Según un estudio realizado a nivel mundial, el interés y la preocupación de las personas por la naturaleza aumentó un 16% en los últimos cinco años. Argentina transita por un camino similar: una investigación exclusiva realizada para Fundación Vida Silvestre en Argentina indica que al 91% de las personas les interesa el cuidado del ambiente y el 84% está dispuesto a involucrarse.
Además, las cinco problemáticas ambientales que más preocupan a la población argentina son:
- deforestación (67%),
- incendios (57%),
- manejo de residuos (53%),
- cambio climático (41%), y
- extinción de especies (39%).
En el mismo estudio se determina que, de todas las personas encuestadas en América Latina, el 96% considera que la pérdida de la naturaleza es un problema mundial grave, siendo la cifra más alta de todas las regiones encuestadas.
Este cambio en el sentimiento del público refleja una dura realidad, ya que los habitantes de los países con mayores índices de pobreza son los que más probabilidades tienen de experimentar las graves consecuencias de la crisis climática y la pérdida de naturaleza. Y demuestra que las personas son cada vez más conscientes de la crisis planetaria que atravesamos y, en respuesta a esta tendencia, transmiten sus inquietudes y exigen acciones concretas sobre la pérdida de la naturaleza y biodiversidad. Y para que esto suceda, los líderes políticos deben estar a la altura de las circunstancias.
Emergencia sanitaria y cambio climático
La emergencia sanitaria mundial que aún transitamos debido al COVID-19 sucede en un momento de alerta sobre el cambio climático y sobre la creciente pérdida de biodiversidad, en un contexto geopolítico que, además, pareciera correr el foco de la crisis climática que atravesamos. En los hechos, la emergencia sanitaria que vivimos condujo a una crisis económica y humanitaria, que dejó en evidencia la una profunda conexión: la vulnerabilidad y las desigualdades sociales, económicas, sanitarias y ambientales están entrelazadas.
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Mientras la Argentina y el mundo trabajan para superar las dificultades provocadas por la pandemia, nos encontramos también ante una oportunidad para impulsar un cambio transformador hacia una sociedad más equitativa que camine hacia la sostenibilidad, que reconozca que el bienestar humano es posible solamente con un planeta sano.
La conciencia pública y la preocupación por la urgencia ambiental cobraron fuerza en el último tiempo, a medida que las personas en todo el mundo y especialmente en los países en vías de desarrollo son cada vez más conscientes de la crisis planetaria, lo que inevitablemente afecta su comportamiento y las motiva a actuar a favor de la conservación del ambiente.
La variable ambiental presente en cada aspecto de nuestras vidas
Entre los resultados que arrojó la encuesta en la Argentina, es importante destacar que para el 89% de quienes respondieron, el estado del medio ambiente afecta a las personas, mientras que el 65% señala que el cuidado del ambiente actual no alcanza para evitar que aumenten los problemas de salud. Esto cobra más sentido cuando analizamos otro dato: el 90% considera que, a medida que disminuya el cuidado del ambiente, aumentarían los problemas de salud.
Durante la investigación se consultó a las personas sobre cuánto las sensibilizó la pandemia, y el 71% respondió estar sensibilizada en cuanto al consumo de recursos del planeta y la relación de la pandemia con el estado de la naturaleza.
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La encuesta refleja además que para el 65% de las personas, las empresas y el sector privado poseen una gran responsabilidad, así como la oportunidad para mejorar los mecanismos de producción e incorporar políticas ambientales que tengan en cuenta sus impactos. Si consideramos que la mitad del PBI mundial depende de la naturaleza y que el planeta es el proveedor de los insumos para hacer funcionar las economías de todo el mundo. Es indudable que el compromiso del sector privado para garantizar la producción sostenible de bienes y servicios resulta imprescindible.
Los resultados de estas investigaciones son más que claros: la preocupación social por el impacto que generamos en la naturaleza es cada vez mayor, tanto a nivel global como en nuestro país. La conexión entre la destrucción de la naturaleza y las consecuencias que esto produce en nuestro bienestar, en la economía y en la salud nunca ha sido más evidentes.
Es esencial que como sociedad trabajemos en conjunto, reforzando nuestro compromiso individual y exigiendo que estas cuestiones se vean reflejadas en políticas públicas y empresariales, para orientar nuestros hábitos hacia aquellos que detengan la degradación de nuestro planeta e impulsen su restauración. Esto impactará directa y positivamente sobre la calidad de vida de las personas y de las futuras generaciones. Hoy más que nunca debemos comprender que nuestra existencia depende de un planeta sano.
*Director general de Fundación Vida Silvestre Argentina.