Cuando un equipo no encuentra el rumbo, tropieza ante cualquier golpe, por más suave que sea. Eso es lo que le sucede a un Vélez, que tenía todo para pasar una tranquila tarde y terminó reprobado por sus hinchas tras perder contra Belgrano. Los de Miguel Russo siguen exhibiendo serios problemas de funcionamiento y no muestran mejoras en un torneo en el que hace cuatro fechas que no ganan. El Pirata se aprovechó de sus dudas y sin hacer un gran partido se volvió a su provincia con una victoria que dejó en claro que de visitante se siente mucho más cómodo que en el Kempes.
Cuesta entender los motivos por los cuales un equipo que se mostró ambicioso en el comienzo del partido se desconecta y termina tirando todo por la borda. El ocupar el campo rival no fue sinónimo de generar peligro para Vélez. Es que sus volantes no lograban encontrar el pase que rompiera esquemas y generara peligro en el arco rival. El gol que abrió el marcador fue una muestra clara de esa confusión. Una serie de rebotes a la salida de un córner terminó con un remate que hizo carambola en la defensa visitante y terminó con el tanto en contra de Lema.
El comienzo del complemento no hacía más que indicar que el partido transcurría por los caminos que más les convenían a los de Liniers. Pero Zielinski movió las piezas y, como maestro de ajedrez, que ve antes las jugadas que va a hacer su rival, cambió la historia. A los 15 minutos, la entrada de Fernando Márquez fue la causante de que la historia se tiñera de celeste. En una de sus primeras acciones, el delantero aprovechó el centro atrás de Saravia para dejar todo como al principio.
Vélez sintió el impacto y Belgrano olió su sangre. Siete minutos después del empate, un unipersonal de Zelarayán terminó en un flojo despeje de Sosa y el remate de un Escudero que sirvió no sólo para que el Pirata siguiera de festejo en la semana de su 110º aniversario, sino además para acentuar las dudas de un Vélez que no encuentra su destino.