Los precios de los productos de la canasta de Pascuas se incrementaron un 27,5% anual promedio, con alzas mayores en los segmentos premium y de segundas y terceras marcas, según reportó un informe de la Universidad Nacional de Avellaneda. Según un relevamiento realizado en quince establecimientos comerciales del área metropolitana de Buenos Aires y otros tantos del interior del país por canales digitales, se llegó a un valor de $ 893 para la canasta total de ocho productos.
Ese valor de la canasta representativa de consumos característicos de clase media resultó un 27,5% más elevado del registrado en la misma época del año pasado, dice el informe Cuando la canasta se integra con segundas y terceras marcas, se tiene un valor menor a los $ 390, pero la variación porcentual se acerca al 29% respecto de las Pascuas de 2017, se informó. En contraste, el segmento premium consolidó una canasta de $ 1.214, con una suba cercana al 11 por ciento en el último año.
Del seguimiento a lo largo del tiempo de estos productos, se verifican aumentos sustantivos: de la comparación contra 2016 se desprende un alza del 81%, mientras que con relación a la Pascua de 2015 se acumulan aumentos del 140%. De acuerdo al desagregado por producto también hubo subas sustantivas: el segmento de productos dulces presenta subas del 29,3% promedio a partir de "rosca de pascua" (32,3%), "conejo de pascua" (30,7%), "chocolate en barra" (29,4%) y huevo de pascua (25%).
Del grupo de productos ictícolas, se desprende un encarecimiento promedio del 25,7%: esta suba se explica, en gran medida, por el alza en el salmón (27,2%) y merluza (26%), dice el informe de la Universidad Nacional de Avellaneda. En menor proporción, aumentaron langostinos (25,6%) y camarones (24%).
Al comparar con los ingresos de las familias, el análisis precisó que en 2017 se podían comprar casi 27 veces la canasta más económica mientras que, en la actualidad, un salario mínimo alcanza para poco más de 24 canastas de pascuas. Estos incrementos por sobre el nivel general de precios –e ingresos- determinan una caída del 7,5 por ciento en el poder adquisitivo de las familias.