ECONOMIA
Mirada de los especialistas

Inflación versus salarios: una nueva carrera en 2022

Pese a que los salarios cerraron en 2021 por encima de la inflación, en términos reales vienen en caída desde 2018. Proyecciones del salario para este año y cómo impactara en el consumo familiar.

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Los alimentos subieron los salarios bajaron. | Cedoc Perfil

A fines de febrero, el Gobierno Nacional tiene previsto una nueva reunión del Consejo del Salario (compuesta por empresarios y sindicalistas) para discutir los aumentos paritarios en 2022. El ministro de Trabajo, Claudio Moroni, estimula tanto la actualización de los salarios como la inflación una proyección para este año en un 40%. Por otra parte, la pauta sindical del 54% en 2021 deja un piso alto a los gremios para buscar un incremento por encima de esta cifra.

Con una inflación de enero del 3,9% y un aumento en alimentos del 4,9 (según el último informe del Indec), el Gobierno se enfrenta a un panorama complejo para evitar una nueva caída de los salarios reales.

PERFIL consultó a especialistas acerca de la caída del salario en términos reales por cuarto año consecutivo (a pesar de superar el aumento de la inflación en 2021), los efectos en los sectores vulnerables, caída del consumo y que pasara en 2022.

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¿Cómo se explica una nueva caída del poder de compra en 2021, considerando que el índice de salarios total cerró el año pasado en un 53,4% y superando a una inflación del 50,9%?
 

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Para entender este fenómeno, el salario real representa el poder de compra que posee un individuo sin tener en cuenta el componente precios. Tal como lo expresa Paula Lima, gerente de Servicios de Economía de PwC Argentina, la suba o caída del salario real depende de la variación del salario nominal respecto a la variación de la inflación durante un mismo periodo de tiempo.

“Si la variación del salario nominal es la misma que la variación de precios, allí el salario real no habría sufrido ninguna modificación y el poder de compra se hubiera mantuvo constante en ese período de tiempo. Si la variación de precios estuvo por encima, en ese caso el salario perdió poder de compra y que, con el mismo valor monetario, se puede adquirir menos bienes”, sostuvo la economista.

Es así que, en términos reales, el salario ha venido disminuyendo durante cuatro años y hasta noviembre de 2021 hubo una caída interanual real consecutiva de 44 meses desde marzo de 2018. Solo a partir de noviembre se empezó a torcer esta tendencia negativa con un crecimiento del 0,6 por ciento.

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En diciembre, los salarios de los trabajadores registraron una mejora de 1,6%. El promedio del año 2021 muestra una baja de los salarios de 3,5%, anotando el cuarto período consecutivo de contracción”, afirma Orlando Ferreres, director de Ferreres & Asociados. En relación al promedio anual en términos reales, el economista señala que el sector privado registrado tuvo una caída del 2,3%, el sector público una reducción del 3,3% y los informales terminaron en una pérdida del 7,1%.

En base a la información difundida por el Indec, PwC Argentina realizó un análisis donde estableció que para finales de 2021 el salario real apenas recuperó los niveles similares a los registrados a finales de 2020.

De acuerdo con PWC Argentina, todos los sectores cayeron en su poder de compra

Respecto a los sectores registrados y no registrados, Paula Lima expresa que los primeros mostraron una variación real positiva desde agosto del año pasado (luego de una caída de 42 meses consecutivos), mientras que los segundos mantuvieron durante 2021 una variación interanual negativa.

“En promedio, en términos reales, todos los sectores han mostrado variación real interanual negativa desde 2018. Para ponerlo en términos sencillos, en todos los casos los salarios permiten comprar menos bienes que en 2018”, explica.

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Juan Luis Bour, director y Economista Jefe de Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), hizo énfasis en el promedio anual de la Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables (RIPTE) y señaló que su crecimiento (alrededor del 43%) quedo por debajo de la inflación.

“Hubo pérdida de ingresos reales, con una aceleración en el segundo semestre probablemente asociada al impulso preelectoral (hay que observar cómo se aceleraron salarios mínimos, servicios domésticos y salarios públicos, presionando al resto excepto los ingresos informales que cayeron muy fuerte)”, indicó.

