ECONOMIA
caída de la actividad y sangría de empleo

Ante la crisis, los empresarios se suben al ajuste

Los análisis más optimistas que tiene a mano el círculo rojo hablan de un derrumbe del 2,5% del PBI, que no será más profundo gracias a una buena actividad del agro, la minería y la energía. Los empresarios comenzaron a hacer sus propios ajustes: la industria y el comercio dieron de baja contratos, mientras que la merma en la Construcción ya alcanzó los 30 mil empleos desde noviembre. El establishment teme por un clima de beligerancia sindical, pero descarta una masiva adhesión al paro de la CGT por el temor de los trabajadores a ser despedidos.

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Construcción | NA

Con una proyección inflacionaria para este año que, en las perspectivas más positivas, podría empatar el IPC anual de 2023 del 122%, una impredecible caída del Producto Bruto Interno (PBI), pero inicialmente estimada en torno al 2,5%, y un escenario de alta conflictividad sindical, los empresarios comenzaron su propio ajuste y dieron inicio a una sangría en el empleo registrado. Sin cifras consolidadas, en enero se cayeron contratos temporarios en fábricas y negocios y, así, continuaron el camino del sector de la construcción, que colapsó con el fin de la obra pública.

Según admitieron a PERFIL fuentes empresariales, “la caída de mercado es grande y hay empresas que ya están adelantando vacaciones y reduciendo plantilla”. Según el dueño de una fábrica bonaerense, habrá sectores muy castigados con las medidas económicas del gobierno de Javier Milei, que podrían sufrir derrumbes de la actividad de hasta el 35%. Ese impacto golpeará primero a las pymes, que comenzaron a hacer números para la “supervivencia”.

Las estimaciones del círculo rojo productivo es una caída del 2,5% de la actividad económica. Y si bien la industria, el comercio y la construcción serán las anclas en casi todos sus rubros, habrá vectores de la actividad que tenderán a compensar el hundimiento. Según analistas que asesoran a las principales entidades que participan del Grupo de los Seis (G6), el agro, la minería y la energía “van a tirar muy por arriba” y le darán cierto aire a la producción.

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Sin embargo, la industria proyecta un desmoronamiento en torno al 5%, aunque todavía no es un número consolidado, porque dependerá de varios puntos. Por caso, la suerte en el debate parlamentario que se está dando por estas horas en el Congreso, que definirá el nivel de retenciones a las exportaciones fabriles. Allí la Unión Industrial Argentina (UIA) ya puso el grito en el cielo: “El nuevo esquema de derechos de exportación impactará en forma negativa sobre la generación de divisas, el desarrollo de las cadenas productivas de valor, el crecimiento de la inversión privada, el empleo y la recaudación fiscal futura”.

Una entidad industrial está preparando un informe sobre la situación de las pymes pero, según pudo saber PERFIL de antemano, la mitad de las fábricas que se nuclean en ese agrupamiento tiene decidido reducir su plantel de trabajadores. La estadística oficial señala que las pequeñas y medianas empresas emplean al 64% de los asalariados registrados del país.

En el caso de la Construcción, la crisis es profunda. Desde que ganó Javier Milei el balotaje en noviembre pasado, y con la confirmación del fin del financiamiento de las obras públicas, el sector dejó fuera del universo formal del trabajo a 30 mil obreros, según revelaron fuentes empresariales. Esa situación se agravará inevitablemente, admitieron, debido a que “una vez terminadas las obras que tenían financiamiento previo, las empresas estarán obligadas a despedir a ese personal, porque no habrá más trabajo”.

El mar de fondo es la tensión ascendente entre la CGT y el Gobierno, con amparo judicial de por medio que frenó la parte de la reforma laboral del Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) N° 70 y el paro general convocado para el próximo miércoles 24 de enero. En el establishment hay una visión encontrada, que buscará confirmar el día de la medida de fuerza: por un lado, temen una escalada de conflicto que se sume como ancla a una actividad en descenso, ante la caída del consumo y, por otro lado, el eco en las fábricas y negocios “está menguando”.

Según las fuentes consultadas, la reducción de personal que se activó en los primeros días de enero generó “condicionamiento” en la adhesión al paro de la CGT. “Nadie quiere dejar su puesto de trabajo cuando están echando gente”, se sinceró el dueño de una fábrica, ante PERFIL. Los propios empresarios señalaron que la producción misma está en juego: “Se para por falta de insumos, porque sin dólares ningún proveedor internacional quiere vendernos. Pero los importadores de productos terminados financiarán con las fábricas del mundo que quieren entrar en el mercado argentino, lo que generará una inundación que podría generar un colapso”.