ESPECTACULOS
Por el nombre del padre

Conflicto lleno de amor y emoción

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Regreso. El director e hijo de Ana María Campoy ha definido gran parte del teatro argentino con obras como Drácula, el musical. Hoy se muestra como nunca en Por el nombre del padre. | Renata Caporale

El hilo conductor de la obra recientemente estrenada, Por el nombre del padre, es: ¿qué le pasa a papá? En la obra junto a la gran actuación, y además divertida, de Viviana Saccone protagonizamos. Y ahí somos padres. Padres que tratan de compartir con sus hijos que hoy ya son mayores y a ellos solo le importan sus problemas. Por el nombre del padre habla de conflictos humanos y actuales: se trata de un conflicto duro lleno de amor y comprensión.

Actualmente vivimos en un mundo cambiante. Vivimos en un mundo que está todo acelerado y donde también los conflictos humanos se aceleran, donde pretendemos y logramos que todo sea a favor de un mejor vivir, donde conviven entre sí cinco personajes cotidianos como pueden serlo un cura y una portera, generando situaciones hilarantes a la vez, que no deja nunca de ser una comedia sumamente divertida. Es una obra de autoría propia y en ella se puede ver cómo la escenografía es un espacio mágico creado por Daniel Feijóo en una sala donde puede lograr una empatía y también muchísima ternura con el público.

Hoy en día realizar una obra implica un riesgo no solo económico, sino ético y profesional de buscar un espacio como productor en un medio donde hay tantos productores (es por eso que destaco particularmente a nuestro productor Guillermo Marín, quien además de producir esta obra está a cargo de cuatro más.)

El arte es un lugar que cada gobierno tiene que cuidar, el arte sana la función del Estado. Es brindarle a la gente carenciada de recursos espacios donde puedan acceder casi gratuitamente, es permitir a los jóvenes a cumplir sus fantasías, es generar artistas que no se vayan de nuestro país y entender que lo de afuera no es mejor. Nuestros artistas y el país necesitan pleitesía porque son los merecedores de ésta.

Escribir esta columna implica el placer de una vez más, hablar públicamente sobre mis necesidades, mis opiniones y acompañar a todos aquellos que no tienen la posibilidad, que, gracias a Dios y a ustedes, yo tengo.

Los costos de producción, como para todo empresario joven o grande con posibilidades o sin posibilidades, son extremadamente caros. Sin embargo, el arte perdura: los espectáculos estrenan.

En este verano todas las ciudades habituadas a recibir espectáculos, van a recibir muchísimos. Buenos Aires va a recibir muchísimos espectáculos y la calidad no está en los costos de producción, sino en la calidad de nuestros artistas, de nuestros creadores, jóvenes, grandes o medianos. Aquellos que siempre están luchando por una fantasía que tiene que ver con cumplir el deseo de la vocación: eso indudablemente nos hace un país surrealista.

Nos hacen espacio en lugares como Londres o Estados Unidos, ciudades con fuerte presencia del teatro por sí mismas. Por lo cual pertenecer a este país, a mi ciudad, me causa un profundo orgullo. En nada deseo el crecer o el haber crecido en otra. Estoy orgulloso de haber cumplido y seguir cumpliendo mis fantasías acá.

Estoy orgulloso y entiendo a los que se quieran ir. Pero no es mi caso.

Por eso estrenamos el pasado 9 de enero Por el nombre del padre en el Picadilly.

Por eso Guillermo Marín, nuestro productor, produce cuatro espectáculos que implican un riesgo inmenso, no solo económico sino también ético y profesional: el de buscar también su espacio como productor en un espacio donde hay muchos otros productores y muy curativos por cierto.

*Director, autor, dramaturgo y actor teatral. Responsable de obras como Drácula, el musical, Calígula, un nuevo musical, Marica, Lord y La dama de las rosas, entre otras.