Frente al avance de Brasil y Uruguay con sus sonoros reclamos para flexibilizar el Mercosur, la Argentina puso, finalmente, su propia propuesta de reducción del Arancel Externo Común en la mesa de negociación esta semana. Por ahora, batiéndose casi en soledad dentro del bloque, con la expectativa de que Paraguay se incline, en el momento de las definiciones, hacia su posición a juzgar por sus declaraciones. En diez días, los cancilleres del bloque volverán a verse las caras después de aquel cruce áspero entre los líderes del Mercosur.
“Argentina expuso su propuesta de modificación del Arancel Externo Común inspirada en los objetivos de priorizar los aspectos productivos e instrumentos que favorezcan la competitividad, cuidando las sensibilidades sectoriales”, informó la Cancillería el pasado miércoles en un escueto comunicado. Solo detallaba que tomaba “el criterio de escalonamiento arancelario y de mayor reducción del AEC en materias primas e insumos y no en bienes finales” y que aspiraba a “continuar con la metodología de eslabones en los sectores de agroindustria e industria” para preservar “el equilibrio entre ambos sectores”.
El Arancel Externo Común constituye esa barrera que hace de los cuatros socios plenos una unión aduanera, imperfecta, pero unión al fin. En rigor, es lo que cualquier socio comercial externo debe abonar para ingresar con su producto a cualquiera de los cuatro países como si se tratara de una única frontera. Este sistema clasifica el universo de mercancías en base a un nomenclador y, a cada una, le adjudica un valor, expresado en porcentaje.
En concreto, la propuesta argentina desdobla el universo de productos en dos: aquellos que pueden ser susceptibles de bajar su arancel al 0% y los que se mantienen en su nivel actual. En el primer grupo, la Argentina ubica a ciertos insumos y materias primas con los que el Mercosur goza de ventajas comparativas. O sea que pueden competir, en precio y calidad, con cualquier importación, sin importar de donde provenga. No es la canasta más numerosa: de hecho, apenas contabiliza unos dos mil ítems, alrededor del 2% de lo que genera el bloque.
En el segundo grupo, el de aquellos que excluye de cualquier posible rebaja, la Argentina engloba, sobre todo, a los bienes con valor agregado, con capital regional, para “no exponerlos” frente a productos foráneos que le ganarían el mercado –de competir en igualdad de condiciones internas– y, eventualmente, podrían desplazarlos. A ojos de la Argentina, se corre el riesgo de dañar el tejido productivo y el costo se pagaría en puestos de trabajo.
Hoy, ese impuesto no es uniforme sino que varía entre el 0 y el 20%. Hay productos primarios, como las papas, que pagan un 10% mientras que, por ejemplo, ciertos utensillos de acero, como las cacerolas, deben abonar el doble. Lo que Brasil propone y Uruguay avala, acorde a lo que quedó plasmado en la reunión de esta semana, es que la frontera del arancel externo común se reduzca a la mitad de forma transversal, sin discriminar por producto.
En otras palabras, si el promedio hoy del tributo se ubica en torno al 12% en el bloque –con aquellos que pagan más y los que pagan menos o nada–, la idea brasileña es llevarlo a una media del 6%. Y esta rebaja arrancaría ya con un 10% en este semestre y otro 10% en la segunda mitad del año. En uno y otro planteo, se trasluce la mirada económica de sus gobiernos, neoliberal y autárquica, y de ahí lo difícil de imaginar un consenso si no prevalece un abordaje de bloque.
En el Gobierno ponderan, como fortaleza, que la propuesta que pusieron sobre la mesa cuenta con un consenso político que, afirman, no tiene la brasileña. Señalan el respaldo de todas las áreas vinculadas a la estrategia productiva –Economía, Desarrollo Productivo, Cancillería y Agricultura y Ganadería–, además de los actores industriales. Una armonía que no se evidenció siquiera entre el representante de Itamaraty, con un discurso más moderado, y el número dos de Economía, más colérico, hablando en portugués, y sin considerar que sus propios industriales tampoco acompañan una apertura indiscriminada.
Esta semana habrá una reunión de los técnicos del Comité Ad-hoc, para analizar ambas propuestas, y luego se espera que una nueva cita de los coordinadores del bloque, el 19 de abril, en la antesala de la cumbre virtual de cancilleres del 21.Será el debut para Carlos França, el nuevo ministro brasileño, que ayer conversó por primera vez con Felipe Solá. También se espera que allí Uruguay presente también su planteo de flexibilizar las negociaciones externas del bloque, otra batalla que también deberá enfrentar la Argentina con su mirada opuesta a Brasilia y Montevideo.
30 años
◆ En la cumbre por los 30 años del Tratado de Asunción, el uruguayo Lacalle Pou reclamó que el bloque no sea un “lastre”.
◆ Antes que él, el brasileño Bolsonaro había vuelto a la carga con su reclamo de rebajar el arancel del Mercosur.
◆ Uruguay aún no presentó su propuesta de flexibilización.
Promete hacerlo el 21 de abril.
◆ Ese día, en la cumbre de cancilleres, debatirán las dos propuestas para reducir el tributo regional: la de Brasil y la de Argentina.