Dice que va a volver a cantar sólo cuando al escucharse no le genere “lástima”, que su principal proyecto es “recuperar otra vez la voz”, que no tiene Internet ni dirección de correo electrónico porque por cada disco que se baja por la Web “ nos están afanando a los músicos” y que es “un prisionero de Sandro” quien lo “obliga a realizar ciertas cosas” que no le gustan. Es Roberto Sánchez o, simplemente, Sandro.
“ Voy a volver a cantar. Pero cuando al escucharme no me dé lástima a mí mismo”, aseguró muy convencido en una entrevista realizada por Eduardo Aliverti publicada en el diario Página /12 en la cual consideró que su principal proyecto “es recuperar otra vez la voz”.
“La gente cree que me operaron y estoy salvado, pero no. Desde la intervención quirúrgica tengo menos aire y no puedo sostener una nota como antes. Tengo que hacer ejercicios para poder recuperarme. No me gusta dar lástima y tiré a la basura temas que adoro, con arreglos espectaculares. Pero cuando los escuché me dije 'ésto no es Sandro'. Antes de resignar el tono de una canción prefiero no cantarla”, reveló el artista de 61 años que todavía sufre los efectos de la operación quirúrgica realizada por tener un enfisema pulmonar.
El popular artista señaló que el reconocimiento que le dieron en el Senado “fue un momento muy importante porque no fue una elección política ya que creo que ese reconocimiento me lo otorgó el país y lo acepté porque no puedo darle la espalda”.
“No tengo Internet ni dirección de correo electrónico. Además, por cada disco que se baja nos están afanando a los músicos y yo no puedo hacer algo con lo que no estoy de acuerdo. Sería como que grabe una publicidad de cigarrillos. Estaría hipócritamente propagando el veneno que a mí me llevó adonde estoy ...para mí es como ofrecerle un pibe a un pedófilo, aunque suene fuerte el ejemplo. Siempre intenté mantener una coherencia entre lo que digo y lo que hago”, aseveró.
El cantante y actor estuvo casi tres años sin escribir y sin componer debido a que considera que el idioma está degradado. “No tenía ganas. Escribí un poema para el último disco que dice ‘quítame, Dios, estas esposas’. Originariamente, era ‘quítame, Dios, estos grilletes’ y hay una gran diferencia entre esos dos objetos: las esposas son para el delincuente y el grillete es para el esclavo. Me puse a testear entre la gente y me di cuenta que muy pocas personas reconocían la palabra grillete. Admití que muchos de los que compraran el disco no lo iban a entender y creo que lo que nos pasa es que nos quedamos con muy pocas palabras”, dijo.
También habló del famoso paredón que cubre su casa en Banfield, el que, reveló, debió construir porque lo obligaron. “Cuando tenía 18 años cambié un auto sport por mi primera casa, que se caía a pedazos. Había un jardincito adelante pero me pintaron toda la fachada, me desaparecieron dos perros pekineses de mi vieja, se me metían en el hall, me repetían de memoria los diálogos de las películas. Llegó un momento en que no se podía vivir y levantamos el primer paredón”, indicó.
En ese contexto agregó: “Ya experto en la materia, cuando compro mi casa actual lo primero que hago es el paredón. Quien me obligó a hacer eso es Sandro, porque yo no hubiera querido hacerlo. Soy un prisionero de Sandro. Él me obliga a realizar ciertas cosas que a mí no me gustan. Igualmente tengo un grupo de amigazos que vienen a casa o yo voy a las suyas. Pero no digo adónde voy porque no quiero cámaras. Quiero vivir como Roberto Sánchez. O Don Sánchez, como me gusta que me llamen”.
El cantante aseguró, además, ser “un caballero” y dijo que nunca uso su nombre para conquistar y obtener relaciones íntimas con una mujer y "menos eso de prometer un papelito en la próxima película”.
“Las mujeres siempre las elegí yo. Nunca me trajeron ninguna”, expresó. También indicó que el éxito “es una vieja prostituta, como escribí en una canción: viene, se acuesta con vos, te cobra y se va”.
“Veo mucho dolor en la calle. Me acuerdo de cuando viajaba a México y veía gente haciendo malabarismo en los semáforos. Me decía ‘menos mal que ésto en Argentina no pasa’. Ahora salgo y veo este panorama y me da mucha tristeza. Esta no es la Argentina que yo conocí. Me duele salir y verlo, pero no quiero vivir en un frasco. Si voy a cenar me lleno de culpa y bronca. ¿Cómo en el país de los alimentos se pueden morir de hambre los pibes? ¿Cuánto se tuvieron que haber choreado?”, concluyó Sandro.