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el avance yihadista

Qué piensan en Medio Oriente del Estado Islámico

Representantes de Irán, Líbano, Kuwait, Arabia Saudita, Israel, Jordania y Turquía analizan un conflicto que ya costó miles de vidas en Siria e Irak y que amenaza con extenderse más allá de esas fronteras. Qué podría pasar en la Argentina.

desfile. Una exhibición de armas de los combatientes de la organización, en la calle de una de las ciudades iraquíes que controla. También ya tienen aviones.
| Reuters
La historia vuelve a repetirse una vez más en Medio Oriente sin que, al parecer, nadie haya aprendido de las experiencias anteriores. Es que el surgimiento del actual Estado Islámico (EI) tiene muchos puntos en común con la evolución que tuvo Al Qaeda en Afganistán en la década del 80, cuando los Estados Unidos armaron a Osama bin Laden y su gente para frenar el ingreso de la Unión Soviética en plena  Guerra Fría.
Algo similar ocurrió en esta oportunidad con diferentes grupos insurgentes a quien Washington apoyó en su lucha por derribar el régimen sirio de Bashar al Assad, que terminó con el líder terrorista Abu Bakr al Baghdadi controlando parte de Irak y Siria y autoproclamándose “califa de todos los musulmanes”.
“Salvando las distancias, es lo mismo que hicieron en la década del 80 con Afganistán. Lo ven como una solución inmediata para un problema que de otra forma no pueden solucionar. Sin embargo, estos fenómenos tienen vida propia”, afirma Khatchik Derghougassian, doctor en Relaciones Internacionales y profesor de la Universidad de San Andrés. Esta vez, sin embargo, este experto y los demás consultados para esta nota descartan que la Argentina sea un objetivo que interese al EI.
Paulo Botta, coordinador del departamento de Eurasia del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad de La Plata, concuerda. “Lo que buscaron los Estados Unidos es eso de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo. Treinta años después, estamos con la misma estructura de análisis y de acción de Afganistán y ya sabemos lo que ha generado. No se ha aprendido nada al respecto”, destaca.
En tanto, el ex embajador argentino en Turquía e Israel, Atilio Molteni, agrega que “la culpa no es sólo de los Estados Unidos. Hay otros países de la región que han apoyado a la guerra en Siria. Washington siempre buscó tener una participación indirecta, pero los otros estados sunitas han ayudado a los grupos que enfrentan a Al Assad, lo que dio lugar a que se fuera consolidando el EI”.
En la actualidad, la situación se les ha ido a todos de las manos y el avance del Estado Islámico amenaza ahora no sólo a Irak y Siria sino, también, a Arabia Saudita, a las monarquías del Golfo Pérsico, a Jordania, al Líbano, a Israel e, incluso, a Turquía e Irán.
De poco han servido los ataques aéreos que viene llevando adelante la coalición internacional para derrotar a los terroristas liderados por Abu Bakr al Baghdadi y tanto los expertos como los diplomáticos de los países de la región coinciden en que la única forma de lograrlo es mediante una operación terrestre con tropas, algo a lo que Washington le viene rehuyendo, en concordancia con la política del presidente Barack Obama de retirar sus tropas de Irak y Afganistán.
“Todos están de acuerdo de que esto no se va a solucionar con los ataques aéreos, pero nadie quiere ser el primero en enviar gente. El discurso de Obama fue retirarse de Afganistán y de Irak y estaría volviendo a una guerra terrestre. Políticamente sería muy problemático en términos de política interna”, explica Botta.
En tanto Derghougassian resalta que “los bombardeos no tienen nada que ver con la responsabilidad de proteger a la población, sino con una estrategia militar. Estos ataques no les cuesta mucho, políticamente no pagan un precio. Lo más grave es que no tienen fines políticos, no saben qué hacer con esto. Es sólo sentarse a mirar el espectáculo de horror que está pasando para después decidir cuándo y cómo reacomodar las cartas”.
Justamente este último punto es el más complejo de resolver porque cualquier decisión estratégica que tomen los EE.UU. para tratar de frenar al EI puede complicar otras alianzas anteriores o desestabilizar aún más a la región.
“El EI es instrumental para Turquía y Arabia Saudita, porque geopolíticamente es la mejor contención a la expansión de Irán en Medio Oriente. El desafío de los servicios de inteligencia y seguridad es saber hasta qué punto es una amenaza y hasta dónde les conviene su existencia –afirma Derghougassian–. Por eso, quienes pueden y tienen interés en combatirlo son Irán, el régimen de Al Assad y los kurdos. La solución sería hacer alianzas con ellos, fortalecer a sus combatientes que están en el terreno para que le den el golpe final. Esto es juntarse con todos los actores a los que vienen denunciando y, a la vez, enemistarse con los aliados del Golfo y hacer enojar a Turquía. Están entre la espada y la pared”.
En tanto Botta resalta que “los saudíes y los iraníes tiene un interés común: que el EI esté calmado, como mínimo, o vencido y destruido. Pero el actor más importante es Turquía porque sigue teniendo la llave de lo que está sucediendo y han estado jugando más de dos años con esto y ahora es muy difícil volver atrás”.
Más allá de esto, uno de los temas que más preocupa a las potencias occidentales es la posibilidad de que produzcan atentados en sus países debido a la cantidad de sus ciudadanos que se encuentran combatiendo en las filas del grupo terrorista.
“La gran preocupación es el número de extranjeros que están participando en la guerra y que después puedan volver a sus países occidentales con la experiencia militar y terrorista y provocar una situación interna, especialmente en Europa”, detalla Molteni.
Derghougassian concuerda y destaca que “esto le puede causar a Occidente un tema de seguridad interna. Si bien por ahora el EI no ha dado señales de una expansión global (se diferencia en esto de Al Qaeda) y ha concentrado su lucha en Medio Oriente, muchos de los llamados lobos solitarios pueden tomarse la misión de ayudar al califato y hacer atentados. Si esto prospera, es el aspecto más impredecible del terrorismo porque no forma parte de una estrategia desarrollada y eso puede llegar a preocuparlos, fundamentalmente a Gran Bretaña y Francia”.
Todos los especialistas consultados coinciden en remarcar que la Argentina está fuera de estas preocupaciones que atañen especialmente a los países que han enviado tropas para combatir al Estado Islámico, aunque esto no implica que no se pudiera producir algún hecho impredecible en estas tierras.