Por su historia personal y familiar, Javier Timerman expresa una cruza poco habitual entre el pensamiento de Wall Street, donde ha trabajado toda su vida, y la mirada de la política, a la que se ha asomado a raíz de la participación de su hermano Héctor en la función pública durante el kirchnerismo, donde incluso suele tener diálogo con la mismísima vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
“El progresismo no es contradictorio con el acceso a los mercados”, define en una entrevista con PERFIL el hombre que trabajó veinte años en el banco Bear Stearns y hoy está al frente del fondo de inversión Adcap y de la fintech Banza. Sin proponérselo, además, Timerman se ha convertido en un puente entre el oficialismo y el mundo de los inversores privados que tanto le desconfían a la Argentina, mientras el riesgo país supera los 1.600 puntos básicos y tuitea “Houston, we have a problem”.
—¿Cómo le explicarías a un militante del Frente de Todos que hay que preocuparse porque se dispara el riesgo país?
—El riesgo país es la tasa de interés que tiene la Argentina. Nos guste o no nos guste, es la tasa que el mercado financiero le adjudica a la Argentina. Es el costo de financiamiento. Impacta en todas las actividades económicas, desde comprar un departamento hasta la decisión de construir una casa. Uno lo mide comparando con lo que podría recibir si ese capital lo usara para comprar un bono argentino que hoy te paga 21%. Es mucho más difícil que una economía se recupere si el costo de capital es tan alto. Se frenan inversiones. Es como el combustible. Puedo tener un auto espectacular pero no anda sin combustible, y en la economía eso es el crédito. Y el costo del crédito no lo decide un político, lo decide un flujo mundial que va y viene en el mercado. Los flujos van y vienen de manera global. El riesgo país es tan importante que va a afectar hasta hacer una cloaca en un pueblito de la Argentina. Si la Argentina tiene que pagar más por financiarse, por conseguir dinero, va a tener menos dinero para obra pública porque ese dinero va a tener que ir a pagar intereses.
—Ahora para bajar el riesgo país, el mercado financiero me pide por ejemplo que baje el déficit. Y yo, si soy el político que te escucha, pienso “todo bien, pero tengo que ganar las elecciones este año”.
—Es muy difícil perseguir dos gallinas al mismo tiempo. Se escapa una. Todas las decisiones de política económica son compromisos. Uno tiene que pensar en un plan, qué me conviene y cómo. La Argentina decidió hacer una reestructuración de deuda donde los cupones son muy bajos, porque de esa manera ellos decían “nos da tiempo para ordenarnos, hacer un plan y crecer”. Los primeros años de la deuda, se pagan intereses muy bajos. Esto tiene cierto sentido si hay un plan de largo plazo, si tenés un compromiso hacia delante con metas. Lo negativo es que entonces hay menos inversores interesados en tu deuda porque no ganan nada en el corto plazo. Estas decisiones cuestan. Ahora tenemos un riesgo país de 1.600 puntos básicos que impacta en YPF para endeudarse, en las empresas que necesitan más garantías para endeudarse. Hay que dar para recibir, porque no es un juego de suma cero, como creen los políticos en particular en la Argentina.
—¿Por qué convive una economía en recuperación con estabilidad cambiaria con un récord de riesgo país?
—Tengo cinco o seis llamados con inversores por día y les pregunto: si les doy los números de la economía argentina de los últimos seis meses, con la soja subiendo, con un ajuste fiscal moderado pero realista, nadie va a poder pensar que este país no tiene acceso al crédito. ¿Qué pasa? Lo que vengo diciendo: el problema no es el modelo económico, tenemos una crisis política muy fuerte, de credibilidad política. Los mercados no le tienen confianza al proceso político argentino, porque no hay posibilidad de implementar un plan de largo plazo con consensos básicos.
—Uno escucha al ex ministro Hernán Lacunza en Cambiemos y al actual ministro de Economía, Martín Guzmán, y no parecen opinar tan distinto sobre lo que hay que hacer. O sea que no está tan lejos la idea de un consenso básico. Pero los extremos juegan en ambos sectores.
—Estoy de acuerdo, las diferencias no son irreconciliables. El otro día organicé una charla y participaron Daniel Artana y Emmanuel Álvarez Agis. Los dos fueron vices. Artana, del ministro más ortodoxo de la democracia, Ricardo López Murphy, que quería hacer ajustes fiscales insostenibles. Y el otro fue vice del más de izquierda, Axel Kicillof. Estaban de acuerdo en casi todo. Llegó un momento de tal crisis y tal emergencia que es fácil conseguir consensos. Pero no tenemos eso, tenemos un grupo de voceros que salen al mundo a decir que la Argentina va a colapsar porque es Venezuela y tenemos una pelea política que a mi juicio es demasiado violenta.
“El riesgo país es tan importante que afecta hasta para hacer una cloaca en un pueblito.”
—Ahora, más allá de los voceros de la oposición, el gran interrogante es qué gobierno es el de Alberto Fernández. Cuando te preguntan inversores de Wall Street, ¿qué contestás?
—Es un gobierno de coalición donde hay varios sectores que están tratando de construir una alternativa a lo que fue el gobierno anterior y a medida que la pandemia se vaya solucionando creo que va a encontrar un horizonte o una forma de poder convivir con los problemas de credibilidad que tiene. Pero necesita explicar mejor lo que va a hacer. Un ejemplo de hace cinco minutos. En Bloomberg aparece que Guzmán dice “el mundo no conoce bien Sudamérica”. Si fuera Guzmán, diría “queremos que el mundo nos conozca más”. Hay una diferencia en decir lo mismo. Tiene que hacer un esfuerzo en explicar mejor su plan.
—¿Qué tan importante es para los inversores internacionales que se demore el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional?
