EMPRESAS Y PROTAGONISTAS
Salud

Andrés Oppenheimer: “El crecimiento económico es indispensable para que un país sea feliz, pero no suficiente”

“¿Para qué queremos el dinero o la salud? La finalidad última de todo lo que hacemos es ser felices, aunque a veces perdemos de vista ese objetivo, hoy en día hay cada vez más países que están poniendo a la felicidad como la meta máxima”, definió el experto en el tema Andrés Oppenheimer, durante una charla abierta organizada por Fundación OSDE en su auditorio, en Buenos Aires.

Fundación OSDE
De izq. a der. Luis Fontana, Director General del Grupo OSDE; José Del Río, moderador; Cristian García Sarubbi, Director de Comunicación y Desarrollo Humano del Grupo OSDE; Héctor Pérez, presidente de Fundación OSDE; Martín Pochat, presidente del Grupo OSDE y Andrés Oppenheimer. | Fundación OSDE

El periodista, escritor y conferencista argentino Andrés Oppenheimer, brindó este lunes una charla titulada “¡Cómo salir del pozo! - Las nuevas estrategias de los países, las empresas y las personas en busca de la felicidad” en el marco del programa de las actividades libres y gratuitas abiertas a toda la comunidad que ofrece Fundación OSDE. 

“El crecimiento económico es indispensable para que un país sea feliz, pero no suficiente”, afirmó Oppenheimer. “Uno de los requisitos indispensables para la felicidad es tener las necesidades básicas satisfechas, pero además de esas necesidades cubiertas en los países nórdicos, por ejemplo, tienen una riquísima vida de actividades comunitarias”, explicó. 

El autor destacó un estudio realizado a 150 mil personas en 137 países: “el porcentaje mundial de gente que dice no ser feliz es cada vez mayor, creció del 23% en 2006 al 33% actual; un fenómeno que ya tiene 20 años y que no se le puede atribuir sólo a la pandemia”, agregó. 

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El autor se explayó en diferentes casos que investigó para su libro. “La soledad, la depresión y las enfermedades mentales están aumentando de una forma alarmante en los últimos años. Por ejemplo en Inglaterra hay un Ministerio de la Soledad, y hasta la propia ministra manifestó estar sorprendida por los resultados de las encuestas, que dicen que el principal problema de depresión no lo tienen los adultos mayores, sino que los principales afectados son las mujeres jóvenes adolescentes”. Oppenheimer encuentra parte de la explicación a ese fenómeno en las redes sociales: “hay mucha más depresión y soledad entre los jóvenes, en gran medida, por la cantidad de "likes” o los "me gusta” de las redes sociales. Eso hace estragos en la salud mental de los jóvenes”, señaló. 

También en Inglaterra se creó la figura del ‘Recetador Social’, como resultado de un estudio que indica que el 20% de la gente que consulta por temas de depresión no necesita medicación. “Una receta social le indica al paciente alguna actividad que le genere bienestar, lo que constituye una mejora en la calidad de vida y un ahorro al Estado de millones de libras en gastos médicos”.

En las escuelas de Nueva Delhi, se le enseña a los chicos la tolerancia al fracaso, que es uno de los problemas más comunes que llevan a la depresión. No se hace con sermones, si no con relatos de fracasos reales de personas famosas que puedan servir de ejemplo, como fue el caso del primer partido del último mundial de fútbol, en el que Argentina perdió con Arabia Saudita. “Es llamativo que en los colegios tengamos educación física y nada de educación mental, cuando ésta es tan importante como la física”, dijo el autor. 

No faltó una lectura sobre la actualidad Argentina: “Aún con los problemas económicos y sociales que está atravesando la Argentina, está en el puesto 48 entre más de 140 países en el ranking mundial de felicidad, y eso se explica por el carácter social y familiar de los argentinos. Pero, aún así, el nivel de felicidad podría ser todavía mayor si se compartieran más actividades y espacio con extraños, no sólo con amigos y familiares”, propuso. “Es algo que acostumbran hacer los habitantes de los países nórdicos, y que acerca a las clases sociales, reduce la grieta política, y a diferencia de lo que era una tendencia estadística hasta hace unos años, las tasas de suicidio en esos países están por debajo de la media europea”. 

En ese contexto, el autor destacó un componente fundamental que influye en el bienestar de las personas: el optimismo. Tras un ensayo en vivo ante un auditorio lleno por 250 personas, en el que apenas una minoría se consideró pesimista, Oppenheimer dio la buena noticia: “Hay varios estudios que han analizado los factores que influyen en la felicidad y encontraron que la gente optimista vive hasta 6 años más que la pesimista”.