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El conflicto, visto por una rusa y un hijo de ucranianos en Argentina

El arquitecto Jorge Danylyszyn sigue el día a día de su familia en Kiev vía Whatsapp. La profesora de ruso Tatiana Yevtushenko dice que tiene más inscriptos en sus clases de idiomas. Ambos coinciden en que la guerra entre ambas naciones es una “verdadera tragedia”.

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Rusia y Ucrania. | afp

Jorge Danylyszyn recibe un mensaje de Whatsapp de su familia que está en Kiev, capital de Ucrania y una de las ciudades más perjudicadas por la guerra con Rusia. 

Le cuentan que hay tanques de combate en frente de sus casas. Que luego entraron a las viviendas a revisar entre sus muebles. Les piden a los soldados que piensen en sus hijos y les dicen que nada tienen que hacer allí. Le cuentan que mataron a un vecino. Que escuchan caer misiles. Que lloran. Llega un transporte con los cuerpos recuperados y una multitud los recibe de rodillas. 

“Te conmueve hasta la última fibra porque los relatos de parientes y amigos ratifican la crueldad”, admite. Danylyszyn es vicepresidente regional del Congreso Mundial de Ucrania y presidente de la Asociación Ucrania de Cultura Prosvita en la Argentina. Es hijo de ucranianos y arquitecto. “Los relatos de mi familia, tanto los que están en Kiev como en Lviv, giran alrededor del deseo de que la situación se termine. Que las tropas rusas finalmente abandonen Ucrania, y cesen el asedio que comenzaron, y que devino en un conflicto armado no buscado por Ucrania. Vivimos la situación con indignación y enojo”, asume. 

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Danylyszyn advierte, sin embargo, que el conflicto no empezó en 2022: “La invasión rusa comenzó en 2014. Ahora, solamente, se desplegó en toda Ucrania”. Jorge se refiere a la  adhesión de la península de Crimea (ubicada entre los dos países en cuestión) a Rusia. Estados Unidos y la Unión Europea tildaron dicha operación de “ilegal”, mientras que Moscú la considera legítima. Esta disputa está presente desde la disolución de la Unión Soviética (1991).

En 2014, también, Crimea declaró su independencia de Ucrania y, desde aquel momento, el arquitecto afirma que comenzó una “guerra híbrida” (expresión popular entre los ucranianos) en las Repúblicas separatistas de Donetsk y Lugansk. Ciberataques y desinformación, con foco en las urbes: la guerra ocurría, no en el campo de batalla, sino en diversos espacios relacionados, en gran medida, con las tecnologías y la comunicación. Una guerra posmoderna. Al comienzo de este año Ucrania tenía control sobre las provincias separatistas, hoy se encuentran bajo dominio de Rusia. 

Jorge lo resume así: “La agresión de Rusia tuvo diferentes matices políticos: zarista, comunista, autócrata. Pero una característica que se mantuvo es que siempre fue imperial, con la intención de asimilar o destruir al pueblo ucraniano. Esta forma de destrucción no es nueva. La prohibición del idioma, la edición de libros, los exilios y los movimientos clandestinos, son elementos que han estado presentes en nosotros desde siempre. En 1991, con la Independencia de Ucrania, pensábamos que habíamos iniciado una nueva etapa en la historia de los ucranianos. Sin embargo, nuevamente alguien quiere decidir nuestro destino sin importarle el pensamiento de quienes habitan Ucrania”.

Pero para él, la guerra no está perdida. Todo lo contrario: “Los ucranianos ya triunfamos: una diáspora de millones hoy tiene su identidad más clara que nunca. Muchos despertaron del letargo y buscan sus raíces. Y ni hace falta hablar de quienes en Ucrania mostraron que están dispuestos a todo por defender lo propio. Asombra su valentía. Se trata de un grupo de personas, sin armas, que sólo con un celular, detienen una columna de camiones militares”. Desde que comenzó la guerra, más de 6 millones de ucranianos huyeron de su país, según la ONU. 

