Hasta hace apenas un año “se cansaba” de romper redes en la quinta de Instituto. Allí en las canchas de La Agustina, el flamante predio donde entrenan las inferiores, Paulo Dybala era una de las grandes promesas del semillero de La Gloria hasta que Darío Franco, el técnico albirrojo confió en él y el juvenil oriundo de Laguna Larga se transformó en una de las apariciones más importantes del fútbol argentino.
Con sólo 19 años, Dybala deslumbró a propios y extraños con su capacidad goleadora al punto de disputarles el cetro de máximo artillero a jugadores de la talla de Fernando Cavenaghi y Gonzalo Castillejos. Pero el fútbol rápidamente le demostró que no todas son rosas y de un tiempo a esta parte las cosas parecen no salirle al delantero. Su último tanto fue el 2 de abril de este año, frente a Defensa y Justicia, cuando abrió el marcador de cabeza, para lo que finalmente sería un triunfo que consolidaba a Instituto en la punta. Luego, pasaron 11 partidos sin convertir y la gente por primera vez lo despidió con silbidos en el último encuentro frente a Ferro.