El Cholo Simeone va a verse la cara con San Lorenzo, una vez más en su vida, como director técnico de River. La primera le salió bien: fue el 24 de febrero en el Monumental, cuando Andrés D’Alessandro se fue de la cancha lesionado a los 23 minutos y River ganó 2-0 con goles de Falcao y Abelairas, en lo que debe ser una de las mejores actuaciones millonarias en el ciclo del Cholo. En el equipo estaban Juan Pablo Carrizo, Augusto Fernández, Sebastián Abreu y el Burrito Ortega. Era un equipo “simeonístico” ciento por ciento, con todo lo que tiene ahora –presión, recuperación de la pelota en el campo rival, obsesión por el arco de enfrente–, y con todo lo que le falta ahora –cambio de ritmo, último pase, resolución, Ortega–, y que se le reclama desde que comenzó el actual certamen.
La segunda vez que el River de Simeone y San Lorenzo se encontraron sucedió el 8 de mayo. Fue aquella recordada noche de la Copa Libertadores, cuando River andaba tranquilo 2-0, y pensaba en quién le iba a tocar en la próxima fase. Como dato curioso, vale resaltar que, pese a la distancia en el tiempo entre los dos partidos, Simeone puso en la cancha el mismo equipo que el 24 de febrero, salvo en un caso: Buonanotte entró en el puesto que aquella vez había ocupado Ortega. Era una señal clara. El entrenador se estaba cansando de las inconductas del Burrito y empezaba a darle minutos a su sucesor natural. Pero Ortega estaba en el banco y, cuando San Lorenzo empató, siguió ahí sentado. Fue todo un aviso de lo que pasaría más adelante.
Sigo pensando que Simeone debió irse en aquel momento. El campeonato que River obtuvo poco tiempo después, no alcanzó para mitigar ese fracaso. No puede alcanzarle a un club como River ganar un opaco certamen de 19 fechas para olvidar sus penurias internacionales. Y, mucho menos, para tapar la manera en la que quedó eliminado. El rival tenía dos hombres menos y perdía 0-2. Le sacó la pelota, lo apretó contra Carrizo y le empató. En términos futboleros, fue un bochorno. Eran tiempos en los que Simeone padecía serios problemas personales ventilados por televisión todo el tiempo. Eran tiempos en los que el River del Cholo parecía encontrar una identidad que perdió cuando más necesitaba afirmarla. Eso pasó el 8 de mayo. Después, Ortega resolvió una difícil victoria con Gimnasia y llegó un empate con Independiente, con el tema de Ahumada a flor de piel y con el volante central como figura de la cancha.
El Cholo prefirió olvidar viejas penas para afrontar este nuevo compromiso con San Lorenzo. Y tiene razón: por más que River gane 5 a 0, no borrará el dolor del 8 de mayo. Es más, recién se juega la cuarta fecha de un torneo, Ramón Díaz ya no está, D’Alessandro anda por Brasil, Placente recorre la bella Bordeaux, Santiago Solari se suma al trabajo el lunes y Bergessio, por ahora, se queda. Nada es igual. Los hinchas de San Lorenzo insistirán en recordar aquella gesta, pero no es lo mismo.
Lo que sí puede influir es que Boca ganó una copa en la semana. River prefiere pensar que es una Copa Melba y una exageración de cierto sector del periodismo. Le asiste la mitad de la razón: los medios exageran mucho los logros de los equipos grandes, hablan de Rey de Copas, de una supuesta paridad con el Milan y nada dicen de que las copas Nicolás Leoz y Master –de las que fui un fastidioso testigo profesional–, fueron impresentables y no se pueden contar seriamente.
Pero Boca jugó la Recopa Sudamericana por haber obtenido la Libertadores ’07, no por derecho divino. Y, en el fondo, en cada jugador de River –y también en el Cholo– esto juega. Además, esta situación es irreversible, porque si River gana, gusta y golea ante San Lorenzo, serán sólo tres puntos, y Boca seguirá siendo el ganador de la Recopa Sudamericana.
¿Cómo está River hoy? Es difícil saberlo. Ante cada logro de Boca, los futbolistas millonarios se cierran como una tortuga cuando duerme y dicen que no les importa. Nadie les cree, claro, pero allá ellos. Sin embargo, hay un antecedente propio que sí debería interesarles: la derrota con Banfield del sábado pasado. Y si bien a Simeone no le gusta mucho hablar de individualidades, la realidad es que la vuelta de Buonanotte será vital. La sospechosa salida de Ortega hacia Independiente Rivadavia y la presencia del Enano en los Juegos Olímpicos dejaron a River huérfano de creación en los últimos metros de la cancha. El Cholo intentó suplirlo en Banfield con un 3-4-3, con Abelairas y Barrado intentando sin éxito que la pelota llegara redonda a los de arriba. Buonanotte es un delantero muy hábil o un volante ofensivo con mucho gol, depende de para qué se lo use. En todos los casos, su presencia en el equipo es imprescindible. Buonanotte va a darle pausa o vértigo según haga falta. Pero, sobre todo, su juego mejorará el rendimiento de Falcao y hará que Salcedo vuelva a ser el delantero temible que River le compró a Newell’s.
River afrontará un partido muy especial. Estamos en una semana boquense y su rival de mañana le asestó el golpe más doloroso de los últimos tiempos. Habrá que ver cómo se para el equipo de la banda roja ante este escenario.