Messi, otra vez. Como siempre. En el año de los silbidos en el Parque de los Príncipes, de los insultos en las calles y de la sanción por su viaje a Arabia Saudita. En el año en que muchas personas no le perdonan su consagración definitiva en el Mundial de Qatar, justamente contra Francia.
Hechizado como en toda su vida, Messi volvió a ser protagonista en el partido en que el Paris Saint Germain terminó de cerrar lo que se presagiaba hace mucho: su nueva conquista de la aburrida Ligue 1, que ganó en ocho de las últimas diez ediciones.
Fue, probablemente, uno de los últimos partidos de Messi en el PSG. Y en esa despedida, consiguió darle el bicampeonato con un gol en el empate ante Racing de Estrasburgo por 1-1, de visitante, por la penúltima fecha del torneo.
Lo hizo con la fórmula de toda la temporada, Messi y Kylian Mbappé, aunque esta vez invertida: el crack francés desbordó por izquierda y asistió al rosarino, que definió de manera exquisita a un costado.
El festejo de Messi, que no miró a los ultras del PSG, sintetizó lo vivido en estos dos años en su segundo club como profesional: una estadía marcada por la frialdad y el hostigamiento, que recrudeció por la final del Mundial y, sobre todo, por las eliminaciones en la Champions.
Pese a todo eso, con ese gol de Messi ayer en Estrasburgo, el PSG casi que se aseguraba el título: iban 15 minutos del segundo tiempo y con apenas un empate se garantizaba la obtención de la Liga. Se creó algo de suspenso 20 minutos después, cuando Kevin Gameiro marcó el empate.
Sin embargo, fue solo un momento de zozobra. El PSG enseguida enfrió el partido y se encaminó hacia su 11ª estrella, con la que pasó a ser el máximo ganador, por encima de Olympique de Marsella y Saint Etienne, ambos con 10.
El campeón del mundo aportó 16 goles y 16 asistencias en la campaña, que lo tuvo como protagonista en 32 partidos. Messi transita sus últimos días con la camiseta de PSG, en un contexto diferente a lo que fue su arribo, lleno de elogios, prensa y amor por parte de los hinchas parisinos.
El rosarino protagonizó su penúltimo partido, si nada raro sucede, porque el vínculo tiene una posibilidad de extensión, pero todo indica que su camino estará en otro lado (¿Barcelona? ¿Al Hilal?).
Ya nada queda de aquellas postales en el aeropuerto de París de agosto de 2021, con la remera de Ici c’est Paris color blanca y un saludo cinematográfico desde el balcón del hotel Royal Monceau en la calle de ‘Champs Elysées’.
Poco le importó al hincha del PSG las dos ligas obtenidas, las asistencias y los goles. Pesaron más las eliminaciones de la Liga de Campeones y, aunque algunas personas lo relativizan, la enorme actuación de Messi en Qatar 2022, con dos goles incluidos a Francia en la final, más el penal en la definición.
El punto de quiebre sucedió hace unas semanas, cuando Messi partió, sin permiso aparente, a Arabia Saudita por negocios personales, y la directiva lo suspendió por dos semanas –finalmente fue una– y una multa.
El sueño de triunfar fuera de Barcelona no se dio de lleno, aunque en el medio y con la Argentina ganó todo lo que se le negó antes. PSG quería la Champions, pero al tridente de Messi, Kylian Mbappé y Neymar no se lo dio y por eso el final es opaco, a pesar de esta consagración.