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Un boludo importante

El título de esta columna es el de una novela que terminé hace dos meses. No es una autobiografía. La trama de la historia no está basada, ni inspirada en experiencias personales.

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Libros | Cedoc

El título de esta columna es el de una novela que terminé hace dos meses. No es una autobiografía. La trama de la historia no está basada, ni inspirada en experiencias personales. Vale la aclaración aún cuando sé que la mayoría de ustedes, lectores inteligentes, no iban a recurrir al chiste fácil de preguntar porqué decidí escribir mis memorias. De todos modos, si en un sitio tan concurrido como este hay algún necesitado de reconocimiento que ya se estaba tirando de palomita a cabecear el centro, me disculpo. El título de esta columna es el de una novela que terminé hace dos meses. No es una autobiografía. La trama de la historia no está basada, ni inspirada en experiencias personales.Lamento haberle evitado un remate seco que entraba seguro.

Un boludo importante es pura ficción. Salvo un tributo a René Lavand, no hay otra alusión a personajes famosos, o conocidos. Tienen algunas características comunes porque acá, como se sabe, boludos somos todos. Hecha las aclaraciones, termino este anuncio, chivo, espacio publicitario, "peneté", o como quieran llamarle, con un par de frases tipo promoción de película americana para asegurarles que les estoy vendiendo algo entretenido.

Carlos Ares tapas de libros 20210812

"La comedia negra más divertida que leí en los últimos años". "No esperaba encontrarme con ese universo brutal, ese humor impiadoso, cruel, casi salvaje, esos personajes bizarros tan bien delineados", me escribió un amigo actor. Si les digo quién es, van a pensar:  "bueno, si le gustó a éste, debe ser buena de verdad". Tengo más: "Me hizo acordar a lo que escribía Fontanarrosa". Mensaje, este último, que me conmovió. Tanto como para explicarle al Negro, ahí donde esté. "Perdónalos, son amigos, no saben lo que dicen".

En síntesis: Un boludo importante es una novela policial, barrial, que transcurre en San Telmo, con protagonistas desopilantes, más el manco René, más Sandro, Los Palmeras, frases de autoayuda,bares, suicidios, delivery de cadáveres, romance, amantes, sexo oral, corruptelas, aprietes, más placa roja de Crónica TV. Dicho esto, ahora sí, a continuación, va el dato de servicio para autores que justifica esta columna. Una vez escrita una novela, ¿qué hacer con ella?  

Tenía en mi haber dos experiencias más o menos recientes. Huellas digitales (crónicas 2013-2018), recopilación de columnas publicadas en PERFIL,  y La velocidad de la sombra, mi segunda novela. Después de que la hicieran leer, de aprobarla, un editor capo en Sudamericana me preguntó si estaba dispuesto esperar hasta el año siguiente porque ya había una agenda prevista. Seis meses más tarde, el editor renunció. Había que empezar el trámite otra vez. Finalmente, los dos libros fueron a parar a la plataforma de Amazon.com.

Un tipo experto, inteligente, abierto, como es él, decidió salir a buscar lectores sin pasar por la amansadora de las editoriales

En eso estaba, pensando "qué hago ahora con esta", cuando en el programa "La Conversación" (sábados 14hs, AM 1110, radio de la Ciudad, entrevisté a Lalo Zanoni, periodista, consultor en Comunicación y Social Media, editor del newsletter Take Away, autor de Las máquinas no pueden soñar, Futuro inteligente, La gran manzana, entre otros libros de esos que parten cabezas. Zanoni regala sus libros, Cualquiera puede entrar a su sitio "lalozanoni.com" y bajarlos.

Un tipo experto, inteligente, abierto, como es él, decidió salir a buscar lectores sin pasar por la amansadora de las editoriales. Los consiguió. Muchos. Gracias a la distribución gratuita, en red, le llegaron invitaciones para dar conferencias pagadas en países que no conocía, hizo contactos frecuentes con gente que admiraba, intercambió información, opiniones, demostró lo que se proponía probar. ¿Sería igual con un texto de ficción?

 Primero fue un mensaje de whatsapp: "Amigos, terminé la novela!. Si alguno anda con ganas de leer, se la envío". Aparecieron los que no tenían más remedio que ofrecerse. Sus devoluciones me animaron a probar en las redes. Ya sabía que no estaba regalando un contenedor de plomo. Con casco, en modo "a ver qué pasa", arrojé el mensaje en tuiter y me tiré al suelo para evitar las esquirlas. Al rato, como no escuchaba gritos ni puteadas, me asomé. Debo reconocer la buena onda con que fue recibida la oferta. Por mensaje directo, en @carlosaresok, comenzaron a pasarme la dirección de mail. Tres semanas más tarde, me vi obligado a agradecer pedidos y comentarios:  "si la demanda sigue así no será de las más vendidas pero va a ser de las más leídas".