En diálogo con PERFIL, dice que “de ninguna manera” está de acuerdo con la guerra. “En la guerra nada es bueno. Ucrania solo se defiende”. “Deberíamos redefinir la ‘relación fraternal’ de la que se habla entre rusos y ucranianos. No se puede negar la existencia del período soviético en el que se intentó imponer que “todos eran un solo pueblo”, aunque ello no fuera cierto. Buscaron desaparecer aquellas costumbres y tradiciones que querían diferenciarse. Se intentó devaluar la cultura de Ucrania haciéndola parecer como ‘pueblerina’. Pero no pudieron acabar con todo. Una vez más, renacimos. Eso no pudieron soportarlo y la actual situación es producto de ello. Como bien dijo el Arzobispo Mayor de la Iglesia greco-católica ucraniana, Lubomir Huzar: ‘¿Cómo pueden ser mis hermanos los zares Iván el Terrible, o Pedro I, o mi hermana la zarina Caterina II?’. Es que todos ellos cometieron atropellos contra el pueblo ucraniano”, agrega. 

 

***

En la clase en la que enseña ruso, Tamara Yevtushenko nota algo diferente. Lejos de lo que se podría creer, este año, con el inicio de la guerra, hay muchos más alumnos inscritos que en los años anteriores. Alumnos desde los 12 a los 45 años, en su mayoría profesionales: abogados, periodistas, diplomáticos. “La narrativa de la guerra perjudicó a Rusia. En Argentina también fue fuerte pero no llegó a afectar a aquellos interesados en la lengua y en la cultura rusa”, indica Yevtushenko, que es doctora en Ciencias Políticas, graduada y representante de la Universidad Estatal de San Petersburgo en Argentina, docente universitaria, y profesora de ruso en el Instituto del Servicio Exterior de la Nación (ISEN).

Tamara tiene familia en Rusia y en otros países de Europa: “Ellos continúan su vida normal”. “Hace poco fui de viaje a Suiza. Cada vez que me atendían serbios asimilados, al escucharme hablar en ruso, se acercaban y decían ‘¡Viva Rusia!’”, relata. “Rusia es un país, en parte, europeo. El mismo Pedro I, apodado Pedro el Grande, vinculó Rusia con Europa, e incluso fue a Europa con el fin de convertir San Petersburgo en una ciudad europea. Es imposible imaginar la cultura universal sin el aporte de Rusia”, agrega. Continúa con sus memorias de viaje: “Noté muchos refugiados de Ucrania. No tuve ningún choque con ellos, al contrario, todos ellos hablaban ruso, no ucraniano. Recordemos que en la región de Donbass (ubicada al este de Ucrania, que abarca las pro-rusas Donetsk y Lugansk) el idioma ruso fue prohibido”.

En junio de este año el Parlamento Ucraniano prohibió la reproducción de artistas rusos porque “la música del Estado agresor podría influir en el sentimiento separatista en la población”. También se impidió la distribución de libros desde Rusia y los territorios de Donbass. Una encuesta (2013) del Instituto Internacional de Sociología de Kiev indicó que en el este del país más del 90% de los ucranianos utilizan mayoritariamente el idioma ruso. Opuesto al oeste, cuyo registro indica que un pequeño 5% habla ruso cotidianamente.

“Para mí, lo que está pasando es una tragedia. Cada ruso tiene lazos familiares en Ucrania, y viceversa. Nuestra historia tiene las mismas raíces y vínculos. Europa persigue un objetivo específico: obligar a Rusia a pasar de una operación especial a una guerra de gran escala. Lo que se logró durante estos meses es generar odio, eliminar la memoria. Lograron reescribir la historia, manipulándola, falsificándola de manera indecente”, opina Tamara. 

“Rusia nunca fue la primera en invadir. Hay una larga tradición de invasiones a nuestra nación: la guerra con Suecia (1788), Francia con Napoleón (1812), invasión anglo-francesa y turca a Crimea en 1854, entre otras. Y, ahora, la aproximación de la OTAN, que Estados Unidos quiere extender sin límites”, agrega. Cabe recordar que uno de los motivos que impulsaron la guerra actual fue la intención de Ucrania de formar parte de dicho organismo, regido por el Tratado de Washington.  

“Lo que observamos ahora es también un golpe de Occidente contra la integridad de Rusia. El objetivo de los Estados Unidos es debilitarnos a través de su desmembramiento en diferentes frentes. En vez de suministrar armas a Ucrania, debería pensar en una salida diplomática. Rusia está bajo ataque. Pero, lamentablemente, este ataque no es el único. Y, por lo tanto, debemos seguir luchando”, sostiene Yevtushenko. “Europa tampoco activa su diplomacia para detener la guerra. Por el contrario, Occidente continúa suministrando equipos a Ucrania”, concluye. 

