El escenario podría resumirse así: de un lado, el Gobierno; del otro, todos los clubes. O casi todos, porque a ese grupo le falta Boca, el único que no se despega de la estela que deja la Casa Rosada en su misión por cooptar la AFA. El presidente de Boca, Daniel Angelici, operador en la Justicia y amigo de Mauricio Macri, es uno de los pocos dirigentes que todavía responden al oficialismo en el edificio de Viamonte 1366, más allá de la tímida crítica que hizo ayer en la casa de Rodolfo D’Onofrio (ver aparte).
Angelici, más el titular del Comité de Regularización, Armando Pérez, y su ladero Javier Medín son los soldados de un Gobierno que se quedó prácticamente sin representantes, pero que demostró, el último jueves, que tiene instrumentos de sobra como para bajar su línea. La falta de dirigentes que le responden puede contrarrestarla con el poder del Estado. La conferencia de prensa del presidente de la AFIP, Alberto Abad, en la que denunció lo “peligroso” que es el fútbol para la seguridad social del país, más la confirmación de que el programa Fútbol para Todos termina el 31 de diciembre, iba en ese sentido. “Fue todo un gran apriete”, graficó un dirigente.
La conferencia o el “apriete” de Abad, que se quejó de un decreto que él mismo había firmado en mayo de 2003, llegó como una reacción a la foto que se sacaron juntos Marcelo Tinelli y Pablo Moyano con la camiseta de Camioneros, una postal que movió los cimientos futboleros de la Casa Rosada.
El macrismo nunca quiso que Tinelli llegara al sillón que durante 35 años ocupó Julio Grondona. Lo demostró el año pasado cuando, luego de ganar las elecciones, activó un lobby contrarreloj a favor de Luis Segura –algo que los tinellistas consideran crucial para que la votación haya terminado en ese insólito 38 a 38–, y lo demuestra ahora: ante el regreso de Tinelli candidato, busca instalar a Daniel Vila como su oponente.
En diálogo con este diario, Vila reconoció que intentará buscar la presidencia de la AFA, que se reunió con Macri para hablar de fútbol (“En algunas cosas estamos de acuerdo, en otras no. Pero en lo conceptual coincidimos”, dijo) y que enfrentaría a Tinelli si fuera necesario. “Esto es un baile que requiere discreción, tiempo y conversaciones”, le explicó a PERFIL el ex presidente de Independiente Rivadavia (el actual es su hijo Agustín) y dueño del multimedios Grupo Uno. La conversación con Tinelli, según Vila, llegará esta semana: “Si no hay consenso, competiré como en cualquier elección”, avisó.
Mientras tanto, Tinelli muestra algunas de sus cartas, pero mide cada paso. La frase que repitió todo este año cuando recordaba el rol del macrismo en el papelón electoral de Ezeiza (“Quiero que me devuelvan lo que me quitaron”) volvió a estar latente. Tinelli está esperando. Sabe que el camino hacia lo más alto de la AFA es desgastante, tanto para él como para los que prometen votarlo. “A Marcelo le conviene quedarse en su casa. Ya lo van a ir a buscar”, dice un dirigente de su cercanía.
Tercera vía. La foto de Tinelli con Moyano no sólo sorprendió al Gobierno. También a los que se encolumnan detrás del moyanismo en la AFA. El grupo de Ascenso Unido, que ayer se reunió en San Juan para dar una muestra de unidad, renegó de esa postal y sostiene que ellos tendrán un candidato por fuera de la lógica binaria Macri (Vila)-Tinelli. En la trinchera de ese grupo están Claudio “Chiqui” Tapia (Barracas Central), Daniel Ferreiro (Chicago) y Pablo Toviggino (titular del Consejo Federal). Saben que, de acuerdo al estatuto actual, tienen un poder de fuego: cuentan con 45 de los 75 votos que podrían elegir al nuevo presidente de la AFA. Por eso, también, rechazan cualquier intento de reforma estatutaria bajo la conducción de Armando Pérez: saben que el “interventor de facto”, como lo llaman ellos, busca recortarles poder.