El bonaerense Nahuel Pennisi no lo esperaba. De aquellos días tocando en la vía pública a la ovación en el rubro folklórico en Viña del Mar, donde ganó representando a la Argentina con la canción “Avanzar”. Y ahí, frente al famoso monstruo de Viña, el público que lo celebró y, según él, le “cambio la vida”. Después de discos como Primavera, Feliz y su sentido homenaje a Spinetta, el cantautor no vidente Pennisi solo quiere celebrar al género que adora y a la forma de arte que define sus días. Y, claro, la preparación de su nuevo disco.
—¿Cómo viviste ese momento exacto de aquella victoria en el pasado Viña del Mar?
—Me emocione mucho por todo lo que significa un festival como Viña, con tantas emociones adentro. Estoy con la expectativa de disfrutar, de aprender. Nunca pensé en llevarme los premios. No porque no confiará en mí sino porque en ese momento no se vivía como lo más importante. Poder ganar una Gaviota fue un regalo más de la música. Otro más. En el momento de la premiación me emocione muchísimo, por todo lo que significa Viña, por toda la gente que te ve y por todo lo que representa. Muy contento de haber representado a la música argentina de la mejor manera. Espero haber estado a la altura de un festival como Viña del Mar y su público.
—¿Qué es el folclore para vos? ¿Cómo lo definís?
—A mi me recuerda mucho a la historia argentina, a sus raíces, a sus sentimientos. El folclore sirve mucho para poder describir las cosas que en otro tipo de música no están. Describir un pueblo, un barrio, a una persona cualquiera, que puede ser el vecino de enfrente de tu casa. Yo en esta música me encuentro con sentimientos más profundos, mis anhelos más profundos. Creo que el folclore tiene mucho para descubrir y a través de este género se conoce mucho de las raíces, tuyas, de tu pueblo o de tu país. Te permite estar conectado con la raíz de las cosas.
—¿Cuáles son tus recuerdos más cálidos del folclore?
—Mis viejos siempre fueron músicos. Y cuando yo era niño estaba la música del “Potro” Rodrigo: yo intentaba sacar sus canciones en el bajo. Desde él empecé a pensar cómo sería ser un artista, como sería vivir de la música. Después me acerque al folclore a través de la radio, y eso fue determinante para mí. Y desde ahí al flamenco, a Silvio Rodríguez. De más grande empecé a tocar en a calle y ahí fue cuando todo cambió.
—¿Cuánto te costó ese camino, de la calle a Viña?
—Por suerte me costó mucho, porque si no me hubiera costado no tendría el valor que hoy tiene para mí. El haber tocado en la calle me ha dado un montón de enseñanza. Tiene que haber una simbiosis entre el arte y lo humano. Siempre hay que superar distintas etapas y fortalecernos. Uno tiene que ser fuerte y crecer con esa impronta de que la música es la bandera, este tocando en la calle o Viña. Lo que más me identifica es la música.