Hace más de cuatro años, Claudio Tapia llegaba a su primer Mundial como presidente de la AFA atribulado por la relación de Jorge Sampaoli con el plantel, sin el apoyo de un sector de la dirigencia que fantaseaba con quedarse con su cargo y con el entonces presidente, Mauricio Macri, sin darle el más mínimo apoyo. Cuatro años y medio después, algunas cuestiones cambiaron: la más importante es que el plantel llega consolidado tanto deportiva como grupalmente, algo que lo empoderó tras varios intentos de desestabilización.
Más allá de la Scaloneta, durante su travesía qatarí, Tapia probablemente deba surfear otras cuestiones más vinculadas al poder que al juego: a la indiferencia que llega desde la Casa Rosada, le debe sumar la rispidez que podría ocasionar un eventual encuentro con Macri, ahora titular de la Fundación FIFA y de aceitada relación con Gianni Infantino, a quien le promete –en reuniones privadas– que un eventual regreso de su ala política a la conducción del país incluiría un reseteo de la AFA y un plan de privatización ya no solapado como intentó Fernando Marín entre 2015 y 2019.
A diferencia de lo que sucede en el Gobierno, donde bajan algunos mensajes directos para que ningún funcionario viaje a Doha en el marco de la crisis económica, Macri se paseará por la capital del país organizador del Mundial luciendo el pase que le otorga el máximo cargo en la Fundación de la entidad.
El expresidente observará partidos desde el palco oficial, tendrá reuniones con empresarios y diferentes directivos globales y supervisará encuentros a beneficio, casi la razón de ser del órgano que dirige a distancia. Su primera aproximación al Mundial no fue para nada dichosa: debió pedir disculpas por referirse a la selección de Alemania como “una raza superior”.
Del otro lado, el ministro de Economía Sergio Massa lanzó a su equipo un “si los veo en el Mundial, los mato”, mientras que el canciller Santiago Cafiero rechazó una invitación oficial para no alimentar suspicacias y críticas.
Con Macri en Qatar y la veda al funcionariado oficial, en el entorno de Tapia saben que Chiqui será la única interlocución posible en el caso de que Argentina avance en el torneo y el Gobierno se sume a la ola triunfalista.
Ese resultado deportivo, además de mover el amperímetro social y político por algunos días, incidirá directamente en el devenir económico de la AFA, que se propuso, hace ya algunos años, instalar la “marca” de la Selección en el poderoso mundo árabe. Ese trabajo silencioso que hilvanó el gerente de marketing de la entidad, Leandro Petersen, adquirió cierta relevancia en junio, cuando Tapia firmó el “acuerdo de cooperación estratégica” con el secretario del Consejo de Deportes de Abu Dhabi, Aref Hamad Al Awani.
Por esa razón es que Tapia tendrá reuniones y almuerzos que podrían significar futuros ingresos. En esas reuniones quizá se encuentre con Macri, algo que de los dos lados preferirían evitar.