ESPECTACULOS
Festival Internacional de Cine de Mar del Plata

El cine en tiempos de pandemia

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Resistencia. El Festival Internacional de Cine ha afrontado momentos difíciles en sus muchos años de historia. Su importancia es crucial para el desarrollo de la cinefilia local y hoy se planta de cara a la falta de certezas que genera la pandemia. | gza. prensa incaa

El Festival Internacional de Cine de Mar del Plata celebrará este año su 35ª edición entre el 21 y el 29 de noviembre. Su nacimiento tuvo lugar en 1954. La diferencia entre los años transcurridos y el número de edición se explica por las disrupciones en su continuidad. El festival es un espejo del país: el evento necesita de la vigencia del Estado de derecho, democracia y respeto por el otro. Caso contrario, su realización es imposible en los términos de libertad y diversidad que conforman su ADN. Tras su recuperación en 1996, la permanencia ininterrumpida por 25 años es un dato a destacar y festejar. Indica que, a pesar de tantos contratiempos, con tantos cambios políticos y de miradas hacia la cultura, su entidad y relevancia resultan indiscutibles. Una política de Estado (tan ausente en otros aspectos) puede advertirse a su respecto.

La fuerza de nuestra cultura (la fuerza de nuestro cine, en particular) generó la paradoja de que en la década del 90 del siglo pasado, mientras el Estado intentaba rehuir a sus obligaciones indelegables, el cine local lograba una sustancial mejora a través de una reforma a la ley que rige lo audiovisual, un “nuevo cine argentino” reclamaba su espacio en el mundo, Historias breves daba a conocer nuevos valores y búsquedas y se recuperaba el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Su regreso y la aparición del Bafici (1999) han tenido, sin dudas, mucha responsabilidad en la posterior explosión creativa, rica y heterogénea en búsquedas, miradas y experimentaciones, del cine argentino.

Ahora bien, preparados para el reencuentro, la realidad global nos golpea y obliga a adecuarse, a volver a pensar y reconfigurar, a estar más atentos que nunca a las circunstancias. Periodistas, críticos, programadores, directores, técnicos, trabajadores del sector y público (en Mar del Plata y en todo el mundo) se preguntan acerca de cómo (y cuándo) será la vuelta a las salas. Si el futuro es incierto  respecto de la exhibición de cine, la realización de festivales implica mayores desafíos. De manera creciente, y como un fenómeno en modo alguno natural, sino premeditado por quienes concentran globalmente la distribución y la exhibición, el cine venía mutando hacia la lógica del evento. Los estrenos simultáneos en todo el planeta, la ocupación salvaje de pantallas, la disminución de las ventanas para su exhibición por otros medios, la apuesta a la asistencia masiva en un lapso cada vez más acotado, responden a un modelo de negocio que se ha intentado imponer  como único posible. Algunos Estados han tratado de detener ese avance (con más  o menos decisión política) sin demasiado éxito, en términos generales. Ahora las circunstancias obligan a examinar con otros ojos la situación: no podremos llenar las salas para ver la misma (única) película un fin de semana determinado. El distanciamiento y las medidas sanitarias quizás hagan renacer aquellos avisos publicitarios que tanto extrañamos: 12 semanas de éxito, cinco meses en cartel. En este sentido, el cambio puede ser positivo.

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Pero claro, ¿cómo aplica esto a los festivales? Aquí sí el evento como tal es esencial (y no una maniobra destinada a ganar algo más o destruir toda competencia posible). Un festival de cine es más que su programación y curaduría. El encuentro, el aspecto social y cultural del intercambio forma parte de su razón de ser y abre las puertas o amplía el horizonte de libertad y heterogeneidad. En el futuro cercano, claro está, deberemos adaptarnos a los cuidados que señalan las autoridades en materia de salud locales e internacionales. En circunstancias tan difíciles y excepcionales, necesitamos, quizás más que nunca, el refugio del encuentro, de la cultura compartida, aun cuando, por el momento, lo sea de manera virtual. Pero en este caso se trata de una excepción impuesta por la necesidad. Los festivales sabrán encontrar la manera de volver a ser ese hermoso lugar de participación, placer, creación y pensamiento que conocemos. De nosotros (también) depende.

*Presidente del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.