Desde Viña del Mar
Cuando por fin Carlos Tevez convirtió su penal para el 5-4 final desde esta definición, la Selección pudo desahogarse. Hubo tantas oportunidades perdidas, tantos goles fallados, tantas posibilidades de liquidarlo desde los doce pasos, que ya daba para pensar que otra vez aparecería este sino que parece perseguir al equipo nacional.
Durante los noventa minutos, y especialmente en el primer tiempo, la diferencia fue grande en actitud ofensiva, en la posesión de pelota (64,5 por ciento a favor del equipo nacional) pero como sucedió en toda la Copa América, no se concretaron esas oportunidades, desde la primera, a los cinco minutos, hasta la última, en los noventa, cuando Lionel Messi quedó solo ante David Ospina, logró tocar al gol, pero en la misma línea pudo sacarla el defensor Jeison Murillio.
Todo el partido fue así, ante una Colombia con recursos pero con muchos jugadores en baja forma y especialmente, como se preveía, sin marca en el medio por tantas bajas por suspensiones y lesiones.
Pero ocurrió en ambas direcciones lo que Martino temía y manifestaba: si no se concretaban las situaciones, el equipo sufriría, y vaya si sufrió. Y también advirtió sobre el arbitraje, y el del mexicano Roberto García Orozco fue muy deficiente, demasiado permisivo, y esto favoreció a Colombia que pegó demasiado para cosechar un puñado de tarjetas amarillas.
En el equipo argentino volvieron a aparecer fallas que a esta altura son crónicas en esta Copa y tal vez, en este ciclo, como la irregularidad de un muy buen jugador como Pastore, la soledad de Lionel Messi a la hora de profundizar o de jugar a los espacios y no al pie, cuando sólo parece sintonizar en esto con un Angel Di María que no es el que era hasta la temporada pasada.
José Pekerman, el entrenador colombiano, enseguida entendió que la formación inicial no podía contener a los cracks argentinos, y rápidamente cambió al colocar a Edwin Cardona por Teófilo Gutiérrez con la evidente idea de poner orden ante el desborde al que lo sometía el equipo argentino.
Ya con un 4-1-4-1, pudo reordenarse en la cancha, y también se cansó Pastore, pero la Selección siempre fue más profunda y con Martino intentando el gol por todas las vías, haciendo entrar a Tevez por Agüero, luego a Lavezzi por Di María, y hasta a Banega para tranquilizar el juego, por Pastore.
Pero la pelota no entraba. El palo, el travesaño y la gran actuación de Ospina, impidieron el triunfo argentino hasta que llegaron los penales y fue Carlos Tevez, justo Tevez, de tanta polémica en el ciclo anterior, el que pudo con el último penal.