La noche del sábado fue especial para Juan Martín Del Potro. Después de tantos compromisos y celebraciones multitudinarias, el tandilense decidió festejar el Us Open junto a sus amigos de toda la vida en el boliche Club Shampoo. Bañado en champán, se desquitó de tantas noches sin poder salir. Y a pesar del acoso femenino, se dedicó a divertirse sólo con los suyos.
El domingo amaneció con un nuevo capítulo del "planeta Delpo". Ni bien se levantó comenzó a preparar su desembarco en la cancha de Boca, el templo futbolero que tanto ama. Y tal como se lo imaginaba, fue recibido como un héroe por el público xeneize. Se dio todos los gustos: pasó por el vestuario local, recibió las felicitaciones de todo el plantel, y salió al césped con una remera de Boca. Recibió una plaqueta, se saludó con su amigo Martín Palermo, pateó varias pelotas de fútbol y de tenis a las tribunas, y presenció el partido junto al presidente boquense, Jorge Ameal.
A la noche se esperaba su presencia en el programa de Susana Giménez, pero la diva aceptó su pedido de postergar la visita para el próximo domingo 27.
Así transcurrieron los días de "Delpo" desde que inscribió su nombre en la historia grande del tenis. Y por más que las grandes marcas se peleen por su imágen, su cuenta bancaria multiplique los ceros, y el mundo entero se rinda ante su metro noventa y cinco, él, Juan Martín, mantiene los pies sobre la tierra. "No va a cambiar mi forma de ser, mi forma de vivir, solamente cumplí un gran sueño que tenía", sentenció. Cómo para que no queden dudas, vio.
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