Pese a que las nuevas tecnologías han acortado de manera exponencial las distancias y han multiplicado al infinito las posibilidades de comunicación, los encuentros presenciales siguen siendo un aspecto determinante a la hora de cerrar un negocio. Es por ello que los viajes en avión son moneda corriente y, por ende, es imprescindible no dejar ningún cabo suelto para que todo salga según lo esperado cuando uno se desplaza de una ciudad a la otra.
¿Qué recomendaciones hay que tener en cuenta para que cada viaje de negocios sea un éxito?
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La planificación: nada mejor para aprovechar un viaje de negocios que conocer al dedillo lo que uno va a hacer en la ciudad de destino antes de viajar. Conviene sacar con anticipación los pasajes de avión para asegurarse un horario y un precio favorable, pero también hay que prestar atención al lugar de alojamiento. El hotel se convertirá en nuestra casa durante los días que estemos en aquella ciudad a la que tenemos que dirigirnos por trabajo, por lo cual conviene elegir un sitio bien ubicado, con buenas calificaciones en Internet y en el que podamos descansar con comodidad. Por otra parte, al seleccionar el alojamiento con mayor antelación es muy posible que consigamos tarifas más convenientes a igual calidad.
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Viajar en un época acorde: muchas veces las ciudades pueden colapsar durante una determinada semana por algún acontecimiento puntual. Por lo tanto es bueno repasar el calendario del sitio al que uno se dirige. Imaginemos, por ejemplo, el caso de un ejecutivo que vivía en la Patagonia y necesitaba viajar a Buenos Aires en diciembre de 2018. De ninguna manera hubiese sido una buena idea hacerlo durante los días en los que estuvieron los líderes del G-20, ya que los servicios estaban completamente limitados.
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Contactar a las personas con las que uno debe reunirse antes de viajar: podemos ser ordenados, pero si nuestra contraparte no lo es estamos en problemas. Por tanto, es recomendable que antes de viajar nos aseguremos que el esquema que diseñamos es el mismo que tienen en su mente nuestros interlocutores, para que no haya ningún desencuentro que genere malestar y haga peligrar el objetivo de nuestro viaje.
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Llegar al aeropuerto con tiempo: es clave. En primer lugar, porque la posibilidad de perder un vuelo puede dejarnos en ridículo con quien nos espera en otra ciudad. Pero, aunque lleguemos, no tiene sentido hacerlo con la lengua afuera, con cansancio y desalineados. Arribar al aeropuerto con un margen razonable permite reducir al mínimo cualquier problema futuro. Lo ideal, claro está, es tener el check in hecho, para que el viaje sea placentero desde el momento en que nos bajamos del remis.
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Chequear que toda la documentación esté a mano: nada peor que llegar al lugar de salida y darnos cuenta que no llevamos con nosotros el DNI o el pasaporte. Además, siempre conviene tener algo de dinero encima para resolver cualquier inconveniente y mucho más aún la tarjeta de débito.
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Viajar con la ropa correcta: siempre es agradable estar cómodos durante el vuelo. Pero ante la posibilidad de que las personas con las que debemos encontrarnos nos esperen en el aeropuerto de destino, debemos pensar en un atuendo que combine confort con buena presencia.
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Revisar el equipaje antes de salir: seguramente las cosas que llevemos estarán supeditados a la cantidad de días que estemos en nuestro lugar de destino. Más allá de eso, es imprescindible tener los cinco sentidos despiertos a la hora de armar las valijas. A diferencia de los viajes de placer, en los que si falta algo se compra o se reemplaza, en un desplazamiento por negocios todo tiene que funcionar como un relojito. Revisemos no solo la ropa, sino también los dispositivos electrónicos y sus respectivos cables.