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Diario Perfil

Los Grondona ya son los Moyano del fútbol

El eterno dueño de la pelota les da cada vez más protagonismo a sus hijos. Es más, el ferretero dice que ve a Julito como su heredero en la AFA...

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| Cedoc
Uno trata de criar a sus hijos a su imagen y semejanza. Intenta darles la mejor educación posible, quiere que aprendan. Por eso no me llama la atención que Grondona haya mandado a su hijo Humberto a que se hiciera al lado de Kia Joorabchian en el Corinthians.” Raúl Gámez puede ser el primero en levantar la bandera del antigrondonismo: desde su lugar de presidente de Vélez (ya no lo es) siempre combatió el manejo personalista con que Julio padre hizo y deshizo en la AFA. O con el que hace y deshace aún, a 29 años de su llegada al sillón principal de Viamonte 1366. La ironía de Gámez se explica a partir de quién es el iraní Joorabchian: el presidente del consorcio británico de inversiones MSI, acusado en Brasil de lavar dinero a través del popular club paulista. Allí, Humberto Grondona supo ser manager gracias a los contactos de su papá. Más cerca, en Sarandí, el jefe del clan Grondona ubicó a Julito, su otro hijo, como presidente de Arsenal, el club familiar. Para que también se haga. Hoy, los chicos ya están hechos y listos para asegurar la continuidad de la dinastía en la AFA. Tanto que ya deciden a la par del padre.

El chocolatinero. Julio Ricardo Grondona creció como el protegido de Nélida, su mamá. Andrés Ducatenzeiler, ex presidente de Independiente y conocedor de la interna familiar, describió en PERFIL hace dos años los inicios de Julito: “El pibe atendía el kiosco de la estación de servicio de su papá. Su tarea era vender chocolatines”. Una vez ungido presidente de Arsenal, Julito empezó a soltar su lengua, poco propensa a los formalismos. “Esto es para todos los putos que ayer se quejaron”, soltó tras un partido que ganó el equipo de visitante.

Sus modos diplomáticos venían a cuento de las acusaciones que giran en torno al supuesto favoritismo de los árbitros por Arsenal. O a las presiones que reciben para que favorezcan al club de la familia Grondona. A los que osan equivocarse en contra del club no les va bien. Lo puede contar Adrián Pérsico, por ejemplo, un árbitro asistente que invalidó un gol de Arsenal contra Huracán por un off-side inexistente de Leonardo Ulloa, en la primera fecha del Apertura 2007. Después de ese partido, Pérsico rodó barranca abajo: pasó a dirigir partidos de la B Metropolitana y la B Nacional, con esporádicas apariciones en Primera. “Los condicionan de esa manera. Es como decirles ‘mirá que si cobrás en contra nuestro te puede pasar lo mismo’. Lo hacen con los árbitros asistentes, es menos visible que con los árbitros principales”, resume a PERFIL un árbitro en actividad, que pide la reserva de su nombre por obvias razones.


 

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