Algo pareciera haber empezado a cambiar en los escenarios que los economistas trazan para el mediano plazo. Luego de reacomodar las proyecciones de crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) este año en torno al 2 o 2,5%, lejos del 3,5% que se anotó en el presupuesto, en paralelo empiezan a acomodarse vaticinios de un crecimiento similar para 2018. Toda una novedad, ya que había quienes esperaban un salto más grande, o, en el otro extremo, un freno.
Como sea, de cumplirse la mayoría de las proyecciones profesionales, 2018 rompería con la racha típica de caída en la actividad económica en los años poselectorales. Si bien no se experimentaría un salto sorprendente, la consecución de años con crecimiento económico positivo con elecciones es una rareza. El pronóstico del Fondo Monetario Internacional ya habla de un crecimiento modesto este año, y de otro similar para el próximo.
Desde 2011, cuando Cristina Kirchner ganó con el 54% y el PBI –el valor total de la producción de un país y termómetro de si una economía funciona o no– saltó 6%, hay “navegación a vela”, como dice el economista Miguel Bein. Se registra un aumento en los años electorales, potenciado por un mayor gasto público y un dólar atrasado que mejora los salarios en dólares y abarata bienes durables, hasta que al año siguiente, ajuste fiscal y devaluación mediante, se sufren las consecuencias, muchas veces también dependiendo del resultado de dichas elecciones.
¿Quiebre? Si los pronósticos tienen razón, no sería menor: se trataría por primera vez en seis años de dos años seguidos de crecimiento macroeconómico: en 2010 había habido un salto de más de 10% y en 2011 del 6%. Ahora los números serían mucho más bajos. En Jefatura de Gabinete dirían “más sostenibles”. Las planillas que le muestra el vicejefe Gustavo Lopetegui a todo el mundo exhiben su anhelo: diez años seguidos de crecimiento del 3%. Ahora estaría por debajo.
Para 2017-2018, el factor determinante parece ser el triunfo o fracaso de Cambiemos frente al kirchnerismo. E incluso puede ser más relevante que se “borre el riesgo de que vuelva el kirchnerismo”, como dijo el gurú ortodoxo Miguel Broda a un grupo de banqueros esta semana, según pudo reconstruir PERFIL. “Si hay un buen resultado en las elecciones, hay crecimiento en 2018, se quiebra la tendencia”, soltó. Su estimación es un crecimiento de 2,3% este año, con un arrastre estadístico de 1,3% para el que viene.
Más allá de Broda, entre las distintas consultoras relevadas por PERFIL, las elecciones parecen ser el punto a partir del que se determinará si perdura o no un “entorno más amigable para la inversión”. Para algunos esto se dará en caso de un resultado que implique más una derrota del kirchnerismo, más allá de que ésa sea a manos del Gobierno o no.
Pero de todos modos, el desafío es grande. Para que el PBI crezca un 2% o similar el año que viene, con un consumo de capa caída, la inversión privada, sin obra pública, debería crecer por encima del 10% respecto de este año, cuando estaría redondeando unos US$ 96 mil millones, es decir, 16% del PBI a precios corrientes, que es de US$ 600 mil millones. Debería haber unos US$ 12 mil millones más de inversión privada, ejemplifican en el Estudio Bein. “No es mucho en términos de financiamiento, pero no está claro qué sectores podrían traccionarlo”, apunta Marina Dal Poggetto, del Estudio Bein, que aclara: “Salvo los sectores que reciban protección o estímulos de precio”.
Un ejemplo: debería haber más anuncios como el de Techint, que sorprendió con una apuesta para pasar de 1 a 6 pozos en actividad este año en Vaca Muerta. Son US$ 2.300 millones en los próximos años. Es cierto que cobrará el gas US$ 7,5 por millón de BTU cuando lo produzca y lo pagará 4 cuando lo consuma. Dal Poggetto: “La corriente de capitales depende de la gobernabilidad, y el test son las elecciones de medio término”.
Escenarios. Desde Orlando J. Ferreres & Asociados consideran distintos escenarios. De un buen resultado electoral se desprenden dos posibilidades, según el economista, ya que “en un escenario de ajuste el PBI crecería ligeramente menos de un 1%, mientras que por otro lado en un escenario donde las inversiones llegan con más fuerza podría mantenerse la tasa de crecimiento actual de 3-3,5%”.
Un crecimiento del 2% para el año próximo es la expectativa de la consultora Elypsis. Según Gabriel Zelpo, economista jefe de la consultora, el componente principal de esta proyección es un arrastre estadístico del crecimiento final que se experimente este año, pero “la inversión y las exportaciones serán los motores”. Si bien desde Elypsis no tienen proyecciones definitivas, consideran las elecciones como un factor importante de cara al año siguiente.
Mariano Lamothe, director de Mercados Verticales de Abeceb –cuyo último dato proyectaba un crecimiento de 4% para 2018–, mantiene su expectativa de crecimiento. Considera que en caso de una victoria electoral de cualquier opción que no sea el kirchnerismo lo que se experimentaría son distintas graduaciones de un mismo programa. Lamothe no espera un cambio en la intensidad del ajuste fiscal luego de las elecciones puesto que “no hay mucho espacio de sobra para efectuar ajustes, más allá de que se sostenga gobernabilidad en caso de una victoria de Cambiemos”. El economista comparte la visión de que tanto una victoria del Gobierno como una derrota del kirchnerismo es determinante para que se dinamicen las inversiones y el potencial de crecimiento del año próximo.
“A distintas velocidades”
El jefe de Gabinete, Marcos Peña, de viaje en Mendoza, donde recorrió proyectos de obra pública junto al gobernador cercano al oficialismo Alfredo Cornejo, volvió a mostrarse optimista ayer en relación con la reactivación económica, aunque también fue cauteloso. Luego de la recorrida, Peña aseguró que en materia agropecuaria habrá “una cosecha récord”, aunque también admitió que la recuperación económica de otros sectores se producirá “a distintas velocidades”. “Hay trabajadores que están muy excluidos vinculados con la economía informal y a una pobreza estructural”, dijo Peña.
Para Peña, la administración de Mauricio Macri va por un “buen camino” porque “va a crecer este año”, y destacó que la inflación de 2017 va a ser “considerablemente menor” que la del año pasado.
El jefe de Gabinete además dijo que la suba generalizada de precios está en vías de “desaparecer como variable en el mediano plazo” y reiteró el impulso a la infraestructura.