Aumento de precios y caída del consumo

En los siguientes días, se espera una suba en sus valores de varios alimentos que conforman la canasta básica alimenticia, como es el precio de la carne (entre un 15 y 20 por ciento) y el pan (llegaría a costar 300 pesos el kilo). El año pasado, la Canasta Básica Alimentaria (CBA) terminó en un incremento del 45,3% y una familia tipo (4 integrantes) necesitó $76.146 mensuales para no ser pobre y $32.964 para superar la línea de indigencia.

Teniendo en cuenta que un sueldo mínimo, vital y móvil ($33000 a partir de este mes) no cubre la canasta básica total y apenas supera la alimentaria, ¿cómo repercutió en los ingresos y en el consumo de las familias?

“En la comparación de niveles absolutos de ingresos y canastas todos pierden. El ingreso real medio esta 20% debajo de lo que estaba 10 años atrás, porque cayó lo mismo la productividad por ocupado”, remarca Juan Luis Bour.

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Bour cree que “no hay milagro” para una recuperación de la productividad y que deben hacerse reformas profundas en la economía para evitar mayores caídas. “Lo que veremos es una combinación de más población entrando a empleos de baja calidad (autoempleo, informales) cuyos ingresos caen más que los del resto de los asalariados formales”, agregó.

Orlando Ferreres observa que un trabajador “no puede hacer inversiones financieras” en esas condiciones y que deberá “moverse mucho para mantener su poder de compra” debido a la escasa distancia entre sus ingresos y gastos.

Frente a un margen que se achica cada vez más, las familias empiezan a modificar su hábito de consumo y considerar alternativas a la hora de ir con el changuito al supermercado. Carolina Suarez, periodista especialista en consumo, señala como posibles opciones el traslado a segundas marcas o marcas propias de supermercados y compras en los mayoristas para aquellos “con un poder adquisitivo” y cuya sumatoria total les convenga.

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“Hay tanta cantidad de tipos de consumidores como de realidades”, apunta Suarez y aclara la diferencia entre una alternativa a un producto y su reemplazo. 

“El reemplazo podría demostrar lo que sucede con la caída del consumo, cuando no se puede cumplir con la cuota láctea recomendada destinado para la primera infancia (por ejemplo, un vaso de leche o de yogur, un cassette de queso por día)”, asegura. Para esto, según la periodista, las familias reemplazan las frutas y verduras o los cortes de carne “con lo que hay”, desde el cumplimiento de alguno de estos rubros de forma parcial hasta acudir a un comedor.

De acuerdo con Suarez, el consumo de carne en 2021 bajó a 47kg por persona al año y también disminuyó la leche a la vez que otras alternativas, como el pollo o el cerdo, subieron en este apartado.

El pan aumentará un 25 por ciento.

Causas de las subas e impacto en sectores vulnerables

En cuanto a las razones del incremento de precios durante 2021, Paula Lima habla de los precios mayoristas y a la suba de tarifas.

“Los índices de precios mayoristas son los precios que paga el productor por los insumos (sean locales o importados), con lo cual cuando aumentan es posible que algo se traslade a los precios minoristas - esto es porque aumentan los costos del productor – pero dependerá de la estructura particular de cada mercado”, explaya Lima.

En cuanto a la suba de tarifas, la economista enfatiza su “doble impacto” en la inflación. “Es un ítem que compone la canasta para determinar el índice de precios al consumidor, pero al mismo tiempo constituye un insumo en muchas actividades. Con lo cual se traslada a los precios de los bienes que lo tiene como insumo y nuevamente impacta en la inflación”, detalla.

Suarez focaliza en la construcción de precios de un producto y las instancias que intervienen en ellos, como por ejemplo la suba del dólar.

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“Hay que tener presentes que muchas veces estos productos base son commodities. Entonces, tienen una importancia en relación al cruce con la moneda extranjera, como es el dólar. No es una cuestión circunstancial que se alteren o no por el dólar”, sostiene.

El dólar y su peso en los precios

En cuanto al ingreso de los sectores informales, el Indec registró que aumentaron del 40,5% en 2021. Esto representó 10 puntos por debajo de la inflación en el mismo periodo.  

