DEPORTES
DARIO BENEDETTO / LUCAS PRATTO

El hombre que salva y el que espera salvar

Con dos destellos como los de antes de las lesiones, el delantero de boca abrio la serie ante palmeiras. El de river, en cambio, sigue en deuda con los hinchas.

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37 goles hizo Benedetto en 51 partidos con la camiseta de Boca. El promedio es de lo más alto de la historia del club: 0,72. | prensa boca

El fútbol es tan efímero que dos noches alcanzan para modificar las afirmaciones sostenidas a lo largo de todo un año. Si hasta la semana pasada la diferencia entre River y Boca estaba en la capacidad de sus entrenadores, los recientes partidos de Copa Libertadores cambiaron el paradigma: la diferencia entre Boca y River, ahora que uno está cerca de la final y el otro precisa un milagro para alcanzarla, está en la eficacia de sus delanteros. Darío Benedetto enfiló al Xeneize hacia el partido decisivo, mientras que el débil Lucas Pratto carga con la obligación de hacer lo propio con el conjunto de Núñez.

Pratto era el hombre salvador para Marcelo Gallardo, quien pidió y pujó por su incorporación. Contra Gremio fue suplente y cuando entró a la cancha, promediando el segundo tiempo, lo hizo en sintonía con sus compañeros: estuvo apagado, errático, sin la lucidez necesaria como para destruir la fortaleza de un planteo táctico impenetrable. Darío Benedetto, en cambio, era una figura más simbólica que real. Aunque nadie dudaba de su jerarquía, el regreso luego de su cadena de lesiones había sido un sueño oscuro: Benedetto era un atacante que parecía sufrir los partidos. Guillermo Barros Schelotto había decidido prescindir de él. Es que no había convertido goles. El maleficio se acabó el miércoles en la victoria ante Palmeiras. Necesitó de un salto rapaz en el área y una pisada barrial seguida de un latigazo fortísimo para aniquilar las expectativas de un equipo que venía con ánimos de fiera indomable. El fútbol es tan volátil –y tan maravilloso– que cada semana construye nuevos héroes y villanos.

El caso de Pratto es un guión clásico. Es la típica historia del refuerzo que llega como estrella y no consigue alcanzar su máximo esplendor. Sin embargo, aporta desde otros aspectos del juego menos valorados por la posición que ocupa en el campo: se embarra para recuperar la pelota en ataque, combate cuerpo a cuerpo con sus marcadores y es la descarga fácil para sus compañeros. El ex Vélez disimuló su anemia de goles con sacrificio. El martes la buena voluntad no será suficiente. River necesita al menos dos tantos para llegar a la final y, en caso de que Gallardo le devuelva la confianza, Pratto es el encargado de consumar la faena. Nadie provoca tanto temor en los defensores brasileños como el ex Atlético Mineiro, que también supo conquistar a los fanáticos de San Pablo. Pratto necesita mostrar los dientes y reconectarse con el gol. Para testearlo, Gallardo lo pone de arranque ante Aldosivi este sábado. El Muñeco pretende que recupere el olfato, que huela sangre, que fortalezca su confianza, que llegue furioso a la revancha.

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Si el presente de Pratto es un film clásico, el de Benedetto es una remake de la película de Martín Palermo y la noche del gol de las muletas, aunque a Guillermo Barros Schelotto no le haya gustado la comparación. Nadie lo esperaba como redentor en la Bombonera. Ultimamente había fallado en los escenarios importantes tantas veces que parecía acostumbrado a ser una sombra. Fueron once meses y cuatro lesiones, con una rotura de ligamentos incluida, sin jugar. A su vuelta había perdido la frescura que lo caracterizaba cuando salía del área, la frialdad de sicario para elegir el lugar preciso donde definir las jugadas. Ahora era un futbolista sostenido por su pasado. El Benedetto del pasado, sin embargo, apareció como un rayo en el área para cabecear un centro muerto. El mejor Benedetto rompió la noche –y la serie– cuando arrolló a todos con una resolución digna del mejor Zlatan Ibrahimovic. Es probable que el ex América de México juegue hoy. Si lo hace es porque el Mellizo quiere continuar puliendo a su joya recuperada.

Para mostrar de qué están hechos, Pratto y Benedetto no podrían tener una mejor escenografía que la revancha de una semifinal de la Copa Libertadores en Brasil. A Pratto se le demanda una actuación rutilante desde su arribo, en febrero. Apareció en la vuelta contra Racing para abrir el marcador, pero después sus actuaciones se diluyeron tanto que acabó perdiendo el puesto con Nacho Scocco y Rafael Santos Borré. Benedetto encendió las luces el miércoles. Ahora luce listo para recobrar su versión más sensacional. Parece haber ganado la pulseada en la lucha por el corazón del área con Wanchope Abila.

Aunque la próxima semana ambos tienen una cita con la historia, el desafío puede ser aún más legendario si les toca encontrarse en la final más increíble de todos los tiempos. Que ocurra depende de ellos.

