El 8 de agosto de 2018 será la votación del proyecto de Ley de “Interrupción Voluntaria del Embarazo” (LIVE) en el pleno del Senado. Es una de las leyes de un largo proceso histórico, no exclusivo de Argentina, en la ampliación de derechos y libertades, que comienza con el matrimonio civil, el voto femenino, el divorcio vincular y el matrimonio igualitario, por citar algunos hitos en ese largo derrotero. Como ocurrió en casi todos esos casos, la defensa del status quo tuvo una porción no despreciable de apoyo en la opinión pública. Para nuestra generación basta recordar los debates sobre matrimonio igualitario. Pese a ello, con posterioridad a la sanción de esas leyes la corriente de opinión favorable fue ganando terreno al mismo tiempo que las opiniones contrarias, si bien no desa-parecieron, fueron contrayéndose hasta convertirse en una minoría. Si sucederá lo mismo o no, no lo sabemos aún. Lo que sí podemos saber, es cómo está distribuida actualmente la opinión pública en torno a esta cuestión.
Mayoría polarizada. Todos los meses desde hace dos años y medio, la Universidad de San Andrés realiza la Encuesta de Satisfacción Política y Opinión Pública (#Espop); una encuesta nacional de mil casos con representación de todas las regiones del país y cuotas por nivel socioeconómico. En los últimos meses consultamos a los entrevistados, entre otras cosas, su grado de acuerdo o desacuerdo con “un proyecto de ley que garantice un aborto legal, seguro y gratuito”. En general, los resultados del mes de junio arrojan que un 50% se manifiesta “muy de acuerdo o algo de acuerdo”, mientras que un 36% se manifiesta “muy en desacuerdo” y un 10% “algo en desacuerdo”. En comparación con las anteriores mediciones, observamos que las opiniones se mantienen aunque tienden a polarizarse hacia las opciones más intensas, reduciéndose la proporción de respuestas que indicaban tanto “algo de acuerdo” como “algo en desacuerdo”.
Clivaje regional en diputados y en la opinión pública. El “proyecto de LIVE, por sus siglas”, ya tuvo media sanción el día 14 de junio en la Cámara de Diputados con 129 votos favorables y 125 en contra, después de dos meses y medio de discusión en comisión y unas más de 20 horas de debate en el recinto. La votación expresó un patrón territorial del comportamiento de los y las legisladores: los que prevenían de las provincias del NOA y el NEA, así como Cuyo y parte de las provincias del Centro, se inclinaron en proporciones significativas en contra, mientras que los y las que provenían de las regiones metropolitanas y patagónicas, en favor. El mapa expresaba un clivaje territorial: el sur con mayoría de votos afirmativos y el norte con votos negativos.
Es claro que la reñida votación que se dio en la Cámara baja, expresa en buena medida la partición regional de la opinión pública. Según nuestra encuesta, en CABA el grado de acuerdo con el proyecto de ley supera el 70%, así como en GBA (60%). En la Patagonia llega al 55% y en las provincias del centro (Córdoba, Santa Fe y Entre Rios) y en el interior de la provincia de Buenos Aires, si bien aumentan las opiniones contrarias, el grado de acuerdo supera el 50%. En contraste, en el NEA, el NOA y en Cuyo, la proporción de entrevistados que se manifiestan en desacuerdo supera el 60%. En las provincias del NOA, solo el 30% manifestó estar de acuerdo.
Desde luego, esta participación territorial no es exclusiva de Argentina. Es conocido el patrón territorial del voto conservador en el sur y centro de los Estados Unidos de América, y el voto más progresista de las costas del Atlántico y del Pacífico, por citar tan solo un ejemplo. De hecho, este patrón, aunque menos pronunciado que en la actualidad, también se había verificado respecto de la ley de matrimonio igualitario.
La Edad en forma de U. Otra de las diferencias significativas que encontramos en la opinión respecto del aborto, se encuentra en la segmentación etaria. En los dos grupos más jóvenes (18-24 y 25-34) encontramos una mayoría por encima del 50% de acuerdo con el proyecto de ley. Las opiniones en desacuerdo, en cambio, ganan terreno en la franja etaria de 35-44 y 45-54, llegando al 57%. Sin embargo, en la franja 55-64 vuelve a predominar el acuerdo (53%), para trepar al 64% entre los adultos de 64 o más años. Como se puede apreciar la distribución del grado de acuerdo con la LIVE según la edad tiene forma de U, como se suele decir en la jerga académica. Es difícil tener una explicación unificada al respecto.
Los jóvenes históricamente han tenido posiciones más progresistas que sus mayores, y en cada generación fueron los encargados de expandir el campo de libertad. De modo que, no sorprende esa disposición. Las posiciones, proporcionalmente, más conservadoras de las generaciones intermedias se podrían entender del mismo modo, pero ello llevaría a esperar que con el aumento de la edad aumente el grado de desacuerdo. Y eso, precisamente, no se verifica. Una hipótesis muy provisoria que podría plantearse desde mi punto de vista radica en el perfil conservador de la generación criada a mediados de los 60 hasta mediados de los 80: la generación criada y educada en una sociedad afectada por gobiernos autoritarios. Del mismo modo, que los jóvenes de los 60 y parte de los 70, caracterizados generacionalmente con una actitud más crítica a la autoridad, hoy con más de 60 años tengan un perfil más progresista. Pero es solo una hipótesis, y desde luego polémica.
¿Es la educación? Así como la segmentación regional de la opinión pública nos ayuda a entender la distribución regional de la votación en diputados; el nivel de educación de los entrevistados permite distinguir un patrón en la opinión relacionada con el tema aborto. De los entrevistados que tienen el más bajo nivel de estudios el 13% no tiene opinión formada sobre el tema, pero el 61% está en desacuerdo. A medida que aumenta el nivel de educación, en cambio, la distribución de las preferencias se invierte. Entre los que tienen el secundario incompleto o lo terminaron, las opiniones se emparejan un poco: el 50% está en desacuerdo y el grado de acuerdo alcanza el 44%. Así las cosas, entre las personas que tienen los más altos niveles de estudios más del 50% está de acuerdo.
Según nuestro análisis, entonces, a mayor nivel educativo mayor el grado de acuerdo con la propuesta de despenalización del aborto; a la inversa, cuento menor es el nivel educativo de entrevistados, mayor es la proporción de opiniones en desacuerdo. Las diferencias son muy marcadas, como se puede apreciar en las gráficas. Con el aumento de la educación, no solo aumenta el grado de acuerdo sino también, los matices. Por ejemplo, entre el segmento de menor nivel educativo el 57% dice estar “muy en desacuerdo”, y solo el 4% dice estar “algo en desacuerdo”. De igual modo, para el mismo nivel educativo, el 22% dice estar “muy de acuerdo” y solo un 4% “algo de acuerdo”. Es decir, las opiniones tienden a ubicarse en las opciones más intensa o extremas. En cambio, en el nivel de mayor educación mientras el 38% dijo estar “muy de acuerdo” el 19% dice estar “algo de acuerdo”, estableciendo matices en sus posiciones. Incluso dentro del segmento de mayor educación que tienen una posición contraria, el 31% dijo estar “muy en desacuerdo” mientras que el 9% “algo en desacuerdo”.
*Director de la encuesta de Satisfacción y Opinión Pública de la Universidad de San Andrés.