DEPORTES
DEPORTISTAS ANTIVACUNAS

No dan pelota

Djokovic, que por resistirse a ser vacunado no puede ingresar a Australia, es una de las celebridades del deporte que se sumaron a una causa que afecta sus carreras.

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Djokovic no está solo. Kyrie Irving, basquetbolista de la NBA; el golfista Bryson DeChambeau; Aaron Rodgers, estrella del fútbol americano, y el tenista Tennys Sandgren. | afp/cedoc

Novak Djokovic no está solo. Tiene el apoyo mediático de sus padres, del presidente serbio Aleksandar Vucic y de centenares de compatriotas que se movilizaron delante del Park Hotel, donde el tenista se encuentra alojado, junto a activistas antivacunas y defensores de refugiados. Pero además, Djokovic es la cabeza visible de un grupo de deportistas de elite que se niegan a ser inoculados de covid. El escepticismo con respecto a la efectividad de las vacunas también se hizo fuerte en el mundo del deporte. Estrellas del fútbol, la NBA, el fútbol americano y otros tenistas militan la causa con el mismo entusiasmo que Viviana Canosa. 

Kyrie Irving. Mientras el caso Djokovic explotó en todo el mundo luego de que se le negara el ingreso a Australia por no presentar la documentación de su vacunación, Kyrie Irving volvió a jugar en la NBA. Confeso antivacunas, una de las estrellas de los Brooklyn Nets había pasado los dos primeros meses de la temporada fuera de la competición por haberse negado a vacunarse. Este jueves, a pesar de que sigue sin inocularse, disputó su primer partido de la temporada.

Kyrie Irving volvió a jugar en la NBA. Sigue sin vacunarse

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El base de 29 años aseguró que su decisión, muy criticada, no era debido a su oposición a la vacunación en su conjunto, sino que se trataba simplemente de una decisión personal. “Hago lo que es mejor para mí”, señaló en octubre. “Conozco las consecuencias, y si eso significa que soy juzgado y diabolizado por ello, así será. Es el rol que juego”.

Por el momento, Irving, campeón de la NBA con los Cleveland Cavaliers en 2016, solo puede disputar los partidos de visitante ya que mientras no esté vacunado, no puede jugar como local debido a las reglas sanitarias del estado de Nueva York.

Aaron Rodgers. La leyenda de los Green Bay Packers, de fútbol americano, con los que ganó la Super Bowl en 2011, fue una de las principales voces contra la vacunación en el mundo deportivo en Estados Unidos. Criticado tras un test positivo, el quaterback de 38 años adopta desde entonces el papel de una víctima de la “mafia woke” y de la “cancel culture”.

Antes de ello, había declarado estar “inmunizado” tras haber buscado un tratamiento alternativo, ya que afirmaba que dos de las vacunas disponibles contenían un ingrediente no especificado al que era alérgico y que un tercero había causado, según él, múltiples “efectos indeseables” a “muchas personas”.

Joshua Kimmich. Si Rodgers no sufrió el coronavirus pese a su rechazo a vacunarse, el futbolista alemán Joshua Kimmich no tuvo esa suerte cuando lo contrajo a finales de noviembre. La estrella del Bayern Munich, de 26 años, sufrió lesiones pulmonares que le impidieron jugar hasta enero.

Había suscitado la furia de muchos revelando en octubre que se oponía a la vacunación debido a “temores e inquietudes”. “Pensaba poder protegerme del virus si respetaba todas las reglas y me sometía a tests regularmente”, declaró.

Más extraño todavía, en 2020, fundó junto a su compañero Leon Goretzka la iniciativa “We kick Corona” dando dinero para apoyar campañas de vacunación y proyectos caritativos. Aunque terminó tomando una cita para una vacunación admitiendo “que habría sido preferible haberlo hecho antes”.

Bryson DeChambeau. El vencedor del US Open 2020 de golf pareció más delgado tras su regreso después de padecer el covid que le había costado su lugar en los Juegos de Tokio el año pasado. El jugador de 28 años reveló que había perdido 4,5 kilos debido al virus, pero que no estaba muy entusiasmado con la idea de vacunarse.

“La vacuna no impide necesariamente la contaminación”, dijo a los medios estadounidenses en agosto. “Soy bastante joven, prefiero darla a las personas que lo necesitan. Soy una persona joven y con buena salud, que va a continuar trabajando sobre su salud”, afirmó.

DeChambeau, cuyos padres están vacunados, afirmó que se planteaba imitarlos si estimaba que una nueva vacuna respondiera a sus criterios.

Tennys Sandgren. Contrariamente a Djokovic, el tenista estadounidense de 30 años no intentó ni siquiera obtener una derogación médica para el Open de Australia.

Sandgren, que alcanzó dos veces los cuartos de final en Australia, lejos de los nueve títulos en individuales del número uno mundial, declaró que no cumplía las condiciones requeridas para obtener una derogación.

“No tengo claramente la misma  influencia”, señaló Sandgren, antes de lo que le está ocurriendo a Djokovic tras su llegada a Melbourne.

Sin embargo, una vez que el serbio fue retenido en el aeropuerto, se mostró crítico con la posición de las autoridades australianas. “Dos comisiones médicas distintas aprobaron su derogación. Y los políticos lo detienen. Australia no merece albergar un Grand Slam”, tuiteó.

 

Aislado y a la espera

Mientras aguarda la segunda audiencia judicial el próximo lunes que determinará si puede o no jugar el primer Grand Slam de la temporada, el número 1 del mundo, Novak Djokovic, agradeció ayer desde su encierro en un hotel de Australia el apoyo de sus fanáticos, mientras se manifestó “con ganas de hablar”, según la PTPA, la asociación de tenistas profesional que fundó el serbio para jaquear la conducción de la ATP.

En la tarde australiana, desde la habitación en la que se encuentra aislado por decisión del gobierno local en Melbourne, reservado para refugiados que solicitan asilo, Djokovic publicó una historia en su cuenta de Instagram. “Gracias a la gente alrededor del mundo por su continuo apoyo. Puedo sentirlo y es muy apreciado”, escribió.

Djokovic sigue retenido en el hotel, mientras sus abogados trabajan para justificar la exención de vacunación que le pide el gobierno de Australia para dejarlo ingresar al país y competir en el Abierto de tenis, primer Grand Slam de la temporada. El incidente se convirtió en un escándalo diplomático cuando el presidente serbio Aleksandar Vucic acusó a las autoridades australianas de “maltrato” al número 1 del tenis y de ejercer una “caza política”.