de Indian Wells, coincidió con lo que había advertido Rafael Nadal semanas atrás: no es normal.
“Ha cambiado todo mucho. Eso lo podés ver en la plaga de lesiones que hay, no es normal. Las superficies son cada vez más rápidas, los jóvenes tienen un poderío físico tremendo, pegan más duro a la pelota que yo”, remarcó el tandilense, que debutará en el Master 1000 de California ante el ganador del duelo entre el alemán Jan-Lennard Struff y el australiano Alex de Miñaur.
En 2014 y 2015, Delpo jugó pocos torneos debido a sus operaciones en la muñeca izquierda. Esa ausencia hizo que terminara 2015 en la posición 560 del ranking ATP. Cuando ganó su primer torneo tras esos años de letargo, Delpo admitió que ese tiempo de ausencia le había cambiado su perspectiva: “No esperaba tener esta carrera después de mis problemas en la muñeca. Todo es sorprendente para mí y estoy disfrutando mucho. Cuando entro a la cancha y les muestro mi tenis a los fanáticos, creo que saben de mi esfuerzo para volver y jugar al tenis”, aseguró cuando volvió a levantar un trofeo. Ahora, dos años después, el argentino se encuentra octavo del mundo y con la posibilidad latente de quedar en el top 5, como sucedió en 2010 y 2014 (en ambos años se ubicó cuarto en el ránking), si llega a instancias finales en Indian Wells.