—El mercado no se enfoca tanto en los tiempos como en la calidad del acuerdo con el Fondo. Yo honestamente no creo que dependa tanto del acuerdo con el Fondo si los acreedores van a confiar en la Argentina o no. Lo que el mercado no quiere es que le digan confíen en nosotros y no le digan paso a paso qué van a hacer. Les digo esto a todos los funcionarios desde que mi hermano era funcionario: júntense con el mercado y explíquenle, porque son tus clientes.
—Volvamos a la charla imaginaria con el militante del FdT. Ahí en Wall Street están “los enemigos”, “los que apoyan a Macri”, ¿qué es eso de que los tengo que seducir?
—Me parece bien que la militancia piense lo que tenga que pensar. Los dirigentes tienen que explicar cómo funciona una economía globalizada. No quiere decir arrodillarse. A los inversores les va a ir bien si al país le va bien. Y para eso la economía tiene que crecer. Si la economía no crece, los individuos no van a acceder a un crédito para una vivienda o un auto. La economía tiene que crecer. Necesitás combustible, es decir, el financiamiento. Y los inversores saben que si le prestan plata a un país que no crece, la van a perder. Los intereses tienen que estar alineados. Es importante para el puntero que su distrito crezca, y eso se hace cuando la economía crece, y parte de un proceso de por qué la economía crece es porque se financia.
“El problema no es el modelo económico, tenemos una crisis de credibilidad.”
¿Puede un movimiento político que hizo bandera con el desendeudamiento amigarse con la idea del endeudamiento?
—Se confunde muchas veces endeudamiento con inversión. Nadie va a estar en contra, creo, de que venga una empresa de afuera e invierta y se instale en el país y cree puestos de trabajo. En eso todos coinciden en que es algo positivo. Ese inversor, ese CEO que está en EE.UU. o en Europa cuando analiza dónde invertir su capital, piensa en el costo de capital, y por qué voy a invertir en una empresa o en un país donde las tasas son del 20%. Evalúa eso. Cuando va a invertir en la Argentina, qué retorno necesita para que esa inversión sea interesante para los accionistas. Va a tener que ser superior al 20%, porque si no compra bonos del país. Si no me amigo con el mercado y les explico, va a ser más difícil que una fábrica se instale en el pueblo donde milita ese político.
—¿Y la bandera política del desendeudamiento?
—No creo que nadie promueva el desendeudamiento total. Si me endeudo al 3% y creo una empresa que me da un retorno del 15%, me voy a endeudar todo el tiempo, eso es crear riqueza. El tema es no endeudarse irresponsablemente como hizo el gobierno anterior, el tema es conseguir financiarse para que te ayuden a crecer como otros países. Lo de Macri fue una política muy errónea de endeudarse indiscriminadamente y me parece que es como la persona que tiene un choque, que no dice nunca más me subo a un auto.
“No es un tema ideológico, es una cuestión de formas”
En el mercado financiero aseguran que Javier Timerman suele charlar con la vicepresidenta Cristina Kirchner sobre el rumbo de la economía.
—¿Cuál es la mirada de Cristina sobre los mercados financieros?
—Yo en el año 2004 le organice un viaje a Cristina Kirchner en Nueva York y le organicé reuniones con gente del mercado y tuvieron diálogos sumamente fructíferos. Organicé reuniones con Alberto Fernández antes de asumir con referentes del mercado y la reacción fue muy positiva. Ahora en la dinámica de trabajo del día a día el Gobierno debería hacer un esfuerzo más grande en comunicar mejor. Y pensar en las consecuencias que pueden tener algunas políticas que después terminan siendo revertidas, como la reestructuración de YPF. Pero no me da la sensación de que sea un tema ideológico, sino un tema de formas.
—Pareciera que al kirchnerismo le puede tocar tras la pandemia gobernar el país en otro ciclo de precios altos de las materias primas y condiciones financieras favorables. ¿Qué lecciones debería aprender de la etapa anterior?
—En 2002, todos los analistas de Wall Street creían que si ganaba Lula, era un desastre. Ganó Lula y con condiciones económicas favorables hubo crecimiento récord y los activos brasileños crecieron una barbaridad y hasta apareció la idea de los BRICS. Tuvo todo un ciclo virtuoso. El progresismo no es contradictorio con el crecimiento, con mejora de la productividad, con acceso a los mercados. El gobierno de Néstor lo vio bien, tuvo acceso al mercado una vez que se reestructuró la deuda. La forma de utilizarlo es fomentando la inversión privada, con acuerdos creíbles. Tenemos muy baja inversión respecto al Producto, y eso hay que revertirlo. No pasa por progresismo y no progresismo. No creo que Wall Street no esté dispuesto a financiar a un gobierno progresista. La lección que daría es tratar de buscar más consensos políticos e incluir en el gabinete figuras de la oposición.
Respiro del riesgo país
El riesgo país, la sobretasa que paga la Argentina para financiarse respecto de los Estados Unidos, cerró ayer en 1.619 puntos básicos, luego de una semana en ascenso donde llego a tocar los 1669 puntos, un pico que no se veía desde antes de la reestructuración de la deuda externa, allá por septiembre del año pasado.
El índice EMBI + de JP Morgan refleja el derrape de los bonos argentinos en la última semana, que llegaron a cotizaciones de cuasi default, en paridades de 30 centavos por dólar, cuando habían llegado a subir a 55 luego del acuerdo con los acreedores. Las idas y vueltas con el Fondo Monetario y las señales confusas del equipo económico sobre el rumbo de la economía, contribuyen a la escalada del riesgo país a pesar de la recuperación y la calma cambiaria que marca la economía doméstica en los últimos seis meses. En las últimas semanas subió la cobertura de seguros de default a cinco años.