Cuatro y cuarto de la tarde. Los rumores crecen en los pasillos del cilindro y en las adyacencias de la histórica confitería: Gana Passarella. Por poco, pero gana. -Ojo puede haber fraude-, dicen en el bunker de Daniel. Los más veteranos toman la palabra y plantean que es fundamental asegurar la mayor cantidad de votos posibles. Los punteros repasan los nombres de los socios que habían comprometido su apoyo. ¿Quiénes ya vinieron? ¿Quiénes faltan? Nerviosismo. Adrenalina al por mayor.
Las largas colas para votar y las demoras para poder hacerlo, hacen subir la temperatura del ambiente al máximo. De nada importa la lluvia ni la incomodidad: Muchas familias del club, pero también muchos socios “de cancha”, como llaman a los que pagan su cuota solo por el fútbol. Al final del día sumarán un record de votantes: 14.248 votos emitidos. -Hay evidentes ganas de que esto cambie-, dice una socia de mediana edad y buen porte, vistiendo ajustada camiseta millonaria.
Alguien cercano a Passarella confirma que en el bunker que ellos llaman oficialista hay desánimo porque la carta ganadora que tenían, “el Enzo”, aún no apareció por el club. Por su parte, Daniel cumple -como lo haría durante gran parte del día- con el ritual de mostrarse y firmar autógrafos a granel. La apatía de D´Onofrio le impide competir en ese rubro.
Ya al mediodía Caselli y su millonaria campaña, habían quedado fuera de toda conversación. Muchos de los que lo rodean, que hasta último momento trataron de convencerlo de unirse a Daniel, sienten el peso de no haberse equivocado y la amargura de no haber podido torcer la historia. El final será cabeza a cabeza entre D´Onofrio–Santilli (con el supuesto apoyo del denostado Aguilar y el eterno Israel) y la lista supuestamente más renovadora, la de Daniel Passarella que lleva como candidato a vice al joven Diego Turner, y cuenta con una carta que al final será de importancia decisiva: “Mingo” Díaz, que dejó el oficialismo para apoyar al Káiser, pero antes se aseguró un puesto clave, Presidente de la Junta Electoral.
Entre los que apoyan a Daniel alguien se acuerda que Fernando aún no vino a votar. Se trata de uno de esos cientos de socios que pisan los cincuenta años, pero ya son vitalicios, y que hartos de los desmanejos de quien en el 2001 los ilusionó, se prometió no volver a creer en nadie de los que “hacen politiquería barata y se llenan los bolsillos a costa del club”.
"Hay que ir a buscar a Fernando. Cada voto cuenta", dice uno. "Agarrá el auto y traelo aunque sea a la rastra, convencelo que el cambio es ahora o nunca", agrega. Sobre el cierre de los comicios Fernando estaba haciendo la cola en la mesa que le correspondía. Ahora sabemos que ese puede haber sido uno de los seis votos que hicieron ganar a Passarella. Por supuesto, con la inestimable fuerza de contar con el presidente de la Junta Electoral, quien recién a las dos de la mañana logró que el veedor de la Inspección General de Justicia convalidara el recuento definitivo, transformando una derrota (difundida por las autoridades del club) en una ajustadísima victoria por media docena de votos. Uno de los cuales seguramente fue el de Fernando. ¿Quiénes serán los otros cinco?
(*) Especial para Perfil.com