DEPORTES
círculo vicioso

Jugadores que terminan “colgados”: una fábula con muchos villanos y ningún héroe

Frente a la maniobra que proponen muchos futbolistas y sus representantes de dilatar la renovación de los contratos para terminar con el pase en su poder, algunos dirigentes se pusieron firmes y decidieron separarlos de los planteles profesionales. El caso más resonante es el del defensor Sergio Barreto, de Independiente. Pero no es el único. Huracán hizo algo similar con Lucas Merolla y lo mandó a entrenarse solo y en un turno distinto al de sus compañeros. San Lorenzo lo intentó con Federico Gattoni, quien hoy estará en el banco de suplentes a pesar del pedido de los dirigentes.

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Marginales. El defensor Sergio Barreto, de Independiente, fue separado del plantel. Huracán hizo lo mismo con Merolla. En San Lorenzo los dirigentes apartaron a Gattoni. | cedoc

Algunos dirigentes dijeron basta. Pusieron un límite, se plantaron y decidieron “colgar” a jugadores que no renuevan su contrato para irse con el pase en su poder y negociar ellos mismos su traspaso a otro club. El caso más resonante es el del defensor Sergio Barreto, de Independiente. Pero no es el único: Huracán hizo algo similar con Lucas Merolla y San Lorenzo lo intentó con Federico Gattoni.

Lo notable de estas situaciones es cómo los jugadores llegan a una instancia límite, quedan libres, sin un vínculo contractual, que los habilita a cambiar de camiseta sin que su transferencia deje un centavo en la tesorería del club. O, en realidad, la pregunta sería cómo es posible que haya dirigentes que permitan semejante despropósito. O, tal vez, por qué los representantes de los jugadores están habilitados para llevar la situación a ese extremo que perjudica a los clubes.

La hoja de ruta se repite en todos los clubes: a un jugador le faltan meses para terminar su contrato, empieza a negociar la renovación, los dirigentes le ofrecen una mejora, el jugador la rechaza, pasa el tiempo, el intermediario baraja posibles destinos, el jugador se entusiasma, los dirigentes superan la primera oferta, pasa más tiempo, la negociación se dilata, llega la fecha límite, el jugador se queda con el pase en su poder, saluda, publica un emotivo tuit de despedida y negocia una transferencia. En esta secuencia hay un solo perdedor: el club de origen, que no recibe un centavo por el jugador que se fue.

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Independiente. La sangría que hubo en los últimos años fue descomunal. Las bajas más recientes son las de Leandro Fernández, quien quedó libre del Rojo por segunda vez y firmó con Universidad de Chile, y Alan Soñora, que arregló su incorporación al FC Juárez de México. Sergio Barreto apunta para el mismo destino, pero los dirigentes pusieron un freno.

Al defensor le quedan diez meses de contrato y el interés que mostró Boca en este último libro de pases fue determinante. El representante Adrián Palma presionó para que lo vendieran, pero el presidente del Rojo, Fabián Doman, explicó que no llegó una oferta satisfactoria. Desde entonces, la renovación para extender el contrato se estancó.

Esta semana desde el club de Avellaneda anunciaron: “Aquellos jugadores con los que no se pueda arribar a un acuerdo beneficioso para ambas partes que deriven en la extensión del vínculo contractual que lo une a la institución, no serán tenidos en cuenta para integrar la formación del primer equipo”.

Hay cuatro integrantes del plantel en esta situación: Tomás Pozzo, Rodrigo Márquez, Braian Martínez y Barreto, quien ya le anunciaron que fue apartado del primer equipo y hoy ante Vélez no estará ni en el banco de suplentes. “Queremos mucho a Barreto, pero el club está por encima de cualquier nombre, incluso el mío”, explicó Doman.

Esta rueda interminable de jugadores de Independiente que quedan libres expone una paradoja: la mayoría son de las inferiores. Ocurre que en cada libro de pases les ofrecen jugosos contratos a los futbolistas que incorporan y relegan a los que se formaron en el club. Entonces, cuando ese jugador de las inferiores se consolida en la Primera y tiene que renovar su contrato reclama también por los años que tuvo salarios mucho más bajos que sus compañeros de plantel.

Huracán. El caso de Lucas Merolla es un espejo del de Barreto: también es defensor, también fue pretendido por Boca, también está “colgado”. La mayor diferencia es que el contrato se le vence en junio, por lo tanto serán sólo cuatro meses que deberá entrenar en soledad y sin posibilidad de jugar partidos de la Liga Profesional.

El club Riga, de Letonia, había ofertado 1.500.000 de dólares por el pase, cifra que le cerró a David Garzón, presidente de Huracán, sin embargo, el zaguero no cerró la propuesta. Y tampoco pretende renovar con el Globo. Por eso, ayer hubo una reunión determinante. Los dirigentes debatieron posturas con el defensor, no llegaron a un acuerdo y se pusieron firmes: Merolla seguirá entrenándose solo, pero desde el lunes lo deberá hacer a contraturno, sin contacto con sus compañeros.

San Lorenzo. En el Ciclón el conflicto es con Federico Gattoni. Aún no renovó su contrato, que vence en junio de este año, ni se concretó su venta al Sevilla de España, por lo que la dirigencia le pidió al entrenador Rubén Darío Insua que lo separara del plantel profesional.

Insua, de todos modos, decidió concentrar al defensor para el partido de hoy con Godoy Cruz. “Está concentrado al igual que el resto de sus compañeros. Después veremos si se termina la documentación que está pendiente para estar entre los 23, si no, no. Es factible que vaya al banco si se termina de solucionar todo el tema de los papeles”, señaló Insua en rueda de prensa.

Más allá de la reacción del entrenador de San Lorenzo, lo cierto es que hay dirigentes que se empezaron a poner firmes ante los jugadores y sus representantes que pretenden despojar a los clubes de su patrimonio.