El hashtag empezó a circular rápido, casi en el mismo momento en que Messi eludía a Marcelo y le daba la pelota a Aleix Vidal para sellar el 3-0 en el Santiago Bernabéu con el que Barcelona se adueñó del duelo más trascendente del fútbol internacional. En las redes sociales, tan inabarcables como efímeras, el argentino ya tenía puesto el gorro navideño y el rótulo para la ocasión: #PapaLionel.
El argentino fue la figura, una vez más, de un clásico español que fue usado como punta de lanza para que la Liga se instale, ya de forma definitiva, en China y en todo el mercado asiático. Por eso el horario –el mediodía madrileño, la mañana argentina–, por eso la venta casi boxística del partido, un clásico dentro de otro, o un metaclásico: Messi vs. Cristiano. El objetivo era llegar a 182 países y alcanzar una audiencia que superara los 600 millones de espectadores.
Por todo eso, lo de ayer homologó a Messi en su condición de estrella del fútbol globalizado. Si el argentino ya era invitado a participar de los juegos en la televisión china, o si en el gigante asiático ya habían anunciado su propio parque temático –el Messi Experience Park, que se inaugurará en 2020–, el triunfo en el Bernabéu lo consolidó como un crack transcontinental.
Con el gol de ayer de penal, Leo se convirtió en el goleador del año con 54 tantos. No de España sino del mundo. Y también siguió sacándoles ventaja a vacas sagradas como Alfredo Di Stefano, Cristiano o Raúl en la tabla de goleadores históricos del clásico español: Messi llegó a 24, muy por encima de la Saeta Rubia, con 18, y de CR7, con 17. Messi está por encima de todos. Incluso en uno de los mejores años de Cristiano.
El partido. Pero Messi no estuvo solo. Lejos de eso, el Barça volvió a demostrar que si bien algunos nombres no tienen la marquesina de otras épocas, el funcionamiento de equipo sigue en estado sólido: la muestra fue el extraordinario golpe de ayer en un clásico en el que impusieron su personalidad y fortaleza ante un rival que realizó una pésima lectura del encuentro.
Cuando apenas se disputaron 17 jornadas del torneo español, el Barcelona abrió una grieta de 14 puntos sobre los blancos, y nueve sobre el Atlético de Madrid. Una distancia sideral que lleva al equipo de Zinedine Zidane, reciente campeón del mundo, a meses de agonía tras jugar un segundo tiempo para el olvido.
En esa parte, justamente, se decidió el encuentro: el Real salió dormido y el Barcelona manejó el encuentro a su antojo ante el progresivo desplome de su rival. El comienzo del paseo fue el primer gol del Barcelona, que llegó a los 54 minutos. Rakitic avanzó hasta el borde del área, cedió a la derecha a Sergi Roberto y este puso el balón para que Suárez marcara.
Siguió el festival azulgrana ante el desconcierto monumental del Real Madrid y a los 63 apareció la sentencia. Navas salvó el remate de Suárez, luego el uruguayo remató al palo y posteriormente Carvajal sacó el balón con la mano. Penal y expulsión del lateral blanco. Y gol de Messi en el lanzamiento, con celebración efusiva. Después llegaría el tercero, ya sobre el final, luego de una gambeta de Messi a Marcelo y un centro atrás con un pie descalzo a Vidal. Sin embargo, la postal ya estaba establecida: era Messi luego del segundo gol, con los brazos abiertos ante las tribunas del Bernabéu. Como si fuera Papá Noel a la espera del abrazo de los niños y niñas del mundo.