“Al no estar regulado, el sector informal es el que más sufre los avatares de la inflación. Como muestra el índice del INDEC, lleva perdiendo poder de compra desde enero del 2021. Es probable que, de mantenerse los niveles de inflación actuales y con una actividad moderada, los salarios del sector no necesariamente sigan a los precios”, compartió Paula Lima.

Por otro lado, la Defensoría de la Tercera Edad elaboró una canasta para marcar lo que un jubilado necesita en cuanto a alimentos y bebidas. De acuerdo con Carolina Suarez, cuenta con características particulares al ser ”productos hipocalóricos, reducidos en sal y con alguna modificación de componente”. Estos productos, asegura, tienen precios más elevados y muchas veces “se alimentan por debajo de lo que deberían en cantidad de calorías”.

Paritarias y salarios para 2022

Al consultarle sobre si es posible la pauta del Gobierno de un 40% para las paritarias (al mismo valor de la inflación estimada para este año), Ferreres cree que es un objetivo que “puede lograrlo”, pero que se deberá observar los reajustes que se realicen a lo largo del año.

Por su parte, Bour considera “delirante” la meta y que “no hay forma de llegar a una inflación de 40%”, señalando lo hecho el pronostico del Gobierno en 2021 en un 29% “frente al 50% de los analistas”.

Lima ve esta estimación como un modo de “anclar expectativas”, pero que es necesario una credibilidad para sostener esta lógica.

“Si todos esperamos un valor de inflación, las “expectativas” se ajustan en torno a ese número. Sin embargo, sin un programa de carácter integral que haga consistentes a la política fiscal, la monetaria y la cambiaria, difícilmente puedan anclarse expectativas de manera creíble y hacer frente al problema de aumento generalizado de los precios”, asegura.

Claudio Moroni, Ministro de Trabajo en la paritaria estatal.

Consultoras privadas proyectan una inflación cercana al 4%

Las expectativas para los salarios este año no son prometedoras. Ferreres no cree en “una recuperación muy importante en 2022” en base a un crecimiento del PIB de “apenas 3%”, producto del aumento que rondó el 10% del 2021.

“La macro estaría un poco más nivelada por los aumentos (incluso diferenciales) del gas y electricidad, pero el hecho de que la inflación sea parecida a la del 2021 (o incluso mayor) pone en dificultades al sector de la pobreza que ha venido aumentando”, agrega.

Bour también coincide en una caída de los salarios reales tomando todos los ingresos (registrados y trabajadores informales) dado que el objetivo del gobierno “no parece ser” la aceleración de los aumentos de salarios y en un contexto de una inflación cercana “al 4% mensual en los primeros meses”.

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De acuerdo con un informe de PwC Argentina, se proyecta un incremento salarial del 45,7% para 2022, 2,5 puntos por debajo de la inflación estimada por este estudio (48,2%). Esto, según Lima, indicaría una nueva caída del salario real. Y si bien señala la recuperación de la economía el año pasado y su “efecto arrastre”, también remarca una recuperación “desigual” entre sectores y con algunos “por debajo del nivel de 2019”.

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“El inicio del año muestra la falta de reservas internacionales (que podría traer mayores restricciones a las importaciones -al menos en la primera parte del año-) y con ello resentir la actividad, el impacto del clima puede traer restricción energética –que podría repetirse con el gas en invierno-, mientras que el efecto Niña sobre el campo podría derramar negativamente a los sectores vinculados. Se parte de una buena base, pero los desafíos son muy importantes”, amplia Lima.

Por último, Suarez apunta a analizar “la economía de cada hogar” para observar los efectos tanto del salario como del consumo.

“Si el combustible aumenta, si aumenta los alquileres, si los chicos van al colegio o hay un aumento en la salud, siempre va a terminar afectando al consumo del que nadie se puede desprender que es la comida. Todos estos factores, si no van asociados a un incremento salarial a la par que puedan cubrirlos, van a terminar afectándolos. No hay aumento salarial tan amplio como para poder empatarle a la inflación”, concluye.

NM/FL