DOMINGO
Poderes del baile

La inteligencia del cuerpo empieza

06-11-2021-logo-perfil
. | Cedoc Perfil

Lo que sabemos hoy en día del funcionamiento del cuerpo/cerebro demuestra de manera definitiva la importancia del baile como actividad física. Gracias al baile, el cuerpo humano aprende, en realidad, a aprovechar al máximo su entorno (incluidos los otros seres humanos que lo componen). El baile es una magnífica herramienta de exploración, de cuestionamiento, de comprensión, de inteligencia y de expresión. Cada paso de baile genera descubrimientos y nuevas relaciones insólitas en nuestro cerebro inconsciente, gracias a mecanismos que desconocíamos hasta hace poco.

En la actualidad existen dos vías principales para investigar sobre los efectos del baile. Sin duda alguna, estos hallazgos cambiarán nuestra manera de vivir, de aprender, de interactuar y de sanar. Por ejemplo, saber que nuestros músculos secretan sustancias esenciales para nuestro cuerpo ya es un hallazgo fundamental. Este conocimiento sobre el papel hormonal de nuestros músculos tiene una repercusión inmediata –y más bien simpática, diría yo–, que nos permite desterrar una creencia que todavía sigue viva en nuestro inconsciente y cuya pretensión es que no sirve para nada moverse si no sudamos profusamente y si no sufrimos de una manera terrible (es ese famoso eslógan: no pain no gain; es decir, sin sacrificio no hay beneficio). En realidad, y es algo que sabemos desde hace poco, cada una de nuestras contracciones musculares –incluso mínimas–, causa un impacto sobre nuestro cuerpo; más que eso, no hay nada como una actividad muscular moderada, pero regular, y que haga trabajar todo nuestro cuerpo, pero sin dificultad y sin estrés. Nada nos impide imaginar que en un futuro cercano se recete tal o cual serie de movimientos para poner a trabajar unos u otros grupos de músculos para que estimulen nuestro hígado, los riñones, el sistema digestivo, nuestro sistema inmune, nuestro cerebro, etc., al estilo de la reflexología podal china. Seremos capaces de explicar qué mensajeros químicos se liberan a través de qué tipo de músculos y dónde ejercen su acción, y será impensable que nos quedemos sentados durante horas, pues tendremos demasiados conocimientos sobre los déficits inducidos por la inmovilidad de citoquinas, hormonas, enzimas y neurotransmisores. Nos cuidaremos de esas carencias de la misma manera que hoy en día evitamos un déficit de oxígeno en el cerebro. Y el baile va a tener un papel protagonista en esas recetas de movimientos, puesto que es de una complejidad y una riqueza tales que no puede compararse, en mi opinión, con ningún otro ejercicio físico.

Otro de los ejes de la investigación actual –y además muy alentador–. es el que han abierto las neurociencias y los estudios sobre el papel del cerebelo, del que sabemos que es el que se encarga de relacionar dentro de nuestro cerebro el pensamiento con las acciones y las posturas. Los conocimientos de los que disponemos, hoy por hoy, sobre este tema nos permiten no solo comprender aquellas enfermedades a las que llamamos psicosomáticas, sino también entender mejor el lenguaje corporal o las terapias a través del movimiento (dance movement therapy, yoga, pilates...). Todavía más, esos conocimientos incluso nos explican cómo utilizar nuestro cuerpo para mejorar nuestra forma de razonar o nuestra creatividad. Nadie duda de que, respaldados por este conocimiento, nuestros métodos de aprendizaje van a sufrir una transformación radical en los próximos años. De entre nosotros, sacarán gran provecho de este cambio los más pequeñines, los que ya no lo somos tanto, y las personas de edad más avanzada... y el baile ocupará un lugar protagonista porque es, sin duda alguna, el mejor medio para que nuestro cerebro incorpore el máximo de información posible del mundo que nos rodea. Además, el cerebelo es esa encrucijada cerebral donde se unen los movimientos a los procesos cognitivos y también a los emocionales. Esta actividad del cerebelo nos proporciona la explicación para un fenómeno archiconocido: cuando bailamos nos ponemos inmediatamente de buen humor y esa transformación es casi milagrosa. Así que bailar permite que expresemos lo que llevamos dentro, pero también que intervengamos sobre los humores que nos habitan y podamos, así, modificarlos. Actualmente, hay múltiples equipos de científicos que investigan los procesos que se esconden detrás de esta realidad, es decir, detrás de la liberación de endorfinas o de oxitocina, pero, sobre todo, detrás de la mecánica cerebral que relaciona postura, voluntad, contexto ambiental y estado emocional.

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Durante estos últimos años me he dedicado a ir en busca de muchos profesores de baile por todo el mundo, para recopilar conocimiento sobre sus métodos, sus vivencias, su filosofía del baile. Ellos son conscientes de cuánto tienen para ofrecerles a sus alumnos y también al mundo empresarial, puesto que, además de observarlas en sus discípulos, viven desde sí mismos las transformaciones que permite la práctica del baile. En un mundo fundamentalmente dualista como el nuestro, es difícil convencer de los poderes del baile, pero los datos científicos que disponemos hoy en día son concretos y coincidentes: la inteligencia del cuerpo empieza a ganar títulos de nobleza. El antiguo proverbio mens sana in corpore sano se ha quedado pequeño y modesto en comparación con la realidad: ¡sin un corpore en movimiento, la mens no se desarrolla igual!

*Autora de ¡Haz bailar tu cerebro! Editorial Gedisa (fragmento).