“Tenía la virtud de tener muchísima garra”, dice cuando repasa su época de tenista profesional, y el tiempo verbal suena equivocado. También queda en deuda el recorte temporal: la perseverancia, esa fuerza interna para seguir adelante, aparece, sin que la mencione, como eje de su relato. Sentada en uno de los bancos linderos a la cancha de fútbol del Club Hípico de Tandil, Mariana Pérez Roldán hace un recuento de su carrera. El viento le golpea la cara mientras ella, en diálogo con 442, se relaja y habla. Habla mucho, con seguridad, y no titubea ni escatima respuestas: sabe a la perfección los altibajos del camino recorrido, esa experiencia que, analizada al detalle y en perspectiva, forjó la base de sus objetivos, y sus sueños.