ELOBSERVADOR
Juntos, pero no revueltos

Parecidos de familia en las derechas radicales latinoamericanas

Desde hace años que en la región surgen líderes que prometen un nuevo sistema. La crisis parece ser el semillero de estos representantes.

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Estrategias. Jair Bolsonaro, Donald Trump, y ahora Javier Milei, usan métodos similares: captar el hartazgo popular. | cedoc

Argentina ha regresado a ser ese país de la furia. La frase acuña bien el afán de reescribir la historia desde cero, ahora con un nuevo e impensado caudillo. La retórica colérica del economista Javier Milei, líder del partido La Libertad Avanza, irrumpió no sólo como el ganador de las recientes primarias del país, sino que develó una imagen inverosímil en el escenario argentino de los últimos años: que un político de derecha radical pudiera convertirse en el Presidente de la Nación.

¿Cómo fue que un outsider con estética pintoresca y discurso indignado pudo atraer tanta simpatía? La hipótesis más plausible apunta a que su encolerizada performance interpretó muy bien al desencantado, pero enfurecido votante argentino, zarandeado por años de crisis.

La inestabilidad económica es el síntoma común –la fiebre que anuncia la enfermedad–, que antecede a los cambios violentos de las democracias latinoamericanas. Así la crisis, el desempleo y el desafección, son el mejor combustible para generar estos resultados electorales; síntomas que desde hace décadas conocen las derechas europeas.

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El enfado, la pérdida de la paciencia y el pesimismo social construyen la victoria en las urnas de quienes se lanzan de cabeza contra el adversario político. Y les va bien.

Milei ha prometido casi dinamitar la economía argentina, y para ello cuenta con propuestas llamativas para un país acostumbrado a generosos subsidios, y a operar con una retórica muy contraria al credo liberal.

El candidato ha dicho que desea realizar una reforma monetaria para cerrar el Banco Central, unificar los tipos de cambio y disminuir el déficit financiero vía reducción de gastos, bajando el número de ministerios de dieciocho a sólo ocho, vendiendo empresas estatales como Aerolíneas Argentinas o instalando el mecanismo de voucher en la educación superior.

Anuncia, además, que abrirá la economía y modernizará las leyes laborales. Frente a un plan tan ambicioso como éste, señala que “el ajuste no lo pagará la sociedad, ni la producción, sino la política a través de una profunda reforma del Estado”.

En esta área, Milei utiliza las etiquetas de anarcocapitalista y minarquista, nombra entre sus lecturas a Friedman, Robert Nozick y Ayn Rand. Pero si sintetizamos todas esas referencias, nos quedamos con una sola idea-fuerza: el Estado debe tener una mínima influencia en la sociedad.

En consonancia con este diseño que se hace llamar libertario, sin embargo, sus grados de libertad se reducen paradójicamente en el plano valórico al indicar, por ejemplo, que es contrario al aborto. 

¿Es acaso Milei un sucesor de Jair Bolsonaro o un primo hermano de José Antonio Kast, el candidato del Partido Republicano chileno? Con ellos tiene ciertas similitudes, sí; pero hay formas y culturas políticas que los separan.

De Bolsonaro, Milei ha extraído inspiración en una de las políticas públicas más controversiales del expresidente brasileño, con la propuesta de liberalizar la tenencia de armas entre civiles.

Del chileno José Antonio Kast estaría asimilando sus posiciones valóricas más tradicionales. No obstante, Kast no utiliza el excesivo discurso de su símil argentino.

Milei tampoco se ha declarado un defensor de las dictaduras militares, como sí lo han hecho Bolsonaro y Kast.

Sin embargo, Victoria Villarruel, su compañera de fórmula, sí ha sido descrita como “defensora de la familia militar” y se presenta como una posible ministra de Defensa Nacional y Seguridad. En el caso de Villarruel, es interesante destacar su relación con el partido español Vox, un ejemplo de cómo las redes de estas derechas radicales trabajan a nivel transatlántico.

Más que libertario, quizá podríamos catalogar su ideario como afín al paleoconservador: un movimiento devenido desde las derechas estadounidenses que reúne en una sola tríada al mercado libre, al tradicionalismo moral, y al nacionalismo.

Este último elemento parece más difuso en la propuesta de Milei –e incluso contradictorio– con el histórico nacionalismo que ha marcado a la economía argentina. Además, el discurso de Milei es de una postura antielite, muy emparentada con el populismo clásico y con formas de lenguaje que lo acercan al efectismo de Donald Trump.

Hoy, Milei cuenta con las cartas para construir una sólida campaña, pero lo que pasará al final de esa ruta se convierte en una suma de interrogantes. ¿Podrá repetir su arrollador resultado para lograr una bancada que lo apoye? ¿Estarán los argentinos dispuestos a seguir a su nuevo caudillo, a dar un salto al vacío que rompa lo que parecía imposible y superar así la sombra de Kirchner? Todavía no lo sabemos.

 

*Académica e investigadora.

Facultad de Comunicaciones y Artes, Universidad de Las Américas, Chile.

Red de Politólogas No Sin Mujeres.