ESPECTACULOS
Mercedes Morán

“Busco personajes lejos de mi zona de confort”

Protagonista indiscutible de la escena y las pantallas nacionales, ahora Mercedes Morán presenta su unipersonal en la plataforma de Teatrix. Reflexiona sobre la realidad de los actores, trabajar en pandemia y cómo compone sus creaciones.

20210529_mercedes_moran_ailengarelligabrielmachadonetflixprensareinassalvajes_g
Lujo. La famosa plataforma estrena Ay, amor divino, su trabajo celebrado y distinto, donde se luce en el escenario. | GZA: AILEN GARELLI / GABRIEL MACHADO NETFLIX / PRENSA REINAS SALVAJES

Mientras se espera para ver en vivo sobre un escenario a Mercedes Morán, desde fines de mayo se la podrá apreciar en su unipersonal Ay, amor divino en la plataforma de Teatrix. Tanto en teatro, cine como en televisión su nombre se asocia con importantes títulos y destacadas actuaciones. Dice: “Este año hice solo una función de la propuesta Conejo blanco, conejo rojo en febrero. Veremos si en julio podré estar en el Teatro Colón, por muy pocas funciones –cuatro o cinco– haciendo Theodora, de Haendel en versión semimontada de Alejandro Tantanian.

—¿Cómo fue que filmaron “Ay, amor divino”?

—Como productor del espectáculo, Lino Patalano, quiso dejar un buen registro. Por eso contrató varias cámaras. Pensábamos reponerla, pero como está lejano el reestreno, pensamos con él que Teatrix es una muy buena plataforma para presentarlo. A mí que no me gusta ver el teatro filmado, pero cuando la volví a ver sentí que el espíritu se mantuvo. Recordaba que una de las consignas del director, Claudio Tolcachir, fue que me dirigiera a la platea como si hubiera alguien cercano a mí, sentado allí. Creo que es una propuesta ideal para verla desde el living de tu casa. 

—¿Por qué elegiste escribir e interpretar un unipersonal?

—Fue la primera vez que me corría de un personaje para hablar desde y de mí. No me cuesta armar un papel porque es una forma de protegerme. Por eso lo sentí como un desafío y logré quitarme ese miedo. Rompí la cuarta pared y me comuniqué directamente con el público. Cuando decidí trabajar con Lino hicimos la producción juntos y le hablé de Claudio Tolcachir. Él me había dirigido en Buena gente (2012) y Agosto (2009). Como productor Lino no se parece a ninguno, disfruta con las ideas y te hace sentir siempre importante. Te manda flores y te recibe con champagne en el camarín. El día del estreno en el Maipo consiguió que Johnny Tedesco subiera al escenario para entregarme un ramo, porque yo contaba que él había sido mi primer amor televisivo. 

—¿Cómo sentís esta manera de ver teatro a través de las pantallas?

—Esta pandemia trajo nuevos hábitos y formas de comunicación que teníamos limitados. Hay espectáculos que significaron un acompañamiento por plataformas que no eran habituales. El teatro para mí sigue siendo irremplazable como ceremonia junto al público y en el mismo momento. Lo mismo sucede con los conciertos que son propuestas artistas públicas. Pero ésta es una nueva manera de acercarnos al público. 

—¿La llevaste a Madrid?

—Hicimos tres meses en Buenos Aires y luego estuve un mes en los Teatros del Canal. Nos fue muy bien y nos propusieron llevarla a otras ciudades españolas, pero no pude hacerlo. Uno de los motivos por los que armé este espectáculo fue para tener la libertad de hacerla y suspenderla cuando me saliera otro trabajo en cine o en televisión. Pude hacer tres meses de gira con él por las provincias, hasta que llegó la pandemia. 

—Cuando componés tus personajes le das prioridad a un cambio en tu cabello. ¿De dónde proviene esta obsesión?

—No solo con el pelo, trato de componer. Es lo que más me divierte. Busco del exterior, también cómo se viste o cómo camina. Su aspecto físico es el resultado de su pensamiento, su deseo y sus elecciones. Por supuesto que se relaciona con mi experiencia y observaciones, pero buscando que se aleja de mí. No soy ese tipo de actriz que se considera per se interesante, prefiero construir a otra.

—Trabajaste en algunas películas chilenas, como “Neruda” (2016) y en “Araña” (2019). ¿Qué te une a ese país?

—Mi vínculo empezó cuando Pablo Larrain me convocó para hacer a la argentina Delia del Carril, quien había sido mujer de Neruda. Años más tarde filmé Araña, con Andrés Wood. Las dos experiencias fueron fantásticas. Fue una revelación descubrir  a los actores, todo el teatro y el cine chilenos. 

