West Bay es la zona de Doha que está repleta de rascacielos, se encuentra al norte de la ciudad y se ha preparado muy bien para el Mundial. En cada uno de los rascacielos está la figura de una de las 32 estrellas de las selecciones participantes. Uno va caminando y está mirando a un Luis Suárez gigante, dobla la esquina y se encuentra de frente con Enner Valencia o Harry Kane, un poco más allá nos esperan Son Heung Min y Neymar.
Antes de salir para el Estadio 974 para ver a Brasil, nos dirigimos al FIFA FAN Festival para ver el que, a priori, es el partido más igualado de los Octavos de Final: Japón vs. Croacia. Los japoneses se ponen en ventaja después de un centro de Doan que toca Yoshida hacia el punto penal, y encuentra solo a Daizen Maeda para empujarla. Japón le ha ganado a Alemania, a España, y le está ganando a Croacia.
Pero los croatas se recuperan pronto tras un centro del central Lovren que cabecea con una potencia inaudita el de siempre: Ivan Perisic. Croacia es levemente superior y obliga a Gonda a hacerle un paradón al bueno de Luka Modric, pero no es suficiente y se van a la prórroga. El ritmo del partido ha bajado muchísimo, todos acertamos cuando apostamos que van a ir a penales. Croacia 1, Japón 1. Allí el héroe es Dominik Livakovic, que ataja tres de los cuatro que tiran los nipones. El de la victoria definitiva lo ejecuta Mario Pasalic, firmando el 3 a 1 en la definición por penales que clasifica a Croacia para los Cuartos de Final.
El partidazo de Brasil ante Corea del Sur
El 974 está colmado con 43.000 personas, la gran mayoría vestidas de amarillo. Vienen a disfrutar con Brasil. Y Brasil no defrauda, sale con tres delanteros (Raphinha, Richarlison, Vinícius), Neymar, ya recuperado, de enganche, y en el medio, por si fuera poco, un llegador como Lucas Paquetá. Es cierto que los laterales no son los de antaño, el derecho, Militão, es un central, y el izquierdo, Danilo, está en banda cambiada y es incapaz de proyectarse.
A los cinco minutos ya se va Raphinha por la derecha y lo deja solo a Vinícius. Hace un año en el Real Madrid, Vinícius Júnior era incapaz de meter un gol, se driblaba medio equipo contrario pero cuando llegaba a la portería, solo, no acertaba entre los tres palos. Ahora en Brasil, recibe, se toma su tiempo, y ante la salida del arquero y de toda la defensa coreana, la coloca arriba, con sutileza. Si a la habilidad y a la velocidad que tiene, Vinícius le agrega precisión en la definición, estamos frente a uno de los grandes jugadores de la década. Es el 1 a 0. Los brasileños lo festejan danzando.
Un ratito después, siempre jugando en el área coreana, una avivada de Richarlison, que le mete el pie justo a Jung cuando iba a despejar, se convierte en penal para Brasil. El público pide que lo tire Neymar. Kim Seunggyu, el arquero coreano, se mueve por la línea al estilo Redmayne. Neymar se la coloca con clase, a su izquierda, lo deja parado. 2 a 0 en diez minutos. Baile al canto.
Los coreanos lo intentan, un remate precioso de Hwang Heechan lo obliga a Alisson a hacer una atajada fantástica. Pero los contraataques brasileños son letales, lo desbordan a Corea por todos lados. Tocan, tocan, bailan, bailan, Richarlison hace jueguito con la cabeza, uno, dos, tres, Thiago Silva se la devuelve de primera, como si fuera Neymar, Richarlison entra solo y define sin inmutarse ante la salida de Kim. 3 a 0. Esto es una samba brasileira, baila hasta Tite.
Vinícius sigue haciendo estragos por la izquierda, arranca, frena, se va de nuevo, contragolpean a toda velocidad, Neymar la abre para Vini, y Vini llega hasta el fondo y pone un centro hermoso para la llegada del de siempre, Lucas Paquetá, implacable el ex del Lyon, derechazo y adentro. 4 a 0. Samba en la cancha, samba en las tribunas, samba en Doha, en Río de Janeiro, en todo Brasil. Todavía no había terminado el primer tiempo y ya se había terminado el partido.
En el segundo, con Brasil pensando en los Cuartos de Final, Hwang Heechan siguió convirtiendo a Allison en figura, hasta que el ingresado Paik Seungho sacó un zurdazo desde fuera del área tan potente y bien colocado que esta vez ni Allison, que estaba llegando a todo, pudo parar. Era el 4 a 1. Era un premio para una Corea que no le perdió la cara al partido a pesar de la enorme diferencia, en el juego y en el marcador.
Va tan sobrado Brasil, que al final lo puso a Weverton, el tercer arquero, para que no se quede ni un solo jugador sin minutos en el Mundial. Y Dani Alves, sí, el mismo Dani Alves que la rompía en el Barcelona hace 10 años está jugando el Mundial para Brasil con 39, no solo ingresó, sino que intentó marcar un golazo con una tijereta.
Brasil 4, Corea del Sur 1. Los jugadores lo celebran en el centro de la cancha con una bandera que pone Pelé. Después se van a sambar un rato con su tribuna, que le devuelve con el mismo baile. Brasil no ha defraudado, nos ha regalado su fútbol, el que la gente viene a disfrutar, a bailar, a sambar.
Andrés Margolles, desde Doha, Qatar.