ESPECTACULOS
Entrevista

Griselda Siciliani: "En el amor cada cual hace sus pactos"

Estrena en Telefe la miniserie Morir de amor a la que define “heavy”; confiesa que se mueve por pasión, que ha roto y le han roto el corazón.

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Griselda Siciliani. Estrena en Telefe la miniserie Morir de amor a la que define “heavy”; confiesa que se mueve por pasión, que ha roto y le han roto el corazón. | Aballay

Amor y muerte están asociados desde tiempos inmemoriales. Sostienen el concepto de amor cortés en la Edad Media. En francés, la petite mort –la pequeña muerte– es el estado de casi inconsciencia posorgasmo. La muerte por amor es una de las favoritas en el Romanticismo, anunciadas ya en Las penas del joven Werther, de Goethe. Charles Aznavour cantaba “Morir de amor”. Y Morir de amor también es el título de la película de Annie Girardot, de 1971.

La temática, eternamente vigente, reaparece por estos días en la televisión argentina. Bajo la dirección de Anahí Bernieri, la misma de Alanís –donde Sofía Gala Castiglione se consagró en un polémico rol en torno a la prostitución–, Morir de amor ahora es la miniserie de drama y suspenso que Telefe está a punto de estrenar. Los ocho capítulos producidos por LA (Quique Estevanez), con calidad casi cinematográfica, comenzarán a emitirse el miércoles 17 de octubre a las 23.30 por el canal de las pelotas, y desde el jueves siguiente estarán, todos juntos, disponibles por Cablevisión Flow.

La protagonista, Griselda Siciliani, toma el papel de Elena, una abogada que se ocupa de intervenir en casos de enfermos terminales y de muertes por enfermedad, asesinatos y suicidios; ella misma es la que, durante la serie, deberá recorrer su propio proceso de muerte cuando ahora sea ella quien tenga un diagnóstico médico terminal. Asimismo, el amor pasión, la sensación de morir de amor, vendrá a través de Juan, el personaje que interpreta Esteban Bigliardi. En el elenco, también están, entre otras figuras, Nacha Guevara, Brenda Gandini, Daniela Cardone, Luisa Kuliok.

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Para hacer su papel, Siciliani transitó matices interpretativos más oscuros que los que suele hacer como bailarina, cantante y actriz.

Amor extraño

—Has mutado mucho en tus recientes trabajos…

—Sí, venía de Educando a Nina. Luego, pegado a Sugar [el musical que dejó en marzo, por lo que fue reemplazada por Laurita Fernández], preparé el personaje de Elena y empecé a filmar a las pocas semanas. Fue todo seguido. Cuando terminé de filmarlo, sentí que necesitaba respirar. Morir de amor, como terminación de tantos proyectos hermosos que me tocaron, fue un proyecto muy heavy. Sentí que necesitaba respirar: ahora ya estoy mejor, volví a ser morocha, volví a ser yo. La serie es de mucha intensidad, filmada con mucha verdad. Tuvimos que meternos con temas universales pero dolorosos, con temas que sabemos que están, como la muerte, la enfermedad, la violencia, pero no tenemos ganas de estar metidos ahí pensando en eso. Para interpretar a Elena me tocó meterme en el barro. Luego hay una historia de amor, de pasión, de atracción, que no es tradicional. No es un amor romántico, va hacia lugares más extraños, pero hay algo esperanzador.

—¿Cómo experimentás, en lo personal y en lo laboral, los extremos, la pasión?

—Lo que nutre al arte y a la vida son las pasiones. Mi personaje va a ese lugar. Lo ves totalmente desapasionado cuando arranca la serie, no entendés qué le pasa a esta mujer, a la que parece que no le pasa nada y, sin embargo, le pasa mucho. Yo soy de naturaleza muy apasionada, para todo: para mi trabajo, para mi vida, para mis amores, para mis decisiones. La pasión me guía: a veces me lleva a lugares que me gustan menos o que me gustan más, pero soy de esa naturaleza, y a veces es difícil frenarla.

—¿Moriste de amor, rompiste corazones?

—Sí, las dos cosas. Me ha tocado estar de los dos lados. Son experiencias muy diferentes, que te nutren.

—¿Qué opinás de los diversos formatos de amor que están teniendo expresión mediática?

—El amor es así. Después, cada pareja o grupo –puede ser un trío, un cuarteto– hace sus pactos. Para mí, todo es posible y todo es válido.
 

Fito es un amigo

—¿Qué te pasa cuando tu propia vida amorosa se publica, por ejemplo, cuando tu nombre y el de Esteban Lamothe estaban en radios, diarios, televisión?