—¿Terminaste de filmar en pandemia “El reino” para Netflix? 

—Sí, es la miniserie escrita por Claudia Piñeiro y Marcelo Piñeyro, dirigida por Marcelo junto a Miguel Kohan. Habíamos grabado cuatro meses hasta que llegó la pandemia. La productora K&S Films fue la primera en volver a filmar con los protocolos. Fueron fantásticas todas las medidas de seguridad sanitaria y aprendí a trabajar con ellas. En este invierno se estrenará. Las plataformas buscan tener asegurado el inicio de la segunda temporada para estrenar la primera. Participé de tres, pero aún no sé cuándo se estrenarán, ni El reino, ni Maradona, ni Iosi, el espía arrepentido con dirección de Daniel Burman y Sebastián Borensztein, para Amazon.

—¿Cómo fue encarnar a Tota, la madre de Diego Maradona?

—Tota está muy alejada de mí, pero todos los actores que hicieron de Diego también tuvieron que acercarse desde lo físico. Contamos con una dirección fantástica de Alejandro Aimetta, quien nos dirigió en Argentina y fue el coordinador de la serie. En Italia hubo otro director y en Barcelona me reencontré con Roger Gual, con quien hacía muchos años había filmado ahí mismo Remarke. Todas las series me dieron muchas alegrías.

—A partir de 1998 con el éxito de “Gasoleros” y de Roxi fuiste ascendiendo en popularidad sin perder el prestigio. 

—Nunca tuve una fórmula. A mi trabajo no lo considero una carrera hacia ningún lugar. Creo que el teatro y las películas entrecruzadas con la televisión le dieron esta variedad. Algunos compañeros solo hacen televisión. Tuve suerte que me llamaran para filmar y hacer películas tan distintas. Me convocan para muchas óperas primeras y corro ese riesgo. También me pasa en el teatro. Me entusiasmo tanto para los escenarios independientes como comerciales. Busco personajes que me corran de mi zona de confort. Tuve mucha suerte. 

—¿Qué haces en Sagai?

—Estoy en la comisión de becas, para que estudien teatro en el exterior o aquí. Normalmente se abre tres o cuatro veces al año, ahora las hacemos virtuales. También integro la Comisión de Género y en estos últimos tiempos estamos muy pendientes de lo que se necesita en temas como medicamentos y comidas de nuestros. 

—Los artistas fueron y son los más golpeados por la pandemia. 

—Me parece que estamos ante una pandemia mundial que nos excede. Todos perdimos trabajos y debemos quedarnos en casa. Creo que lo más importante hoy es cuidar la vida. De manera más lejana veo cómo seguir una vez que estemos todos vacunados. No tengo expectativas próximas de hacer teatro. Ahora estamos atravesando el peor momento de la pandemia.

 

Una artista solidaria 

Se sabe del profesionalismo de Mercedes Morán, pero quizás no tan conocido sea un aspecto solidario. Reflexiona: “Creo que a diferencia de otros países, Argentina protege a las organizaciones sociales, que no solo dan de comer sino que contienen la bronca y la desesperación de vivir en condiciones tan desiguales. Siempre son muy criticadas y yo las defiendo porque traen no solo ayuda, sino también paz social.” 

“Muchos actores –aclara– subimos videos para ayudar a Isabella Sol, hija de dos actores, Vanesa Madia y Román Melendrez. Ya tuvo seis operaciones y estamos haciendo colectas. También los ayuda Sagai. Ejercer la solidaridad hace bien no solo a quien recibe, sino a quien la da. Hay muchas maneras de ser solidaria. Se necesita mayor conectividad. Es una pena que el gobierno anterior la haya discontinuado y no solo para la educación”. 

La abuela también aparece en la conversación. Dirá: “Mi última nieta nació en diciembre pasado, Justina, también están Ema (10 años) y León (7 años). Cambié el vínculo con mis nietos. Ahora los veo al aire libre y con tapabocas. Antes los iba a buscar al colegio y dormían en mi casa”. 

Cuando se le pregunta por su pelo blanco, responde: “Tomé la decisión de dejarme las canas. No quería seguir con la dependencia de la tintura. En estos dos últimos años pude mantenerlo. Cuando veo un hombre teñido no me gusta y me empezó a pasar también con las mujeres. Noté que todas las mayores de cincuenta años eran rubias y sentí que prefería lo natural. En esta cultura que tenemos no sé por qué el pelo canoso los hace interesantes a los hombres y a nosotras nos avejenta”.