La fecha 12 del Torneo Clausura 2025 dejó más interrogantes que certezas. A medida que se acerca la etapa final, el campeonato se muestra tan parejo como caótico: cualquiera puede ser campeón, pero eso, lejos de ser un mérito colectivo, encendió un debate en Cueste lo que cueste sobre la calidad y la justicia del formato.
Lo que dejó la fecha 12 del Torneo Clausura, bajo la lupa de Cueste lo que cueste
“Si tirás las 16 bolillas de los clasificados sobre la mesa, cualquiera puede ser campeón. Y no sé si eso está bien”, fue la reflexión que sintetizó el sentimiento general. La igualdad extrema, que en principio podría interpretarse como un signo de competitividad, terminó exponiendo las limitaciones de un torneo en el que muchos equipos no se enfrentan entre sí y en el que los playoffs parecen tener más peso que la regularidad.
“Tenemos que tratar de que el mejor sea campeón”, coincidieron varios analistas al repasar una fecha en la que nadie logró despegarse y donde el octavo todavía puede alcanzar el primer puesto. La sensación es que el formato, con fases cortas y eliminación directa, privilegia la emoción por sobre el rendimiento sostenido.
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A esta altura, el Clausura se convirtió en una ruleta: Unión no logra mantener el ritmo, Riestra encadena empates, Central Córdoba y Barracas Central alternan victorias y derrotas, y los supuestos candidatos —Rosario Central, Boca o Argentinos Juniors— tampoco logran imponerse. En definitiva, la clasificación está abierta y el torneo parece decidido por detalles.
El caso de Riestra, hoy protagonista inesperado, refleja la paradoja del certamen. Con un planteo pragmático y una estructura modesta, el equipo del Bajo Flores se mantiene firme, mientras otros con mayor presupuesto, como Independiente, naufragan en el fondo de la tabla.
El formato también genera desigualdades. No todos los equipos enfrentan a los mismos rivales ni recorren las mismas distancias, lo que repercute en el desgaste físico y en la tabla. “Riestra puede sumar un par de puntos más por no tener tantos viajes, mientras otros deben ir a Santa Fe o Mendoza”, se señaló durante los análisis del fin de semana.
En ese contexto, el Clausura ofrece espectáculo, tensión y finales cerrados, pero también deja en evidencia un problema estructural: la pérdida de competitividad real. “Cuando el único objetivo es clasificar, el torneo deja de premiar al mejor”, fue una de las conclusiones más repetidas.
A cuatro fechas del cierre, el Clausura 2025 sigue siendo un enigma. Cualquiera puede ganar, cualquiera puede caer. Y mientras algunos celebran la emoción de un campeonato abierto, otros advierten que la paridad, cuando no hay excelencia, puede ser el síntoma más claro de un fútbol que perdió el rumbo.