ESPECTACULOS
sandro de america

El gigante que surgió en Valentín Alsina

PERFIL estuvo en las grabaciones de la miniserie que Adrián Caetano dirige para Telefe. Cómo se recreó la década del 70.

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GITANOS. Sullivan lo encarna entre los 16 y 25, Caponi entre los 30 y 50, Grimau, el final de su carrera. | cedoc

Capítulo 2, escena 23”, grita el apuntador. Silencio sepulcral. En un pestañeo todo y todos se teletransportan a los 70. Sobre el escenario aparece Sandro acompañado por Los de Fuego. Las primeras nenas gritan de locura ante cada lujurioso movimiento de caderas. “Corten. Vamos de nuevo, no se le ven los pies. Hacelo más lento, desde abajo hacia arriba”, pide el director Adrián Caetano a un cámara, y en un abrir y cerrar de ojos el tiempo vuelve al día número 11 de grabación de Sandro de América, la biopic de 13 episodios que contará la vida del Gitano.

Sandro baja del escenario. Es, en realidad, Agustín Sullivan. Sorprende el parecido del joven de 27 años nacido en Las Cañitas con el joven criado en un conventillo de Valentín Alsina. “Pasé dos castings, luego miré muchísimas entrevistas, me junté con Caetano, Graciela Guiñazú (biógrafa de Sandro) y también con Mabel, una de las nenas oficiales de Sandro”, cuenta Sullivan, quien le da vida a Sandro entre los 16 y 25 años.

A un costado, Hugo Arana repasa el texto de las únicas dos escenas que hará en la piel de Nardi, el primer representante de Sandro, en sociedad con Anderle (Luis Machín). “Yo iba a bailar a Los Bomberos de Lanús Este y un día hubo revuelo, volaron sillas, trompadas y era que estaba Sandro. La leyenda cuenta que a una de las chiquitas que se le tiraban encima la habían tocado y el hermano empezó a las trompadas. Eran muy calientes los recitales de Sandro”, recuerda el actor.

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El director y los actores se alistan para rodar otra escena. “Este es un Sandro joven, un tipo que quiere triunfar, con hambre pero no de fama o dinero, sino de triunfar en el escenario, de que su música se escuche”, explica Caetano a PERFIL. Y es que para contar la vida de alguien que triunfó desde muy joven buscaron a otros dos actores para retratarlo en pantalla: Marco Antonio Caponi, desde los 30 hasta los 50, y para el cierre de su vida convocaron a Antonio Grimau. Ambos actores todavía no comenzaron a grabar. “Estoy nervioso, ansioso y miedoso. Es de mucha responsabilidad representar a alguien que es tan reconocido, tan estudiado por su público y tan impune al mismo tiempo que es difícil conseguirlo. Con Agustín estamos trabajando con una coach de baile, coach de actuación y coach vocal, no para imitar sino para entender de dónde venían esos movimientos, su actitud, su acentuación, sus letras, para tener sus rasgos y su esencia”, dice Caponi. Natalia Narváez es la bailarina que los hace danzar: “No son para nada rústicos (se ríe). Estamos trabajando desde fines de enero. Los actores no imitan, tienen libertad. Sí les hago ver sus influencias, que no sólo fue Elvis, también hay cosas de Freddie Mercury y Bob Fosse”.

“Desde que me convocaron me tiemblan las piernas. Estoy viendo videos, entrevistas, leyendo dos libros de su vida. Mi Sandro irá a lo más profundo de Roberto Sánchez”, anticipa Grimau. “Sandro me marcó desde mi adolescencia con su carisma y tuve el placer de conocerlo. Fue a los 13 años vendiendo gaseosas en los carnavales, en la cancha de Nueva Chicago, y quedé petrificado cuando lo vi. Ya de grande lo vi en el Gran Rex, me mencionó en pleno show y luego lo saludé en el camarín. Soy un gran admirador de su obra”.

Entre la producción y técnica trabajan cincuenta personas y según el día reciben hasta 150 extras, por lo que el presupuesto total supera los US$ 200 mil por capítulo. Juan Parodi, productor asociado a Telefe y creador del proyecto, dice que todo está supervisado por Olga Garaventa, la viuda de Sandro, a través de Graciela Guiñazú. “Olga quería que no bastardearan la figura del ídolo, no mentir, y por supuesto supervisar. Pidió que el actor que interprete a Sandro no fuera un imitador, y que teníamos libertad para contar las historias de amor”, cuenta Parodi. Mientras buscan la actriz para hacer de Garaventa, desde la producción confirman que está pautado filmar escenas en la casa de Sandro, en Banfield. “Fui a la casa a entrevistarme con Olga. Hay un imperio ahí adentro para un solo hombre. El paredón gigante va a estar, el piano bar, y cuando salía a saludar cuando cumplía años”, cuenta Caetano. El recital en el Madison Square Garden y las imágenes de Sandro caminando por Nueva York los harán en un estudio y con efectos especiales en Buenos Aires. Sobre el conflicto con Echarri, Parodi responde: “No nos golpeó internamente. Ya el proyecto está funcionando, estamos metidos en esto. Ya pasó”.

Isabel Macedo y Eugenia “China” Suárez tendrán sus escenas a fines de mayo. Macedo actuará en tres capítulos en la piel de la primera novia de Roberto Sánchez, Julia, que lo doblaba en edad y a la que le debieron cambiar el nombre por cuestiones de derechos. La China aparecerá en un solo episodio y será Susana Giménez en la película Tu me enloqueces, dirigida por Sandro. “Al final de la vida de Sandro hay una entrevista que le hace Susana en su programa. Estamos tratando de que sea Susana quien lo haga. Ojalá que lo quiera hacer en homenaje a Roberto”, revela Parodi. La tercera mujer importante en la miniserie es Paula Ransenberg, la madre de Sandro, quien tiene un deterioro físico muy rápido. Jorge Suárez será el padre.

Sandro de América está pensada para el mercado internacional. “Pensé hasta en Chayanne, lo contactamos pero no se dio”, dice Parodi. Esther Feldman, la guionista, debe cuidar las líneas de diálogos omitiendo lunfardos. Tras hacer la infancia de Sandro en un conventillo de la calle Lamadrid, en La Boca, Feldman reconoce que “los primeros años hay una tentación al lunfardo, al yotivenco, y siempre tengo en mi cabeza la adaptación de un producto mundial”. A Caetano no lo limita

el futuro del producto: “No me preocupa ser regional. Quiero ser fidedigno a la historia, hay algo cotidiano y coloquial que no quiero perder, y mi objetivo es mostrar a los tres Sandro: la inocencia del que hace Sullivan, la madurez y decadencia del de Caponi, y el renacer con Antonio (Grimau)”.

A la salida del baile setentoso, de vuelta a la realidad, entre extras que fuman y cables, cámaras y equipo técnico, están ubicados los sectores de maquillaje, peinado y vestuario. “Lo que más nos costó conseguir fue la ropa de los 60, ya casi no quedan originales, para la mayoría de los trajes de Sandro compramos telas y los hicimos”, dice Ruth Fisherman, la jefa de vestuarios. Para maquillar a los tres Sandro, Clarisa Reynoso cuenta que utilizan productos líquidos 4K, muy liviano, superior al HD. “A Sullivan lo trabajamos a través de su largo de patilla, con cabello natural, y también le ponemos en el pecho. Grimau está muy bien de cara, usa patilla en su vida, y le vamos a oscurecer el cabello. A Caponi le tocamos muy poco las cejas para mantener una línea entre los tres”.