Colón tomó la mejor decisión antes de salir a la cancha: no iba a meterse atrás. Al revés de tantos equipos que se sienten temerosos ante la pretendida superioridad del rival, esta vez el supuestamente inferior supo que su negocio pasaría por disputarle la pelota metro a metro al poderoso. Y a Central, entre sorprendido y lento de reacción para leer la clave del partido, se le pasó el primer tiempo sin entender demasiado lo que estaba pasando. Lo ayudó, en todo caso, haber conseguido el empate nomás Colón se había adelantado en el marcador (¿hubo penal a Aguirre?).
Pero el puntero estuvo lejos de tocar las teclas correctas en la noche rosarina, por más que Cervi insinuara con su gambeta y Ruben, con sus desmarques; Colón mostraba orden atrás, a Ledesma criterioso en el medio y a los tanques encendidos arriba.
Uno de ellos, García, se fabricó un mano a mano al principio del segundo tiempo, pero su definición desviada abrió el arcón de las preguntas sin respuesta: ¿Y si García fuera menos García frente al arco?, ¿y si Bittolo se despeinara cuando corre?, ¿y si Rosario no hubiera alumbrado a la Trova? Quién sabe.
En ese escenario, no había favoritos cuando el partido entró en la recta final. Central dependía de un rapto de inspiración y Colón, de un contraataque. No hubo nada de nada.