“Siento que hay una narrativa de la guerra que busca retratar a Rusia como un actor de mala fe. Se volvió peligroso opinar sobre el conflicto desde un enfoque diferente al impuesto por la OTAN. La rusofobia ya no es sólo contra los rusos, sino contra la versión rusa de los hechos. Los agresivos defensores de Ucrania pretenden eliminar la verdad. Estamos en el mundo que adelantó a nuestro tiempo el escritor José Saramago, en su novela ‘Ensayo sobre la ceguera’, donde, en el mundo de los ciegos, lo anormal y lo horrible es ver”, opina Tamara. 

PERFIL volvió a preguntar, esta vez a la mujer: “¿Está de acuerdo con la guerra?”. Aquí, su respuesta: “Con la guerra nadie puede estar de acuerdo. Lo que está pasando me causa mucho dolor. A gran escala, no luchamos contra los ucranianos. Rusia pidió dos cosas: que la OTAN no se extienda por el Este y que Kiev reestablezca la autonomía para las poblaciones del Este de Ucrania. A Rusia no se le dejó alternativa, cuando sí había. Rusia no tiene por objetivo dañar a Occidente. Durante la Guerra de Estados Unidos contra el terrorismo internacional (luego de los atentados de 2001) Rusia apoyó la política de los EE.UU y ambos tuvieron una relación cooperativa. Después de años de plantear sus legítimas preocupaciones por la continua expansión de la OTAN, y de varios meses de intensos esfuerzos diplomáticos, la respuesta de Occidente fue no solo desdeñarlas con soberbia, sino que incrementaron las amenazas. A pesar de todo eso, las sanciones no afectarán a Rusia, sino a Europa, que verá el efecto de su política errónea. El mayor costo lo pagarán Ucrania, Rusia, la seguridad internacional, y la misma Europa, con incremento del precio de los suministros eléctricos y oleadas de desplazados”. 

Con respecto a la relación fraternal entre ucranianos y rusos, respondió: “Duele la separación entre Rusia y Ucrania porque es la separación que trata obtener Estados Unidos. Parte del plan para desmembrar a Rusia es separar a los ucranianos y bielorrusos, de los rusos, creando pseudo-identidades. Así se impone el sectarismo. Dos pueblos de la misma fe tendrán profundas heridas por varias generaciones”.

 

Putin vs. Zelensky

S.C.

“Putin es un criminal de guerra”, opina Danylyszyn. “Aspira a decidir cómo deben pensar y vivir los ucranianos. Está dispuesto a realizar cualquier cosa para conseguirlo. Su liderazgo está fundado en un modelo autocrático, muy lejano a los gobiernos occidentales. Quiere recrear un sistema cuasi monárquico. El espíritu imperialista ruso está presente en cada uno de sus actos y por eso deberá ser juzgado más temprano que tarde. La humanidad ha vivido dos guerras mundiales y parecería que algunos líderes no comprenden que no pueden definir por la fuerza sus áreas de influencia”, afirma. 

Para Yevtushenko, “Putin es un gran defensor de los intereses nacionales de Rusia”. “Un líder conservador, identificado con los valores tradicionales de nuestro país”, opina. Para ella “Zelensky es un gobernante que ha sido influenciado por los Estados Unidos”. “Tenía una excelente posibilidad de tener una buena relación con Rusia y Occidente, pero, en cambio, ha desafiado la geopolítica y esto implicó una catástrofe para Ucrania. Quiere llevar a los ucranianos a Occidente a como de lugar. No hubo ni un líder político en la historia de Ucrania que haya querido separarla tanto de Rusia. Estoy convencida de que los líderes políticos vienen y van; unos pueden ser buenos, otros siniestros. Pero los pueblos eslavos deben tener un destino común. Y en esta unión reside la prosperidad regional”, finaliza. 

La opinión de Danylyszyn sobre el ejecutivo ucraniano es muy diferente: “Zelensky ha mostrado un desempeño extraordinario en el manejo de esta difícil situación. Asombra la actitud del presidente en la defensa de los intereses del Estado ucraniano. El esfuerzo debe concentrarse en la victoria sobre los invasores que destruyen una nación milenaria en el corazón de Europa”.