DOMINGO
Estrategias

Campañas no oficiales

16-4-2023-Logo Perfil
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Lado B o campaña de contraste le llamamos a todo lo que no sucede en la parte oficial, desde posicionar mensajes por WhatsApp hasta crear fan pages donde emitimos mensajes para la militancia y partido, entre otros. 

Vale aclarar que cuando trabajamos en el lado B no es solo desprestigiar al adversario, tenemos dos aristas: por un lado la parte que busca descalificar al otro con información falsa utilizando un tono agresivo, y por la otra parte tenemos que resaltar el lado negativo y debilidades del candidato contrario de manera inteligente, es decir, lo que al votante no le gusta, que no tolera, y ver cómo lo vinculamos con ese lado negativo del candidato. “No votes a tal porque representa corrupción”.

Para poder hacer nuestra estrategia de contraste es importante identificar cuáles son las debilidades del candidato opositor en la mente de los votantes, para lograr esto tenemos que hacer investigaciones, estudios de opinión, entrevistas, focus groups, etc., que como concepto amplio del lado B involucra contar todo lo que desde lo oficial querés decir, pero no podés hacer, desde hablar bien de vos hasta hablar mal del otro u otros.

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En el caso de los canales de mensajería instantánea, suelen usarse para la contracampaña y posicionamiento de mensajes negativos y distribuir noticias falsas sobre otros candidatos con el fin de que pierdan votos o aumentar la mala imagen que ya tengan (en este libro no voy a hablar sobre si está bien o mal hacerlo, porque es otra discusión, solo voy a contar cómo se trabaja en campaña y las distintas maneras de posicionar a nuestro candidato). El objetivo de difundir información falsa es dañar y atacar a nuestro oponente, les entregamos datos a los votantes que confirman su prejuicio sobre nuestro contrincante y los subimos a las redes con el propósito de “agitar” a nuestros seguidores y/o militantes. La intención es lastimar, no que dure mucho tiempo la información dando vueltas.

Hay que recordar que las personas siguen en redes sociales a usuarios que piensan de la misma manera o que generan y comparten contenidos en los cuales están de acuerdo; por lo tanto, se puede decir que viven dentro de una burbuja de su mundo digital (ver en mi libro Alguien quiere pensar en las redes la teoría de Eli Pariser sobre “filtro burbuja”) y además las personas no se toman el trabajo de rechequear lo que les llega. Nielsen sostiene que la gente no tiene tiempo para leer en internet, por eso escanea la información; por ejemplo: si les llega un mensaje sobre odio al kirchnerismo, ciertas personas afines a ese pensamiento lo van a compartir porque ellas piensan igual, no importa si es real o no la información, ellos lo van a compartir porque es lo que quieren escuchar y reafirma su posición de odio hacia este partido. Es lo mismo que sostiene Patrick Kraft en su Artículo “Why People Don’t Trust the Evidence: Motivated Reasoning and Scientific Beliefs”: las personas interactúan con contenidos que son consecuentes con sus prejuicios, por lo tanto es más probable que compartan la información falsa que se ajusta a lo que ellas creen, porque sería lo correcto, por lo tanto no lo verifican. En cambio no comparten la información verdadera que no se ajusta a como ellas piensan porque puede que no sea cierto. 

Las personas confían en WhatsApp porque los emisores y receptores de los mensajes suelen ser personas conocidas, lo que aumenta la credibilidad de los mensajes, le ayuda al usuario a reforzar las ideas preestablecidas que ya están en su cabeza. Otro detalle importante: los usuarios tienen menos pudor en compartir ciertos contenidos en esta plataforma que en el resto de redes sociales y, por último, es una herramienta extremadamente sencilla de utilizar, lo que le otorga una mayor sencillez para viralizar los contenidos. Estos beneficios y más son los que ayudan a nuestros activistas o militantes a posicionar o amplificar los mensajes negativos que necesitamos para influir en la opinión política de los ciudadanos. Vale recordar que el 95,7% de los argentinos usa y conoce WhatsApp, es decir que nueve de cada diez están en esta plataforma.

Otra manera de hacer campaña no oficial es creando cuentas en Twitter para “mover” contenido, existen agencias que contratan gente para crear estas cuentas, para llegar al momento de las elecciones con las cuentas ya dentro de todo posicionadas con cierta cantidad de seguidores y poder posicionar el contenido que necesitan. ¿Cuál es la idea de todo esto? Lograr que algún medio o personas que buscan la primicia más que la verdad lo difundan, y ahí ya lográs que el otro candidato pierda tiempo desmintiendo algo, pero hasta que eso sucede ya instalaste el mensaje en la sociedad, es como ya lo mencionaba en mi libro ¿Alguien quiere pensar en las redes?, en el capítulo sobre posverdad. (…)

Básicamente este lado B sirve para hacer perder tiempo al otro o a los otros en acciones que son completamente innecesarias, tener que salir a desmentir cosas, o que vaya gente a preguntarle ¿qué es lo que salió?, ¿por qué salió esto?, es simplemente molestarlo, es como una guerra de guerrillas. 

*Autora de Entre votos y caníbales. Enter Digital School. (Fragmento).