DEPORTES
gabriel calderon

Un argentino en Irán

Dirige a Persepolis, el club mas popular de toda Asia, y en estos dias define su futuro. Las complicaciones para cobrar en medio del conflicto con Estados Unidos.

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Querido. Calderón agradeció el cariño de los hinchas del club. | cedoc

No quería irme sin despedirme de los fans del Persépolis, que son los mejores del mundo. Todos lo dicen y yo lo confirmé”. El que habla en un video en su cuenta de Instagram es el argentino Gabriel Calderón, desde el aeropuerto de Teherán, capital de Irán. Calderón, ex jugador de la Selección argentina y actual entrenador del Persépolis FC, el club con más hinchas de todo Asia, llegó hace seis meses a Irán, dejó al equipo primero, ganó los últimos partidos de manera consecutiva, pero decidió dejar el país hace unos dos semanas por no ser tratado de manera respetuosa por la dirigencia del club.

Aunque según medios locales, posiblemente en los próximos días regrese para seguir al frente del Persépolis FC. La dirigencia consiguió el dinero para pagar las cuotas que le adeudaban. Calderón lleva medio año en el segundo club más ganador de Irán y el más popular del continente, según la Confederación Asiática de Fútbol. En poco tiempo se ganó el cariño de los hinchas que le piden por las redes sociales que siga al mando del equipo de primera.

Los hinchas iraníes viven el fútbol de una manera muy intensa, a pesar de que el fútbol en Irán no tiene una larga tradición como en los países donde los ingleses llevaron el deporte a fines del siglo XIX. La Federación de Fútbol de Irán nació en 1920, en 1945 se incorporó a la FIFA y en 1958 a la Confederación Asiática de Fútbol.

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“El entusiasmo de los iraníes por el fútbol es un excelente indicador de las contradicciones que abruman a la sociedad actual, las tensiones entre tradición y modernidad, los debates sobre el papel de la mujer en el espacio público, sobre la decencia y el desborde tolerable de las emociones”, escribió el etnólogo y especialista en deportes de la Universidad de Provence de Francia, Christian Bromberger.

El Persépolis se fundó en 1963 y en la década del 70, el momento de mayor crecimiento del fútbol iraní hasta ese entonces, comenzó a asentarse entre los grandes del país al obtener su primera liga local en 1971.

Con la Revolución Islámica de 1979, el fútbol, como todo lo que fuera una apertura a la cultura occidental, perdió apoyo e importancia en la sociedad. Luego de casi dos décadas, bajo la presidencia reformista de Jatamí, Irán se posicionó de otra manera frente a Occidente a nivel comercial y el fútbol no fue ajeno. Así se da la llegada de entrenadores extranjeros a la selección nacional que clasifica al Mundial de Francia 98, luego de 20 años.

El fútbol en Irán ha ido acompañando las posiciones de los distintos gobiernos en materia de apertura a Occidente. Con la llegada de Ahmadinejad a la presidencia en 2005, se detiene nuevamente la apertura y el fútbol sigue ese camino. Ese año la federación le exige a los jugadores que respeten los “valores islámicos” y les prohíbe usar camisetas pegadas al cuerpo, aros, barbas irregulares, pelo atado y todo lo que tenga que ver con la moda occidental.

Así como el fútbol no es ajeno a los gobiernos nacionales, tampoco lo es a los conflictos internacionales y, luego de las sanciones impuestas por el gobierno de Estados Unidos tras la ruptura del pacto nuclear en 2018, los clubes iraníes tienen muchos problemas para realizar transferencias internacionales porque los bancos tienen complicaciones para usar el sistema Swift, una herramienta para transferencias internacionales.

Por eso, el italiano Andrea Stramaccioni, técnico del Esteghlal FC, el máximo rival del Persépolis, renunció en diciembre por falta de pago, como también lo hizo el belga Marc Wilmots, entrenador de la selección iraní.

El diario Marca de España informó que Calderón se encuentra en la misma situación que ambos entrenadores y que envió una carta al club para rescindir su contrato. Sin embargo, en el video de despedida que subió hace dos semanas, Calderón se quejó de los dirigentes y los medios que dijeron que su tema era económico e insistió con lo del respeto.

En una entrevista televisiva con un canal iraní, Calderón dijo que aceptó el desafío por mucho menos dinero que el que suele ganar porque tenía un solo sueño: ver al estadio lleno festejando un título. “Yo doy la vida por el club que confió en mí y voy a dar todo porque esa afición tenga la alegría que se merece”, explicó. En los próximos días sabremos si las nuevas sanciones de Estados Unidos a Irán, luego del asesinato de Soleimani y la respuesta iraní, complica aún más la situación de los clubes del país y si Calderón podrá cumplir con ese sueño o su salida del club se suma, humildemente, a la lista de consecuencias del conflicto entre Irán y Estados Unidos.