—Es raro. Depende de cómo sea tratado. En ese caso, que fue algo falso, da un poquito de asco, la sensación de estar metida en algo bizarro. ¿Qué hago? ¿Explico? ¿A quién le estoy explicando? ¿[Explicar] algo que no es cierto?, ¿salir a decir tu verdad? Depende del estado en que estás. Me pasó en un momento muy difícil, como lo es una separación [de Adrián Suar]. Yo estaba atravesada por otros sentimientos. Pero ahora lo pienso y digo: “La que se mandaron con esta…”. Da un poco de vergüenza estar en boca de otros por cosas que no son del trabajo, pero es parte de lo que se desprende del trabajo; parte de él tiene que ver también con hablar de otras cosas.

—Tu nombre también fue asociado sentimentalmente con Fito Páez…

—A Fito lo conozco de hace mil años, lo adoro, pero nada que ver. Por suerte, me inventan noviazgos interesantes. Me inventaron varios, pero no lo sufro tanto. Son inventos medio naif, tipo “¡Aaaah, tiene novio, tiene novio!”. Si estuviese en pareja, cuando se te inventa, es raro. Pero desde que me separé, hace dos años, me han inventado seis o siete.

—Apoyaste denuncias de abusos sobre actrices durante filmaciones, como las que comprometen a Juan Darthés. Después de eso, ¿creés que las actrices entran ahora a un estudio de grabación de otra manera?

—Ojalá fuera tan así. Pienso que es algo más lento. La situación de poder sigue estando. Si un hombre con esas intenciones tiene una relación de superioridad por sobre una mujer, eso va a seguir pasando. Pero un cambio ya se generó: “Esto ya lo escuché”, “Alguien ya dijo que esto no es así”.

—Sin embargo, Darthés siguió trabajando en Simona…

—Son decisiones que hay que entenderlas… Por ahí fue mejor… No sabemos… Es muy difícil estar en ese lugar…

—¿El lugar del productor, del director? [Adrián Suar, ex pareja de Siciliani, era el responsable de la novela].

—Sí. Sobre todo, en un hecho en el que no sabés qué pasó. En mi caso, yo sabía, yo tenía información de ese caso. Cuando no tenés información, es un lugar más difícil. No quiero entrar en detalles en ese caso particular, de Darthés, pero sí, hay cambios en torno a esas situaciones: son cambios que posiblemente no se vean ya, pero se van a ver más adelante.
 

El trabajo, su familia docente y la mirada sobre el paIs

—¿Qué próximos proyectos planeás?

—Ahora estoy viendo. Estoy intentado frenar. Los que están a mi alrededor, cada vez que digo esto se ríen, porque después siempre aparece algo que me encanta y lo hago. Pero cuando estoy en etapas de mucho trabajo, digo: “Quiero parar, estar al pedo viajar, estar con mi hija, no hacer nada, no trabajar, estar en mi casa meses”.

—Tu familia de origen tiene una tradición de mucho trabajo…

—Mi papá y mi mamá son docentes; ya están jubilados. Con ellos hablamos de docencia y de educación todo el tiempo; esos son los temas de mi casa. Son docentes desde muy jóvenes; yo vi su trabajo desde que nací, hasta que se jubilaron, justo cuando nació mi hija [Margarita] hace seis años. Los respeto mucho; siempre los he visto trabajar con mucha pasión y luchar por sus derechos y por los de sus compañeros. Algunos de mis seis hermanos también son docentes, al igual que mi tía y mi abuela paterna, que fue directora de escuela primaria.

—Viniendo de ese hogar, marcado por el amor a la docencia, ¿cómo ves a la Argentina hoy?

—Está muy difícil. Me desilusiona mucho todo lo que pasa, las decisiones que se toman. Todo está muy lejos de lo que yo creo que está bueno.

—¿Te irías a trabajar al exterior?

—Me imagino trabajando afuera un par de meses, pero irme me cuesta. Nunca lo imaginé: ni de chica, ni en etapa de estudiante. Me siento muy de acá, soy de acá, tengo un familión, ahora tengo una hija, y los hijos te arraigan mucho a la tierra. Ahora que ella tiene seis años, me imagino yendo y viniendo a trabajar unos meses, pero no instalarme en otro lado. Me duele mucho lo que pasa en nuestro país, pero no siento que la solución sea irme.

—¿Ves avances en cuestiones de género?

—Veo microavances. La ley del aborto no salió, pero avanzamos mucho. Aunque ahora no salió y fue un bajón, un desastre, va a salir. Ya se dio un paso enorme y eso no va para atrás. Hay pequeños avances que van modificando las realidades, aunque sea un paradigma que tarde en cambiar del todo.