La fórmula de los equipos que llegaron a la final de la Copa América es simple, no supone millones de euros y esconde una idea vector. La fórmula de Uruguay y Paraguay no es mala ni buena per se, no traza un único camino y a veces se pierde detrás de la buena fortuna. La fórmula de los equipos que definirán hoy la Copa América no muere en el resultado, pese a que una derrota pueda desnudar los puntos flojos y poner en duda algunas decisiones. La fórmula charrúa, como la guaraní, se basa en una idea que va más allá de un conjunto de once contra once y es válida, más allá de los resultados, por la base que deja a futuro.
La selección de Uruguay trabaja bajo el mando de Oscar Washington Tabárez, un montevideano de 64 años que dirigió a la Selección Sub 20 oriental en dos oportunidades (’87 y ’93) y que afronta su segundo ciclo en la mayor (el primero se extendió del ’88 al ’90, con la clasificación a Italia ’90 incluída) desde 2006. Con el Maestro como rostro visible, Uruguay logró en Sudáfrica 2010 el cuarto puesto, la actuación más destacada del equipo en los últimos años.