Descontento con los arbitros. La designación de los árbitros Wilmar Roldán (Colombia) y Andrés Cunha (Uruguay) para las revanchas de la semifinal de la Copa Libertadores unió ayer a Boca y River, antes que viajen la próxima semana a enfrentar a Palmeiras y Gremio en Brasil. Según dejaron trascender ambas dirigencias, aunque sin reconocerlo públicamente, cuando hace un par de semanas viajaron a Conmebol para una reunión general, ya sabían del rumor de que los brasileños habían solicitado estos árbitros. Ayer se los anunciaron oficialmente.

El equipo de Gallardo tiene un mal recuerdo de Cunha porque fue el encargado del VAR en la semifinal de la edición anterior frente a Lanús, en la que River quedó eliminado por errores que pudieron haberse evitado si se utilizaba el sistema. “Un árbitro se puede equivocar, pero siete... no hay explicación”, se había quejado Gallardo.

Por su lado, el historial de Roldán con Boca es favorable: lo dirigió en seis ocasiones por torneos de Conmebol, con cuatro triunfos xeneizes y dos derrotas.

Con suplentes, quieren acercarse a Racing. Los dos están con la cabeza en otro lado. Pero la Superliga les impone obligaciones que tendrán que afrontar. Boca volverá a apostar a la rotación y a darles descanso a algunos titulares en su visita a La Plata para enfrentar a Gimnasia; y River, otra vez con un equipo alternativo, recibirá a Aldosivi de Mar del Plata.

Más allá de lo que suceda en la Libertadores, los dos clubes tienen una exigencia: recortarle distancia al líder, Racing. Para eso, el técnico de Boca dispuso para su visita al Bosque una alineación parecida a la que igualó sin goles con Central, con Fernando Gago y Agustín Almendra en la mitad de la cancha, una defensa completamente distinta a la que jugó con Palmeiras y repitiendo a Agustín Rossi en el arco, uno de los pocos que juegan en los dos frentes.

La incógnita es qué pasará con Carlos Tevez, relegado al banco en los dos torneos, y con el puesto de centrodelantero, ya que Darío Benedetto, titular con Central y héroe ante Palmeiras al marcar dos goles con pocos minutos en cancha, pelea mano a mano con Ramón “Wanchope” Abila.

Después de sufrir una de las peores semanas del año, porque primero perdió en Santa Fe ante Colón un invicto de 32 partidos y después sufrió un derrota como local en la ida de la Copa ante Gremio, Marcelo Gallardo dispuso que River tenga hoy cuatro jugadores que podría repetir en la revancha de Porto Alegre: el arquero Franco Armani, los mediocampistas Ignacio Fernández y Enzo Pérez, más el delantero Lucas Pratto.

 


 

A jugar tranquilos

Ir a Brasil con dos goles arriba es una ventaja muy importante. Ahora son ellos los que están obligados a salir a buscar el partido. No nos tenemos que descuidar porque cualquier error lo pagás caro. Hay que salir a jugar tranquilos, pero con los dientes afilados.

Boca tiene que tratar de tener la pelota lejos del área de Rossi para aguantar la presión que ellos claramente van a intentar ejercer en los primeros minutos. Tiene que estar muy bien parado de mitad de cancha hacia atrás; a medida que pasen los minutos el nerviosismo se va a convertir en el gran enemigo de Palmeiras. Ahí va a estar la clave del partido: si ellos entran en la confusión y en el desorden, Boca lo puede liquidar.

Es obvio que el hincha de Boca sueña con una final con River, pero todavía no está dicha la última palabra, aunque River la tiene mucho más complicada porque llega con una derrota a la casa del actual campeón. Una final con River sería hermosa si solo quedara en un partido de fútbol, pero es claro que acá en Argentina estamos muy lejos de eso.

*Alberto Marcico. Futbolista de Boca entre 1992 y 1995.

 


 

Confío en este equipo

Va a ser un partido muy difícil porque Gremio es un equipo con mucha experiencia y llega con la ventaja del partido ganado en el Monumental pero, igualmente, confío en este equipo. Sabe jugar esta clase de partidos.

El otro día me fui de la cancha con la sensación de que River estuvo impreciso, y cuando está así se le complica por la forma de juego que tiene: es un equipo muy vertical.

Igual, estoy esperanzado con la revancha porque va a ser muy diferente. Gremio se metió todo atrás. Ahora, si River consigue manejar la pelota y hacer que los brasileños corran para recuperarla, me parece que el resultado se puede modificar. Porque si hay algo que fastidia mucho a los futbolistas brasileños es que les manejen la pelota, sobre todo cuando juegan de local. River tendrá que estar muy atento a la pelota parada porque, a excepción de Maidana y de Pinola, no cuenta con buenos cabeceadores.

*Marcelo Escudero. Futbolista de River entre 1996 y 2002.