DOMINGO
Género

Feminismo y gobierno

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Aguas tumultuosas y oscuras han corrido bajo el puente en la Argentina desde que escribimos el prólogo a la edición 2020. En diciembre de 2023 asumió una fórmula presidencial liderada por el autodenominado libertario Javier Milei, que prometió durante la campaña electoral un recorte del gasto público brutal que afecta los derechos de los sectores más postergados de la población, dependientes de las políticas públicas para su subsistencia: aun así obtuvo un 56% de los votos. Milei, cuyo concepto de la libertad es discutido, incluso declinó responder en un reportaje si creía en la democracia.

En lo que respecta a mujeres y diversidades, las expresiones del partido gobernante, el ultraderechista La Libertad Avanza, fueron contrarias a las luchas y conquistas de los feminismos. Para que quedaran patentes los cuestionamientos a la ley de interrupción voluntaria del embarazo o de matrimonio igualitario, entre muchos otros logros, basta como símbolo con la eliminación por decreto del Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad. El nuevo gobierno no reconoce la desigualdad entre los géneros, y en consonancia con eso probablemente incumplirá en la práctica los tratados y convenios internacionales, como la Convención de Belém do Pará. Una de sus diputadas llegó a proponer que los varones puedan renunciar a la paternidad dentro de un plazo posterior a ser informados de un embarazo.

Es una incógnita qué sucederá con las iniciativas estatales para erradicar toda forma de violencia contra la mujer, expresada por una cifra de femicidios que no cede, en medio de las políticas de cruento recorte de presupuesto.

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El ataque al otrora vigoroso movimiento feminista no es un fenómeno nacional, eso es evidente. Internacionalmente, tuvo su expresión en años recientes con las victorias de Donald Trump en los Estados Unido, Jair Bolsonaro en Brasil –ahora derrotados, aunque todavía con ambiciones de ser reelectos– y Georgia Meloni en Italia, por citar solamente algunos ejemplos. El crecimiento de Vox en España también se inclina en ese sentido.

El descontento de la población con los resultados de la democracia, que en la Argentina no pudo controlar la inflación del 150% ni eliminar la pobreza –que llegó a un 46%– puede ser una de las razones de la victoria electoral de Milei. Pero en lo que concierne al avance de las mujeres, hay una contramovilización transnacional de actores conservadores. Se consolidó en el discurso un ataque a lo que llaman “ideología de género”. Se traduce en que las comunicadoras feministas reciben violencia en redes sociales, lo que motiva que se abstengan de tratar determinadas temáticas por temor al costo emocional propio y de sus familias, y hasta su seguridad física. La periodista Luciana Peker, por citar un caso, recibió hostigamiento, entre otras, de una cuenta identificada como perteneciente a una persona implicada en el ataque al Capitolio de los Estados Unidos, según una investigación judicial, lo que confirma que se trata de una iniciativa global. La figura de Milei es fuerte, según sondeos, en el voto de los varones, menores de 30 años, en sectores socioeconómicos bajos. El trabajador precarizado, con un mandato patriarcal, que siente como una amenaza los avances de las mujeres, manifiesta su hartazgo y su frustración y se siente interpretado, inspirado y reivindicado por el seudolibertario, que lo empodera y lo invita a ser parte de una fratria. ”Me meto acá para despertar leones, no para guiar corderos”, dijo el can- didato, hoy Presidente, en uno de los actos donde solía empuñar como símbolo una motosierra y expresar a los gritos su enojo supuestamente antisistema.

Pero hay elementos igual, o más preocupantes, si se considera que la mujer que lo acompaña, la vicepresidenta Victoria Villarruel, se enrola en sus intervenciones públicas, no en el negacionismo de los crímenes de lesa humanidad cometidos por la dictadura militar, sino en su reivindicación o justificación como meros “excesos”. Usa como máscara un modo sereno, que contrasta con el exaltado de su compañero, aunque entre sus argumentos, llegó a señalar que la hija desaparecida de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Carlotto, cuyo bebé fue buscado durante treinta y seis años, era una “terrorista” ¿Creerá Villarruel que la violencia sexual contra las detenidas-desaparecidas entra en la calificación de “exceso”? No lo interpretó así la Justicia, que ya ha juzgado a muchos de los abusadores y violadores. Entre los resultados está la sentencia de catorce años de prisión al exvicecomodoro Jorge Espina por los abusos sexuales a una de las autoras, en el centro clandestino de detención Virrey Cevallos, y la condena a veinte años de Alberto González, alias “Gato”, represor de la ESMA, por la violación de Silvia Labayrú. Apenas una adolescente, de apariencia angelical, fue secuestrada con un embarazo.

*Autoras de Putas y guerrilleras, editorial Planeta. (Fragmento).